“Yo estoy vivo de milagro”, expresó Elhier David Nieto de 33 años, quien es originario de la región de Los Llanos, en la zona central de Venezuela y logró salir unas horas antes del incendio en la estación provisional del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad Juárez, México, ocurrido la noche del lunes.
El migrante vive actualmente fuera del INM, junto con su esposa y su pequeño hijo de 2 años, y es ahí en donde cuenta que el lunes estaba en las oficinas de Migración, ya que fue detenido cuando se acercó con su familia a pedir ayuda.
“El lunes yo pedí ayuda para comer porque no tenía plata, no tenía nada. Al llegar a migración me dijeron que me iban a trasladar a un refugio y nos detuvieron un rato. Yo hablé con mi esposa y decidimos salirnos. Como cosa de Dios yo salí antes, unas horas antes de las 5 o 6 de la tarde. Yo estoy vivo de milagro”, contó a EL UNIVERSAL.
“Quizás hubiéramos sido nosotros, mi bebé o yo”
Fue alrededor de las diez de la noche que Elhier se enteró que en las oficinas del INM, de donde había salido minutos antes, había un incendio y que muchos de los migrantes con los que él convivió habían fallecido.
“Me siento muy mal porque quizás hubiéramos sido nosotros, mi bebé o yo. Le pido a Dios que tenga misericordia de nosotros, que esto no quede impune porque no somos perros, no somos animales, somos seres humanos y todos tenemos derechos”, añandió.
Aunque sólo estuvo unas horas afuera del INM el hombre de 33 años, asegura que la experiencia de estar dentro del instituto no fue agradable para él, ya que le quitaron todas sus pertenencias y aunque les dicen que es un albergue o un espacio temporal mientras son trasladados a un refugio u otro estado, se trata en realidad de una cárcel.
“Te quitan los zapatos, te desnudan, ellos no dejan pasar nada cuando uno lo aíslan en una celda como si fuera un delincuente”, menciona.
Desde la noche del martes vive en una casa de campaña frente al INM y asegura que no se moverá de ese lugar, ya que tienen miedo de ser detenidos por alguna autoridad y su realidad sigue siendo el cruzar a los Estados Unidos.
“Tengo a mi esposa con una enfermedad, tengo a mi bebé, tenemos apenas diez días aquí, pero no queremos regresar a Venezuela y la intención es quedarnos aquí porque no estamos seguros en los albergues ni en ningún otro lado”.