López en Bogotá

Redaccion El Tequeno

Fue clave el momento escogido por Leopoldo López para hacerse presente en Bogotá. Acaba de tener lugar en nuestro país la farsa más grande que haya podido montar gobierno alguno en el continente con un proceso electoral turbio, amañado, ilegal y fraudulento. Su visita coincide, igualmente, con el instante en que los venezolanos que aspiran a una patria libre se están sumando a una consulta que rendirá el fruto de mostrar al mundo, y al país por igual, qué tan vasta y participativa es la masa de connacionales que desean dar por terminado el oprobio que representa el régimen de Nicolás Maduro.

La visita le está permitiendo al líder demócrata venezolano subrayar el hecho de que solo con una decidida participación de la comunidad internacional unida a la batalla libertaria de los venezolanos de bien será posible eyectar del poder a quienes mantienen secuestrado a un país y doblegada y empobrecida a su población, a través del ejercicio dictatorial más abyecto e ignominioso, de la corrupción rampante y de la constante e inhumana violación de los derechos de los ciudadanos. La dramática historia reciente del dirigente y su familia se yergue como la más patética demostración de la ignominia que allí impera. Así lo reconoció de viva voz el propio presidente Iván Duque.

López, sin embargo, no utilizará su tiempo solo para hacer evidente y ponerle volumen a lo que ocurre más allá del Arauca. Sus días en suelo neogranadino le servirán, por igual, para percatarse hasta cuál punto la tentacularidad del régimen venezolano ha estado permeando la realidad colombiana, como se las están agenciando las fuerzas del mal asociadas al régimen comunista para fortalecer y financiar las izquierdas colombianas y, mucho peor que eso, cómo la violencia criminal ha retornado a las calles de las ciudades y al campo colombiano gracias a la comandita armada entre el castro-chavismo que opera desde Caracas con la insurgencia guerrillera y el terrorismo colombiano y otras fuerzas perversas que se han anclado en esa tierra.

Le servirá la visita a López para alzar su voz hacia Estados Unidos –donde es bien escuchado– y subrayarles cómo entre los dos países se está armando todo un eje desestabilizador regional, con participación de naciones como Irán, que potenciará el antiamericanismo y será el caldo de cultivo ideal para despertar divisiones y desentendimientos entre los países del continente, justo en el momento histórico en el que el nuevo presidente Joe Biden pondrá a marchar sus alfiles para reconstruir su presencia en nuestro continente.

Por último, a López las horas que pase en el país vecino no le serán suficientes para agradecer a sus ciudadanos y a sus líderes la solidaridad que han exhibido ante la gigantesca diáspora venezolana que ha encontrado allí un cálido lugar de asiento. Y estrechará con calor las manos de tantos cachacos, paisas y costeños empeñados en hacerles la vida digna a nuestros compatriotas emigrados.

En fin, ha sido bueno el momento escogido por Leopoldo López para cumplir con el sagrado deber de solidaridad y hermandad que nos ata con los vecinos.

Beatriz De Majo

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