La sangrienta masacre del 666: el revelador relato de la única sobreviviente

Redaccion El Tequeno

En un asilo, Gladys Vergara trata de olvidar la noche de terror que vivió en su casa del anunciado día del anticristo.

La mujer es la única sobreviviente de la sangrienta masacre que cometió su hijo Javier Mauricio Durán Vergara, quien mató a sangre fría a 6 familiares, el 6 de junio del 2006, en el barrio Torcoroma del puerto de Barrancabermeja.

Pese a que han pasado 17 años, Gladys lucha todavía con sus recuerdos.

“No sé nada”, dice, pero antes de dormir revive esa escena del 2006 cuando salió de la casa escoltada y viendo a todos sus familiares tirados en el piso llenos de sangre, degollados y las paredes rociadas de rojo.

“Yo estoy herida, no quiero saber nada de ese día, estaba en la casa, no sé nada, estaba encerrada en mi cuarto, me pusieron un policía y no sé nada. Mi cabeza no me sirve, es muy doloroso, yo todavía lo recuerdo como el primer día, sin haber visto nada, eso fue muy terrible, no puedo olvidar eso”, le contó a EL TIEMPO.

¿Qué significa el ‘día del diablo’ o el 666 para el mundo?

La casa de doña Gladys fue tal vez el único lugar del mundo donde se cumplió la amenaza que se cernía por la fecha, el día 6, del mes 6, del 2006.

En el último libro del nuevo testamento, en el Apocalipsis, asocian el número 666 al mal, al día del Anticristo o a la’ bestia’. Un fragmento que hizo Juan alerta sobre esa fecha.

En las vísperas de ese día varias iglesias del mundo ampliaron su seguridad para evitar que sectas satánicas no hicieran incendios y desmanes.

Mujeres embarazadas intentaban postergar su parto un día más para evitar que nacieran el día del anticristo, pues justo en esas fechas se lanzó la película La Profecía, la nueva versión del clásico de terror de Richard Donner de 1976, en el que el que la bestia se reencarna en un niño adoptado por un matrimonio que no podía tener bebés.

La expectativa de ese día fue grande, los policías se activaron durante todo el día para evitar actos satánicos o muertes violentas, que se presumía iban a ser sacrificadas para honrar a la bestia.

La masacre que hizo el Anticristo en Barrancabermeja

El día señalado, varios vecinos del barrio escucharon en la mañana al joven asesino decir en una panadería que “algo iba a suceder” y que iba a impactar a la sociedad.

Más tarde en un parque de la zona, Javier Mauricio se encontró con alias Chayane y el Cura, sus amigos, que, al parecer, pertenecían a una secta satánica, con quienes planearon lo que iba a suceder tomando trago en el parque.

Ya casi la medianoche del 6 de junio del 2006, a pocos minutos de acabarse el temido día, Javier Mauricio, que en ese momento tenía 26 años, ingresó a su casa, revisó si se encontraban sus familiares y luego prendió y apagó la luz de la casa.

Esa era la señal que les indicó a sus amigos que era la hora de entrar.

Entonces, los tres jóvenes, armados de seis cuchillos de nueve pulgadas, comenzaron a matar uno a uno a los que se encontraban en la casa: tres primos y dos tíos de Javier.

Así cayeron Nayibe, de 57 años, sus dos hijos, Pedro Alberto, de 25 años, Jennifer Nayibe, de 20 años, un menor, de 17 años, y Óscar Darío de 56.

La sexta víctima fatal fue Reynaldo Vergara, otro tío de Javier que en ese momento tenía 54 años.

“Llegó de jugar bingo y encontró la puerta del familiar abierta, se le hizo raro, entró a mirar qué pasaba, y el sobrino estaba detrás de la puerta, lo degolló”, dijo Dairon Bueno, vecino del lugar que vive hace 20 años.

Los agarraban y les cortaban el cuello. Las paredes quedaron ensangrentadas con las marcas de las manos de las víctimas.

En esa cuadra solo se escuchaban gritos de dolor y de auxilio, según relataron los vecinos, pero no se imaginaron que se trataba de una masacre.

“Fueron degollados, fueron escenas horribles, personas acostadas una encima de otras llenas de sangre, degolladas, todo eso lo mostraron en la audiencia”, contó Sósimo Vives Angarita, quien fue el abogado de Javier.

Los únicos que sobrevivieron, porque según ellos estaban profundamente dormidos, fueron Gladys, la mamá de Javier, y su tío Arismed que era invidente, y quien murió en el 2022.

Los ruidos comenzaron a notarse y sentirse en la cuadra de la carrera 19, los vecinos percibieron que algo malo estaba sucediendo y llamaron a la Policía.

Los vecinos del barrio le contaron a EL TIEMPO que Javier salió esposado y con una sonrisa en su cara.

¿Por qué lo hicieron, maltrato, herencia o satanismo ?

En medio de las audiencias, Sósimo Vives, el abogado del ‘diablo’, como le decían por defender al asesino, reveló que Javier habría cometido el crimen por el atroz maltrato al que era sometido él y su mamá por parte de sus otros familiares con quien vivía.

“Javier me comentaba que lo llevó a hacer esa situación debido a la humillación que venía recibiendo desde su infancia, se crió con los primos y tíos, pero siempre humillaban a la mamá y a él”, explicó.

Gladys Vergara también concuerda con la versión que le entregó su hijo a Sósimo y dijo que su hijo percibió el maltrato al que era sometida por parte de sus hermanos, tanto, que les hacía el oficio y les cocinaba, pero no le daban de comer.

