Aunque es muy cierto que la libertad de expresión no es un derecho exclusivo de los periodistas y los medios de comunicación, la implantación de un modelo de censura muy sofisticado, de larga data y profundas ramificaciones, ha conducido a Venezuela a un grave problema de conocimiento sobre el acontecer noticioso, que el Instituto de Prensa y Sociedad (Ipys) califica como desierto de información.
La periodista venezolana Marianela Balbi es la directora ejecutiva de Ipys, una organización que se define como promotora, defensora y formadora en materia de libertad de expresión, que aparte de sustentar y visualizar los casos de censura, también ha realizado una de las investigaciones más relevantes sobre la realidad informativa en Venezuela: el Atlas del Silencio.
En los dos últimos años, los resultados de este informe permiten precisar que en Venezuela 1.753.674 ciudadanos han perdido la posibilidad de expresarse y estar informados, según los derechos enmarcados en la Constitución Bolivariana de Venezuela.
Por estas razones, lapatilla.com conversó con la periodista Marianela Balbi, a propósito del Día del Periodista en Venezuela, que se celebrará el próximo 27 de junio.
¿Cuál es el valor de la libertad de expresión como derecho fundamental en una democracia?
– La democracia y la libertad de expresión están indefectiblemente mezcladas, unidas. La una no puede concebirse sin la otra. La libertad de expresión es ese principio fundamental que atraviesa transversalmente a todos los demás derechos humanos, porque puede asegurar -cuando podemos ejercerla a plenitud- que todo abuso contra cualquier otra forma de libertad a la que aspira el ser democrático, sea conocida y se puedan cambiar las cosas.
Por eso decimos que la salud de la democracia será el reflejo del estado de la libertad de expresión. La democracia no puede respirar sin libertad de expresión.
¿Existe libertad de expresión en Venezuela?
– A pesar de que el Gobierno se ha empeñado en disfrazarse de demócrata y de evadir su responsabilidad directa en las restricciones a la libertad de expresión, podemos afirmar que en Venezuela ese derecho está conculcado.
El Estado no sólo no ha reconocido las advertencias de las relatorías de libertad de expresión de la ONU y la OEA sobre las violaciones a la libertad de expresión, sino que desechó las 27 recomendaciones que le hicieron las misiones diplomáticas en el más reciente Examen Periódico Universal de Derechos Humanos.
Su narrativa se basa en que existen “sus” medios de comunicación. Pero eso no es suficiente. La libertad de expresión es el derecho a decir lo que pienso y a que se me garantice que nada me ocurrirá por expresarlo. Pero debe garantizar la pluralidad y la diversidad de voces, el derecho a estar informado, la existencia amplia de medios y el ejercicio pleno de la profesión del periodismo para todos, no sólo para sus seguidores.
¿Cómo se determina si hay o no libertad de expresión?
– Existen estándares internacionales que determinan garantías para la libertad de expresión como, por ejemplo, que es un derecho inalienable inherente a todas las personas. Que toda persona tiene el derecho a buscar, recibir y difundir información y opiniones libremente, que el acceso a la información en poder del Estado es un derecho fundamental de los individuos, que está prohibida por la ley la censura previa y la presión para evitar cualquier opinión o información, que la intimidación y amenaza a los periodistas coarta la libertad de expresión, que las leyes de privacidad no deben inhibir ni restringir la investigación y difusión de información de interés público, que los funcionarios públicos están sujetos a un mayor escrutinio por parte de la sociedad, que las asignaciones de radio y televisión deben considerar criterios democráticos que garanticen una igualdad de oportunidades.
Si repasáramos esta lista de estándares, podemos concluir que en Venezuela no hay libertad de expresión.
¿Cuál es la función del periodista para la supervivencia de la democracia?
– Su función es esencial, porque está llamado a ser testigo de excepción y actor principal en la labor de vigilancia y escrutinio del poder público que puede impulsar la transparencia de la gestión pública.
