Que millones se hayan ido del país -y continúen haciéndolo- es consternación dura de asimilar, una terrible realidad que debe afrontarse con formalidad. Mujeres, hombres, adolescentes y niños, que fueron impelidos a huir por la persecución del hambre y miseria, la falta de medicinas y tratamiento, ninguna calidad de vida y un gobierno que va de mal en peor. Emigraron buscando subsistencia con sueños, esperanzas, y algunos murieron en el intento. Es todo un país, existen naciones en el mundo y en la propia América que tienen el mismo o menor número de habitantes.
No basta hablar de ellos, solidarizarse e hipócritamente recordarlos de vez en cuando a conveniencia, hay que tenerlos en cuenta siempre, luchar con y junto a ellos. No se han ido a causa de una guerra como los ucranianos, ni se trata que su patria, Venezuela, carezca de recursos para darles siquiera un mínimo bienestar. Lo que ocurre es un régimen desastroso, bandido, embustero que enriquece a sus cómplices y socios directos e indirectos, mientras empobrece, arruina y hunde al resto de la población. Millones se han marchado en busca de oportunidades, Venezuela se vacía de sus propios ciudadanos, la mayoría de pubertades y moceríos, que con su esfuerzo, conocimiento y entusiasmo producirán para sí mismos y los países que les den cobijo y refugio.
Hasta en Islandia, gélido fin del mundo distinto al del Papa Francisco, hay venezolanos, manos y talentos que quisieran, pero no pueden producir para Venezuela. Y para colmo de males, el régimen y la oposición -PSUV/G4- asidos de manos, en confabulación grotesca y pérfida alianza se unen en el egoísmo del poder arrebatado al ciudadano, cuando se disponen, una vez más, a ignorarlos, rechazarlos y traicionarlos con la prepotencia del poderoso por quienes abandona.
El castro-madurismo, con armas y poder; la oposición dividida, fracasada por codicias y perjurios, se convienen en elecciones a través de un poder electoral acordado para compartir descaros y coexistir en perverso contubernio. Los refugiados sinnúmeros, escapados a la fuerza, son importantes electores. Sin embargo, inútiles preferidos politiqueros, privilegiados inservibles, bandidos enchufados y bolichicos hampones, cobardes les temen y como gallinas los obstaculizan.
En el exterior, los venezolanos son refugiados, que abandonan su país, amigos, hogares y familias, no porque quieren o lo deseen sino porque una dictadura que disfruta el poder sólo para beneficio suyo, y de un sector opositor que se une y desune a placer, fracasando a lo largo de años, ambos -PSUV/G4- saben que la abrumadora mayoría de los emigrantes votarán contra ellos, hartos de tanta ignominia, cansados de felonías; darán la espalda al continuismo, conscientes de que en ellos, que se regocijan en prerrogativas, gozan del dinero mal habido, disfrutan cargos y complicidades, teniendo a los más sufridos desamparados. Serán electores en su contra, votarán contra quienes les han transformado la vida en una pesadilla, forzándolos a vivir, tratar de ganarse ingresos y futuro en las afueras de la patria.
Nadie se va de su país por gusto, excepto los que andan de morada en morada disfrutando el dinero, demasiadas veces robado a los mismos que padecen pobreza e indigencia dentro y fuera del país; hasta de la comida barata para los necesitados han hecho los nauseabundos corruptos y vomitivos cómplices negocios de beneficio propio.
Un dirigente “opositor”, beneficiario de cargos y oportunidades como la trama de cómplices de la cual forma parte distinguida, que la falsa oposición, la de los aprovechadores que cobran cuotas, alardeando un día, montaron el interinato en el techo de una camioneta para dejarlo abandonado, no sin antes, bañarse en agua de rosas, sacarle provecho, deleitarse y repartirse el botín. Y ahora, dando largas, fingen “consentir” organizar elecciones en el exterior para que los refugiados puedan votar. Pero ni primarias habrá; buscaran la desvergüenza y desfachatez del consabido consenso típico de timoratos acomplejados y pusilánimes sin valor ni espíritu para afrontar.
No contarán con el Consejo Nacional Electoral cómplice de avaros aprovechadores y oportunistas, ni con los consulados que, en vez de socorrer o representarlos los acosan y niegan atención. Se les dirá que vayan a votar, pero impondrán arbitrarios toda clase de dificultades e impedimentos absurdos, imposibles de superar. Porque a la dupla PSUV/G4 no les conviene que venezolanos emigrantes ejerzan su derecho y expresen su parecer de la estulta dirigencia política.
Los ciudadanos, no quieren saber nada de la dupla PSUV/G4, los objetan, desprecian y repudian. Por lo que es predecible, la ciudadanía distinguida y honorable, que son la enorme mayoría, darán una grata sorpresa.
@ArmandoMartini