“Mis hermanos me maltrataban mucho, les servía a ellos, les lavaba, les planchaba, les cocinaba, me trataban mal, fue horrible, llegaban por la noche, compraban sus cosas y no me daban de comer a mí, mi hijo se dio cuenta de todo eso, y fue cuando él procedió y dijo, a mí mamá no la van a humillar”, narró la mujer en medio de una mirada de tristeza en el asilo en el que se encuentra.

Durante el juicio otra de las versiones que surgió sobre la motivación de la masacre fue una herencia que estaba en riesgo de no recibirla él y su mamá Gladys.

La tercera hipótesis fue supuesto culto satánico en el día ‘día del diablo’ (666), pues en el barrio aseguraban que Javier se la pasaba vestido de negro y en un grupo satánico.

Incluso, Fulberto José Sierra, uno de los abogados penalistas que cubrió este caso, contó a EL TIEMPO que en el 2006 el joven Durán había confesado que cuando cometió el crimen estaba bajo sustancias psicoactivas y aparentemente poseído.

“Dijo que pertenecía a una secta satánica y hacía rituales con perros, palomas, gatos, y un día dentro de la agenda metafísica, un día dedicado a hacer honras a satanás lo hicieron, las investigaciones apuntaron a que eso obedecía a un ritual satánico, conforme al número que representa la bestia. Él dice en las entrevistas de la Sijín que él actuó bajo problemas psicológicos y bajo una intuición demoníaca”, explicó el abogado Sierra.

La condena

Los tres homicidas aceptaron los cargos y fueron condenados a 30 años de cárcel.

Luego de tres meses de que Javier cometiera la masacre y estuviera ya preso, mostró su arrepentimiento a Sósimo, su abogado. Le confesó que hubiera querido devolver el tiempo y haber evitado la muerte de su familia.

“Cuanto daría que se retrocediera ese tiempo, yo no duermo, estoy arrepentido, tendré que recordar toda una vida esto, quisiera devolver el tiempo para evitar el no matar mi familia”, dijo el abogado del ‘diablo’.

Eso mismo sucede con Gladys Vergara, la mamá de Javier, que no ha vuelto a dormir tranquila porque asegura que el recuerdo de la masacre le sigue llegando a su cabeza ‘perdida’.

Relató que desde ese día salió de esa vivienda que estaba untada de sangre para vivir en las calles. Duró tres años divagando debajo de un puente de Barrancabermeja hasta que fue recogida y llevada al asilo.

Ella le asegura a ELTIEMPO que ahí lleva muchos años viviendo y se siente bien, pero su cara dice lo contrario cuando se le pregunta por ese momento y por su hijo.

Ahora, dice que es una mujer fuerte y que desde ese entonces no ha vuelto a llorar, pero cuando revive lo que sucedió sus ojos se ponen brillantes y dice:” No sé nada, yo no sé nada”.

“Estuve en la calle, yo lo visitaba en la cárcel, era mi hijo, él quería hablar conmigo, pero yo no. Mami, yo le voy a contar, él sabe que soy rencorosa, y no volví. Me da angustia verlo, me pone mal, prefiero evitar ese dolor, es mi hijo único”, explicó en medio de silencios.

Al día de hoy prefiere estar desconectada de ese pasado. “Mi cabeza no me sirve, es muy doloroso, yo todavía lo recuerdo como el primer día, sin haber visto nada, eso fue muy terrible, no puedo olvidar eso. Estuve debajo de un puente, aguanté sed, hambre, frío”.

Liney Vergara Hernández, hija de Arismed, quien era invidente y fue el otro sobreviviente de la masacre, tío de Javier, pero que murió el año pasado, indicó que luego de todos estos años no ha sido capaz de perdonar esta masacre.

Relató que, aunque su papá no murió por suerte en esa matanza, toda su demás familia sí y no existe ninguna excusa para que haya hecho eso.

Su dolor no ha tenido reparación de los victimarios, según los abogados.

La maldición que dicen que se cierne sobre el lugar

Tras la masacre, el ambiente en la cuadra no es el mismo. La casa la destruyeron a los dos años para intentar borrar el recuerdo sangriento de esa noche. Y sobre el lote levantaron un edificio con cuatro apartamentos para arrendar, pero la historia se repitió.

En uno de esos apartamentos, una mujer joven que trabajaba en la Alcaldía de Barrancabermeja fue brutalmente asesinada en el 2008 de varias puñaladas mientras su pequeña hija se escondía en el closet.

“La empleada fue la ladrona, trajo dos cómplices que vendían aguacate, fue acuchillada, la niña que vio todo no tenía ni siquiera los seis años, vio a la mamá acribillada, muerta. Ella era separada y el papá vino y la recogió”, cuenta un vecino.

El lugar quedó marcado luego de este nuevo asesinato. Gissela Borrero iba a convertirse en una arrendataria de ese edificio y antes de firmar el contrato le advirtieron sobre la masacre que se perpetró y decidió no hacerlo.

“Yo me iba a pasar a vivir allá, pero, alguien me dijo que había sucedido una masacre y que luego una mujer murió delante de su hija. A mí me llama la atención quedarse una noche ahí para saber qué pasa ahí”, dijo a EL TIEMPO.

Dairon Bueno, quien vive al frente de la vivienda de la masacre desde hace 20 años, contó que las personas no duran mucho en esos apartamentos, porque, al parecer, asustan en la noche.

“La gente dice que asustan en la noche, que se escuchan maras, se sienten pasos y que se cierran las puertas todo el tiempo, dicen que todavía quedan las almas penando”, contó

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