Los periodistas son fundamentales en la construcción y sostenimiento de sociedades democráticas, y por esa razón fueron incluidos entre los actores necesarios para el desarrollo de sociedades fuertes institucionalmente, como lo establece el Objetivo de Desarrollo Sostenible 16.10.01. De allí la importancia de garantizar su seguridad y darle garantías para su trabajo independiente.
Es cierto que la libertad de expresión no es un derecho sólo de los periodistas y de los medios, pero es un actor que impulsa el derecho a que cada ser humano pueda expresar su propia perspectiva de las cosas, aunque no le guste a los demás, pueda comunicarme con los otros, pueda debatir y deliberar. Por lo tanto, los periodistas son relevantes para garantizar la pluralidad y diversidad de voces que necesita toda sociedad democrática.
¿Ha causado algún impacto el informe Atlas del Silencio de Ipys?
– La fotografía que hemos hecho de los desiertos de noticias en Venezuela, refleja cómo la implantación de un modelo de censura muy sofisticado, de larga data y profundas ramificaciones logra destruir un ecosistema de medios locales provocando mucho silencio, autocensura y opacidad, en los municipios más pequeños, más apartados de los centros urbanos, más pobres, más desprotegidos, más vulnerables.
La exclusión de más de 7 millones de venezolanos de la posibilidad de tener un medio para expresarse y para informarse reafirma las desigualdades, las brechas informativas que existen en Venezuela. Eso es lo que está denunciando el Atlas del Silencio.
¿Cómo ha sido la experiencia en la elaboración de este informe?
– Ha sido una experiencia muy exigente, multidisciplinaria y fructífera que convocó a más de 70 profesionales de los ámbitos del periodismo, la informática, el diseño, la estadística, para llegar a este producto.
Juntos trabajamos en la definición de la metodología, el monitoreo del trabajo de campo, y después, el análisis de los resultados. Analizamos el acceso a la información local con cobertura diaria en Venezuela.
Para ello aplicamos una encuesta digital dirigida a trabajadores de medios de comunicación en los 24 estados del país. Logramos llegar a los 335 municipios y a las parroquias de La Guaira y Distrito Capital, gracias al trabajo de nuestra Red de Corresponsales y Colaboradores de Ipys Venezuela.
También promovimos la participación de los ciudadanos, a través de una consulta a los habitantes de todas las localidades para conocer cómo ellos perciben el acceso a noticias locales en sus comunidades.
¿Dónde se acentúa el desierto de noticias en Venezuela? ¿Qué lo ha originado?
– El resultado del estudio más impactante es que 7.025.427 venezolanos (21% de la población) viven en desiertos de noticias. Es decir, en alguna de las 133 localidades que, de acuerdo con esta investigación, pueden catalogarse como desiertos informativos.
El dato, pasmoso, supone un incremento sustancial de la aridez informativa con respecto a la primera edición de la investigación, que hace dos años, en 2020, arrojó que eran 5.271.753 venezolanos en desiertos de noticias. Vemos con alarma que aumentó el porcentaje de población venezolana que vive en desiertos.
Desde el último levantamiento de Ipys Venezuela, realizado hace dos años, la crisis informativa en el país se ha agudizado. Las zonas más afectadas siguen siendo los municipios más pequeños, las zonas de fronteras, las regiones más apartadas de los centros urbanos.
¿Se puede revertir ese desierto noticias en Venezuela? ¿Cómo hacerlo?
– Estas cifras deben llamar la atención de los periodistas, los académicos, el Estado, las instituciones públicas y privadas, porque sin medios de comunicación no hay sociedad que resista los embates del autoritarismo y no será posible restablecer la democracia en Venezuela.
Es necesario estar informados y contar con medios, por ejemplo, para la mejor toma de decisiones en un contexto electoral verdaderamente libre, transparente y competitivo.
La manera de revertir estos desiertos es estimulando la creación de nuevos medios e iniciativas para el periodismo y la información, repoblar esos terrenos con emprendimientos de noticias que atiendan las necesidades de información local. Pero lo más importante es que se garanticen las condiciones para el desarrollo de estas iniciativas con plena libertad, con total seguridad, con garantías de una economía local que respalde estas ideas y un Estado que respete los valores democráticos de la libertad de expresión.