He dicho antes en este espacio que la generación que está más conectada a través de las redes y tiene más interacciones virtuales es menos proclive a los asuntos del catre, como lo demuestran varios estudios.
Sin embargo, también es verdad que la tecnología puede jugar a favor del placer y, sobre todo, de la imaginación.
Hace poco leí que el 74 por ciento de los estadounidenses dicen que intercambian mensajes de tipo sexual con sus parejas a través de aplicaciones de chat y me parece justo mencionar sobre este nuevo escenario que el ejercicio de crear imaginarios sobre el aquello junto con otra persona –o varias–, sin llegar a aterrizarlos al plano físico, podría elevar el plano de las fantasías sexuales a otro nivel.
Desde hace algunos años, los expertos le llaman a este intercambio de deseos fantasiosos sexting y de acuerdo con algunas investigaciones esto se estaría convirtiendo “en un nuevo, pero típico, paso en una relación romántica o sexual”.
Es más, un estudio de hace algunos años, publicado en la revista International Sex Survey, concluyó que los estadounidenses son los sexters más prolíficos del planeta, seguidos por los sudafricanos. Mientras que los japoneses y surcoreanos son los que menos envían mensajes atrevidos a sus parejas.
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