El chavismo tiene un gran problema, su “mejor candidato” apenas sobrepasa las dos cifras porcentuales, sin lograr mejorar a pesar de los magnánimos esfuerzos mediáticos.
Y ese es otro problema para ellos, entre la incapacidad supina (intencional e inercial), recurren a las campañas mediáticas para tergiversar la realidad, una realidad “intergiversable”. Más allá de Maduro, el castrismo venezolano no cuenta con una figura de relevo.
La oposición se encuentra en una situación muy distinta, considerando posee la única figura política con aceptación ciudadana, única con intención de voto in crescendo.
María Corina Machado, sin embargo, la realidad de este sector se asemeja a la del chavismo en cuanto más allá de ella tampoco existe otra figura que pueda secundarla, ni remotamente.
El panorama opositor se convierte en un pantano lúgubre al darnos cuenta que el G4+ apuesta a la inhabilitación de Machado con las falsas esperanzas de ocupar su lugar, al parecer, no se dan cuenta que los venezolanos solo la desean a ella al frente de la oposición, por eso el rotundo éxito de las primarias.
Sacarla del juego electoral significa entregar las presidenciales al chavismo, a menos claro que ese sea el pacto del inefable G4+ con el régimen, en realidad, nada nos sorprende de estos.
Somos de los que asegura María Corina Machado no será habilitada, pues para el régimen sería lo mismo que dimitir.
Ahora bien, aprovecha la necesidad occidental de nuestra energía y la reactivación paulatina de Pdvsa, gracias al levantamiento de sanciones, para que más adelante, al patear la mesa, los actos punitivos internacionales (si lo hay) tomen otro rumbo o simplemente la comunidad internacional se vea obligada a reconocer unas presidenciales ilegales e ilegítimas.
La aparente paz política que inundó al país al finalizar el 2023, estamos seguro, se corresponde con la estrategia de ganar tiempo, especialidad del chavismo, mientras dilucida lo electoral aguas adentro, en conclusión, Maduro será envestido como candidato, pues “así lo quiso Chávez” en su última alocución al país en diciembre 2012.
En la “política oculta” el chavismo se maneja como pez en el agua con sus aliados (por conveniencia) de China, Rusia, Irán, etc. quienes facilitan sus andanzas económicas por el mundo.
El castrismo venezolano está blindado, la sospechosa desidia del interinato guaidoniano permitió al régimen sobreponerse a las sanciones y a la renta petrolera tradicional, por eso, si el chavismo decide no realizar cambios conforme a las exigencias internacionales, pues ya sabe qué hacer… continuar por el mismo sendero que transita hoy sin sobresaltos.
La oposición, por otro lado, sigue de manos cruzadas, va dócilmente tras la agenda del régimen y la inútil doctrina democrática internacional como presunto antídoto contra regímenes tiránicos.
Hacemos mención a todo esto porque cuando el régimen analice sus posibilidades se dará cuenta que Maduro es el menos malo (que es mucho decir) porque obtuvo la “bendición” de su máxima figura, Chávez.
Sustituirlo por otro rostro sería enterrar a Chávez para siempre, se cuestionaría “su legado” pues estarían creando una nueva corriente que, aunque seguramente continuaría con el castrismo criollo, rendiría culto a otra personalidad, por lo que vemos muy difícil esto suceda, el castrismo es sinónimo de idolatría, de personificación, de mesianismo.
Así, el chavismo intenta levantar la economía al estilo chino, tratando de mantener la misma casta política concediendo libertades económicas y garantías/seguridad jurídica así sea puntualmente, solo está, como siempre, ganado tiempo mientras descifra la fórmula.
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Leandro Rodríguez Linárez es Politólogo / Articulista de opinión