Zannone tiene todo lo que esperas de una casi desierta isla italiana: aguas verde esmeralda, cielos azules y un accidentado vacío paisaje.
También tiene la reputación de algo en cambio más inesperado: orgías.
“¿Ven esa casa blanca colonial allá arriba?”, dice Giorgio Aniello, un antiguo pescador, mientras señala con un áspero dedo la cima de un pueblo con vistas al Mar Tirreno. “Allá era donde el marqués Casati Stampa tenía magníficas fiestas sexuales”.
Aniello, un visitante regular de Zannone, les habla a los turistas que viajan en barco al atolón más salvaje entre el archipiélago de Pontine de la costa oeste de Italia.
La gran atracción —más allá de la belleza natural de la isla— es su pasado sexy y oscuro, que se centra sobre todo en torno al marqués y a su esposa Anna Fallarino, una exactriz.
“Él era un hombre lujurioso, un voyeour a quien le gustaba mirar y fotografiar a su joven esposa teniendo sexo pervertido con otros chicos jóvenes”, dice Aniello, quien disfruta contar historias para adultos mientras navega por un laberinto de acantilados rojizos, viejas pesquerías de piedra y pilas de mar.
“Entonces un día se hartó del trío, le disparó a los dos amantes y se mató”.
Nadando desnuda
La piscina romana donde Anna Fallarino disfrutaba nadar desnuda.
Durante la década de 1960, Zannone —que significa ‘gran fanático’ en italiano— era un retiro secreto de vacaciones que la elegante pareja aristócrata y sexualmente aventurera rentaba del Estado.
“El noble iba a cazar mientras su joven y hermosa esposa mataba el tiempo haciendo diferentes actividades”, dice Aniello.
Entre esas actividades estaban, dice él, nadar desnuda en piscinas antiguas romanas y entretenerse en la playa con otros hombres.
El aislamiento de la isla hacía de este un lugar perfecto para organizar fiestas de máscaras que culminaban en depravadas escenas que evocaban la película Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick.
Y su entorno exótico coincidía con las provocadoras fotografías desnudas de Anna tomadas por su marido.
Cementerio de botellas
Docenas de yates y lanchas desembarcaban los fines de semana con duques, barones, condesas, y multimillonarios.
Tanto invitados como anfitriones bebían en exceso. Durante trabajos recientes de mantenimiento, las autoridades locales encontraron montones de botellas rotas y esquirlas de vidrio enterrados en la tierra.
Según rumores, la villa también tenía una “habitación de espejos ocultos” para espiar las sesiones de sexo salvaje.
“La casa de descanso era un lugar de reunión para gente de la alta sociedad”, recuerda el antiguo conserje Salvatore Pagano, un antiguo lobo de mar que alguna vez vivió cerca de la casa de los marqueses. “Era muy loco por aquí”.
Los residentes que vivían cerca a la isla de Ponza, desde donde actualmente salen visitas guiadas, aún recuerdan a la escandalosa pareja.
“Todos sabíamos lo que pasaba allí”, dice el guía turístico Roccardo Peci. “Era conocida como la ‘isla de las fiestas sexuales’, pero nadie nunca pronunció una palabra sobre eso en ese entonces”.
Un secreto a voces
Zannone — La notoriedad de la isla empezó cuando una elegante pareja de la aristocracia italiana rentó el terreno al Estado durante la década de 1960.
“Era lo que llamábamos el secreto de Pulcinella”, agrega, lo que significa que todo el mundo lo sabía.
Entonces las cosas se salieron de control.
Los juegos eróticos terminaron en un baño de sangre en 1970 cuando Anna se enamoró de uno de sus muchos guapos amantes.
En un ataque de celos, su esposo mató a la pareja y luego se disparó él mismo en la cabeza en su ático en Roma.
Los tabloides italianos se apresuraron a publicar partes del secreto “diario de terciopelo verde” del marqués en el que aparentemente había escrito con detalle los triángulos amorosos de su esposa.
Los mejores hallazgos, sin embargo, fueron las 1.500 fotos indecentes que estaban en los cajones de su oficina.
Hoy en día no hay nada en Zannone. Ni siquiera un bar. Sólo un faro y la fachada de la villa con columnatas y un patio con vista al mar que necesita urgentemente una remodelación.
La casa fue construida en 1930 y de una familia noble a otra. La aristocracia italiana siempre ha usado la isla como reserva de caza privada, poblándola con cientos de ovejas silvestres.
Las ovejas, los exclusivos habitantes modernos de Zannone, son ahora una especie protegida que viven en acantilados oscuros y escarpados.
De la oración al pecado
Las aguas prístinas de la isla rivalizan con las de las islas Seychelles.
Para los visitantes, la excursión a la casa del marqués, situada en el punto más alto de Zannone, es dura. La casa misma se ubica en las ruinas de un monasterio medieval adornado con estatuas al fresco y una pequeña capilla.
Es una curiosa mezcla entre lo sacro y lo blasfemo.
“La casa fue una construcción ilegal”, dice Peci. “¿Cómo fue posible que se pudiera construir en un lugar arqueológico? Zannone pasó de ser un lugar de meditación, de silencio y oración a uno de transgresión y escándalos”.
Cuando las noches de decadencia de la pareja aristocrática terminaron en tragedia, la mansión fue cerrada y la isla fue reclamada por el Estado.
Una isla privada
Ahora la isla es un lugar de recreo para visitantes, quienes se pueden bañar en las mismas aguas donde Anna Fallarino alguna vez hacía travesuras.
Es un lugar atractivo. En un tour en barco es posible bucear y nadar por debajo de la villa hasta la playa de guijarros privada que la esposa del marqués disfrutó alguna vez.
Troncos de árboles caídos, palmeras y algas marinas verde fluorescente la hacen ver como si se tratara de un paraíso en las islas Seychelle.
Cerca de allí están los restos de las antiguas pesquerías alguna vez usadas para criar anguilas.
Estos días, equipos de biólogos, científicos y observadores de aves son los únicos autorizados para —ocasionalmente— pasar sus noches allí en tiendas de campaña.
Cuando el sol se pone, los turistas regresan a sus botes y Zannone vuelve a ser una isla olvidada, guardando muchos de sus secretos.
¿Cómo llegar?
Solo se puede llegar a Zannone en barco desde la isla hermana de Panza.
Antiguos pescadores llevan a los visitantes en viajes en barcos pocas veces a la semana por 27 euros por persona. El almuerzo se sirve a bordo con bebidas y snacks. Los barcos parten del puerto de Panza a las 11 a.m. y regresa a las 5 p.m.
Ferries y botes de alta velocidad a la isla de Poza parten cada día durante el verano desde los puertos italianos de Terracina y Anzio, a ambos lugares se puede llegar por tren desde la estación de tren de Roma Termini.