Cuando el segmento de alto nivel del 77 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU comience este martes 20 de septiembre, la lista oficial de oradores incluye a 92 jefes de Estado y 56 jefes de gobierno.
Pero en ella no aparecen los «sospechosos habituales», en su mayoría líderes de regímenes autoritarios, el ruso Vladimir Putin, el chino Xi Jinping, el norcoreano Kim Jong-un, el sirio Bashar al Assad, el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman y los denostados militares golpistas de Myanmar.
Algunos de estos autócratas están acusados de crímenes de guerra, genocidio, abusos de los derechos humanos, persecución contra periodistas y represión al empoderamiento de la mujer y a las organizaciones de la sociedad civil, todo ello en contra de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Un diplomático occidental, que habló bajo condición de anonimato, describió a los ausentes como «una verdadera galería de pícaros políticos».
Y mientras los líderes mundiales se reúnen, la ONU también entrará en modo de bloqueo durante las jornadas de su participación, con los movimientos dentro de la Secretaría General severamente restringidos y el edificio como una virtual «zona de exclusión aérea».
Thomas G. Weiss, un distinguido especialista en relaciones internacionales y gobernanza global, con especial experiencia en la política de las Naciones Unidas, dijo a IPS: «No creo que se pueda especular mucho con sus ausencias, ya que se han mantenido en sesiones anteriores» de la Asamblea General.
«La Asamblea General es un foro de igualdad de oportunidades: los matones y los campeones tienen el podio y no necesitan respetar los límites de tiempo», dijo Weiss, quien ha sido profesor en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y director emérito del Instituto Ralph Bunche de Estudios Internacionales.
Otros líderes autoritarios que pasaron de comparecer ante la ONU en épocas pasadas fueron el iraquí Saddam Hussein, el sirio Hafez al Assad, y los norcoreanos Kim Jong-il y Kim Il-Sung.
También lo hicieron algunos líderes de Occidente, como Alemania, que por razones inexplicables evadieron las sesiones de la ONU y enviaron a su segundo al mando.
Pero el cubano Fidel Castro, el libio Muammar Gadafi y el palestino Yasir Arafat sí se dirigieron a la Asamblea General (AG) durante los años 60 y 70.
Samir Sanbar, exsubsecretario general de la ONU y antiguo jefe del Departamento de Información Pública, dijo a IPS que el nivel de participación y el alcance de la cobertura reflejarán en la próxima Asamblea General el grado de relevancia de la ONU en estos tiempos inciertos de desorden internacional.
Dijo que «los distinguidos oradores tratarán de presentar sus credenciales nacionales a un público internacional y mostrar su prestigio internacional a su público nacional».
«A pesar de la retórica política, incluso los jefes de Estado que critican públicamente a las Naciones Unidas encuentran una necesidad personal de presentarse en ellas», señaló.
Sanbar señaló que el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha atacado persistentemente a la ONU, apareció en la mesa principal del almuerzo de apertura de la Asamblea General, como jefe del país anfitrión, y más tarde dio la bienvenida a varios jefes de Estado visitantes en su cercana residencia en la Torre Trump.
El presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, buscaría mantener el lugar habitual de su país como primer orador. En el pasado, el libio Gadafi marcó su asistencia a la AG rompiendo teatralmente la Carta de la ONU. Pero aun así intentó mantener a su delegado Abdel Salam Ali Treki como presidente de esa misma sesión de la Asamblea General.
Esperemos que la asistencia de tantos jefes de Estado y de gobierno en esta sesión atraiga más cobertura e interés público que en los dos últimos años, en los que las instalaciones de la ONU estuvieron en cierre físico total o parcial por la pandemia de covid-19.
«Como se recordará, las declaraciones de más de 90 jefes de Estado en una sesión anterior no recibieron ni una sola mención, mientras que varios participantes se marcharon a un ‘Concierto Global’ en Central Park», dijo Sanbar, que sirvió con cinco secretarios generales diferentes durante su carrera en la ONU.
Andreas Bummel, director ejecutivo de Democracia Sin Fronteras, dijo a IPS que es triste que la ONU sirva como escenario para que los autócratas totalitarios difundan su propaganda.
«El hecho de que acudan o no a Nueva York para hacerlo cada septiembre puede depender de muchas variables. Hay que analizar cada caso por separado. En términos generales, si no vienen, creo que no hay que darle demasiada importancia», señaló.
El portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, dijo 9 de septiembre que «el ambiente dentro de la Secretaría de la ONU es de negocios y muy ocupado, como lo hacemos antes de cualquier Asamblea General. Por supuesto, esta es la primera Asamblea General que tenemos en persona desde 2019. Por lo tanto, crea una sensación de emoción y un retorno a la presencia personal».
«Creo que el mensaje es mirar a nuestro alrededor y observar todos los retos a los que nos enfrentamos hoy en día. Ninguno de ellos puede ser resuelto unilateralmente por un solo país. Tanto si se mira el cambio climático, como si se mira el conflicto, el hambre, que están todos interrelacionados, no sé qué más… qué mayor definición podemos dar que problemas multilaterales que necesitan soluciones multilaterales», argumentó.
«Y esperamos que los Estados miembros vuelvan a comprometerse a encontrar soluciones para las generaciones futuras y para estas generaciones en un ambiente de cooperación, aunque sigan discrepando en muchas cuestiones», declaró Dujarric.
En la clausura del 76 período de sesiones de la Asamblea General, el secretario general, António Guterres, dijo que el actual período de sesiones, al igual que el anterior, está marcado por una serie de desafíos cada vez más profundos.
«El aumento de los precios, la erosión del poder adquisitivo, la creciente inseguridad alimentaria y las sombras crecientes de una recesión mundial, además de una pandemia mundial que se niega a ser derrotada y la aparición de otra emergencia sanitaria con la viruela del mono», planteó.
Ello junto con «olas de calor mortales, tormentas, inundaciones y otros desastres naturales», añadió.
Sobre la 77 sesión de la Asamblea General, Guterres consideró que ella seguirá poniendo a prueba el sistema multilateral “como nunca antes”.
«Y seguirá poniendo a prueba la cohesión y la confianza entre los Estados miembros. El camino que queda por delante será difícil e imprevisible», sentenció.
«Pero utilizando las herramientas de nuestro oficio —diplomacia, negociación y compromiso— podemos seguir apoyando a las personas y a las comunidades de todo el mundo. Podemos allanar el camino hacia un futuro mejor y más pacífico para todas las personas», puntualizó.
Y concluyó: «Podemos renovar la fe en las Naciones Unidas y en el sistema multilateral, que siguen siendo la mejor esperanza de la humanidad».