Bukes Saliu se levanta muy temprano todos los días para sortear el espantoso tráfico de Lagos y llegar a un trabajo poco habitual para una mujer en Nigeria. Es operaria de un montacargas en uno de los concurridos almacenes de esta ciudad costera y antigua capital local, una tarea tradicionalmente reservada a los hombres en este país de África occidental.
En una nación donde tradicionalmente se considera a las mujeres «ciudadanas de segunda clase» y se espera que sus actividades se limiten al hogar y la cocina, Saliu no deja que las normas patriarcales la encasillen.
“La gente siempre se emociona cuando les cuento lo que hago. A veces recibo comentarios sarcásticos de algunos hombres con los que trabajo, pero no dejo que eso me afecte», dijo Saliu en la empresa donde trabaja en Lagos, una populosa ciudad costera del sureste de Nigeria, con unos 15 millones de habitantes.
En agosto de 2022, le picó la curiosidad cuando vio un mensaje de WhatsApp de una amiga en el que aparecía una mujer posando con confianza junto a uno de estos vehículos que levantan cargas y las mueven de un lugar a otro. Eso despertó su interés por el trabajo. Poco después, se matriculó en un curso de formación para convertirse en operaria cualificada de estos elevadores mecánicos.
“Para mí fue un cambio de rumbo profesional. Antes era gestora de proyectos en una organización sin ánimo de lucro, pero dejé el trabajo para ser operaria de montacargas. El primer día que empecé a trabajar tenía un poco de miedo, pero ahora manejo la máquina como lo haría cualquier otro hombre. Creo que hay que permitir a las mujeres sentarse a la mesa porque aportan perspectivas, ideas y experiencias diferentes”, añadió.
El patriarcado vive en Nigeria
La discriminación de la mujer ha sido un grave problema en Nigeria. A pesar de que la Constitución del país establece la paridad de género y la no discriminación, las mujeres siguen enfrentándose a numerosos retos y son marginadas.
Las mujeres se enfrentan a una mayor carga de violencia y a diferentes tipos de prejuicios, lo que crea obstáculos significativos en su búsqueda de la igualdad de género. Esto se debe con frecuencia a leyes injustas, tradiciones religiosas y culturales, estereotipos de género, oportunidades educativas limitadas y el impacto desigual de la pobreza en las mujeres.
El gobierno ha intentado abordar estas cuestiones profundamente arraigadas, pero el ritmo de progreso sigue siendo lento. La representación de las mujeres en la política y en las esferas de toma de decisiones sigue siendo escasa.
Por ejemplo, de un total de 15 307 candidatos en las elecciones generales de 2023, solo 1550 eran mujeres. Solo tres mujeres fueron elegidas senadoras, frente a las nueve de las últimas elecciones, y solo una se presentó como candidata presidencial.
Frecuentemente de excluye a las mujeres de las perspectivas económicas.
En este país de más de 200 millones de habitantes de Nigeria, de los que 60,5 millones constituyen la población económicamente activa. De esta mano de obra, alrededor de 27,1 millones son mujeres, una parte significativa de las cuales trabaja en empleos de baja cualificación.
Nigeria ocupa el puesto 123 de 156 países en el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial.
Nadar a contracorriente
Un número limitado de mujeres desafía las normas de género convencionales para ganarse la vida, ocupando puestos dominados por los hombres en Nigeria. Sin embargo, esta transición suele toparse con resistencia y reacciones negativas.
En 2021, Iyeyemi Adediran logró notoriedad por su empleo alejado de estereotipos: la conducción de camiones de gran tonelaje para empresas petroleras, en la que era especialmente experta.
Sin embargo, a pesar de su notable destreza, la joven de 26 años contó que se enfrentó a comentarios despectivos por atreverse a romper las normas de género asociadas a la conducción de camiones, una ocupación tradicionalmente considerada tarea reservada a los hombres.
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En 2015, Sandra Aguebor, la primera mujer mecánica de Nigeria, también se hizo famosa por su cadena de talleres exclusivamente femeninos en todo el país. Sin embargo, reveló que al principio su madre no apoyaba sus ambiciones, pues creía que reparar automóviles solo debían hacerlo los hombres.
Faith Oyita, una zapatera del estado nigeriano de Benue, no deja que las normas patriarcales la detengan. Ella trabaja en Aba, un mercado en crecimiento que domina la industria zapatera, en el sureste del país, y que está dominado por hombres.
Pero esta mujer está decidida a hacerse un nombre esa industria desde 2015, aunque resida a kilómetros de distancia, y asegura que ya ha formado a más de 300 personas en la fabricación de zapatos.
«Cuando empecé, no me importaban los retos que conllevaba la fabricación de zapatos. Me apasionaba y quería embellecer las piernas de la gente. Aunque era un oficio dominado por los hombres, estaba decidida a hacer las cosas de otra manera. Sabía que la grandeza no nace de la comodidad”, dijo Oyita a IPS.
Al principio, recordó, “mucha gente se preguntaba por qué había elegido la zapatería”.
“Incluso el hombre que me enseñó el oficio dudaba de mi potencial. Yo era la única mujer entre todos sus aprendices, y muchos supusieron que había venido porque quería salir con él. A pesar de todos los comentarios negativos, nunca me di por vencida», dijo.
El patriarcado llegó con el colonialismo
Mucho de lo que ocurre hoy no es como vivían originalmente sus vidas las mujeres nigerianas. En realidad, el patriarcado entró en la sociedad del país durante la época colonial, aseguran especialistas en el tema, que terminó con la independencia del país en 1960 del actual Reino Unido.
“Antes de la colonización, tanto hombres como mujeres podían hacer cosas sin restricciones de género. Históricamente, las mujeres participaban en el comercio de bienes y servicios, e incluso podían casarse con varias esposas”, explicó Añuli Aniebo Ola-Olaniyi, directora ejecutiva de la organización Heir Women Hub (Centro de Mujeres Herederas).
«Sin embargo, cuando llegaron los colonizadores, distorsionaron nuestra cultura y, utilizando la religión, promovieron la idea de que los hombres tenían más poder”, dijo en una entrevista con IPS.
Para la activista, “debemos esforzarnos por corregir esta narrativa. Es lamentable que nos hayan socializado para creer que los hombres siempre deben ocupar puestos de liderazgo y que las mujeres solo deben estar en casa de un hombre”.
Ola-Olaniyi afirma que las mujeres que quieren romper las normas de género deben cambiar de mentalidad y estar preparadas para afrontar los retos.
«El país que nos colonizó (Reino Unido) tiene a sus mujeres conduciendo autobuses y pilotando aviones. Han progresado desde que nos colonizaron. Pero Nigeria no ha conseguido empoderar a sus mujeres”, comentó.
“Cuando una mujer nigeriana hace algo que tradicionalmente se considera solo para hombres, se ve como un gran logro. Sin embargo, ella siempre ha sido capaz de hacer esas cosas. Lo que ocurre es que no ha tenido oportunidades. Ni siquiera creo que se trate de un cambio en los roles de género. Creo que las mujeres simplemente están empezando a darse cuenta de su potencial», planteó.
T: MF / ED: EG
IPS