La portentosa idea social

Redaccion El Tequeno

«Ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo». Víctor Hugo.

La idea social ha llegado para quedarse, pero su fuerza ha implicado  batallas de victoria y retrocesos, de avances y recaídas, en el inacabable camino de la historia humana. Su tiempo moderno  coincide con la Revolución Industrial, y su secuela en desigualdad y  miseria, lo que en el siglo XIX se llamó la «cuestión social». Es el siglo de las batallas por lo social frente a los excesos individualistas de la ascendente clase burguesa, su ideología, el liberalismo, y el imperio de las ideas dominantes  de la propiedad privada, la libertad de los mercados y el rechazo a la intervención del Estado en  los dominios de la llamada indistintamente sociedad civil o sociedad burguesa. Lo social y sus banderas de justicia e igualdad se enfrentan, cual oxímoron, a la idea de libertad, que llamaría Constant «libertad de los modernos», protegida por el constitucionalismo liberal, en contraposición de la libertad de los antiguos, unida a la idea de participación en los asuntos de la comunidad, que tendría su esplendor en la polis democrática de la Atenas de Pericles, en el siglo V a. C. El siglo XIX es un siglo de confrontación, de lucha antagónica entre dos grandes corrientes de pensamiento, el liberalismo y el socialismo, que terminarán, en pleno siglo XX, con el socialismo totalitario por una parte, que llamamos comunismo, un inmenso fracaso por lo demás que mucho daño hizo a la idea social, y un liberalismo “aggiornado”, que implicará una  nueva síntesis , la democracia liberal, con la incorporación de las libertades sociales junto a las libertades civiles clásicas, en el moderno Estado social.

La fuerza de la idea social, expresada en nuestra época en innegables aportes institucionales, como el mencionado Estado social (también denominado como «Estado de bienestar»), los derechos sociales y su jerarquización constitucional, la exitosa  “economía social de mercado”, de raíz germánica, la idea de igualdad de oportunidades, como superadora de la formalista igualdad ante la ley, el nuevo concepto de sociedad civil, la “sociedad civil activista”, unida a nuevas formas de manifestación de lo social, como lo son la lucha por los derechos humanos, la igualdad de género y el tema ecológico, ha representado un triunfo en la histórica lucha de los pueblos por el reconocimiento  del sagrado principio de  la dignidad del ser humano.

Nunca abrá un final de la historia, como es una quimera la construcción del “hombre nuevo”, pues como diría Immanuel Kant, en un célebre aserto , “con madera tan torcida como de la que está hecho el hombre no se puede construir nada completamente recto”.  Lo digo porque si bien es cierto que la idea social ha pasado a convertirse en una idea troncal del presente, las batallas por su objetivos de reducir la desigualdad social, no han  alcanzado el nivel de aceptación que sus defensores hubiéramos querido. Y nos lo demuestra con rigurosidad científica un autor que ha revolucionado  la teoría económica contemporánea, Thomas Piketty, y su conclusión de que las batallas por superar la desigualdad social requieren renovados impulsos de creatividad y pasión liberadoras, que nos sitúan en una realidad nada halagadora como algunos quisieran pretender.

La idea social experimenta una hora negra en nuestra dolorosa realidad. Establecimos hermosos principios sociales en nuestro texto fundamental, así como desarrollamos una avanzada carta de derechos, donde lo social adquiere una innegable prioridad. Sin embargo, nunca en nuestra historia moderna, la idea social había estado tan rezagada, tan abandonada, tan envilecida, en sufrimiento y abandono de la más elemental dignidad a la que tienen derecho los venezolanos. Rescatar la idea de lo social, y dotar de protagonismo a los principios y valores recogidos en la Constitución, constituirá tarea prioritaria del alumbrar democrático, que como fe inconmovible, tendrá que imponerse en la nueva Venezuela, donde predominará, no abrigo dudas, el norte de la libertad y la justicia social.

Ricardo Combellas

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