Los colombianos deportados se defienden de las acusaciones de Trump: «Es una vil calumnia llamarnos narcotraficantes y criminales»

Redaccion El Tequeno

Ninguno tiene antecedentes penales ni deudas pendientes con la Justicia estadounidense y de los 201 migrantes colombianos deportados esta semana a bordo de aviones enviados por Gustavo Petro, 42 son menores de edad, según cifras del presidente. Sus padres cometieron el delito, y así lo reconocieron, de entrar a Estados Unidos de manera ilegal. Pero, según ellos mismos y el departamento de Migración de Colombia, no son «asesinos, violadores, narcotraficantes», como los califica Donald Trump. Se trata de hombres y mujeres de distinto estrato social que, según manifestaron al pisar su país natal, solo buscaban un futuro mejor para los suyos.

Por EL MUNDO DE ESPAÑA

«Tenía un buen trabajo en Colombia, pero uno es ambicioso», explicó un ingeniero mecatrónico, expulsado el pasado 28 de enero, que se identificó como Daniel B. «Decir que somos delincuentes porque cruzamos la frontera, puede tener sentido desde su perspectiva. Pero llamarnos narcotraficantes o criminales, es una generalización injusta, una vil calumnia«.

Después de acusarles de los crímenes antes citados, el nuevo inquilino de la Casa Blanca dio un viraje y mostró su cara amable, aunque con una dosis de veneno. Alegó que la nación sudamericana envió «su avión presidencial para recoger a los migrantes porque no querían molestarnos. Eso hicieron y lo destaco. Realmente aprecio a las personas de Colombia, son maravillosas y sus representantes han actuado bien». El mensaje no debió sentar bien a Gustavo Petro, que quiso vender como un gesto humanitario y no un acto de claudicación, el dejar la aeronave asignada al Jefe de Estado para transportar a sus compatriotas en condiciones dignas.

Para la oposición, sin embargo, resulta innecesario destinar fondos públicos a unos vuelos que siempre corren por cuenta del erario estadounidense. Y responsabilizó al presidente de haber llevado al país al borde de una debacle económica por practicar una agresiva diplomacia de redes sociales a horas intempestivas.

«O le quitan el celular (móvil) al presidente, o le garantizan que va a haber un adulto responsable que le ponga control cuando entra en esos momentos de efervescencia por no usar otros adjetivos», dijo a la revista Semana el ex presidente Iván Duque.

Es la primera ocasión en que Petro provoca una crisis con Washington por los migrantes, a pesar de que en 2024 y bajo la Administración Joe Biden, fueron deportados 14.199 colombianos, esposados de pies y manos. Algunos protestaron por las condiciones que sufrían en el trayecto, pero nunca tuvieron eco en el Palacio de Nariño. Y este mismo año, mientras el demócrata seguía al mando del Gobierno, otros 471 ciudadanos corrieron la misma suerte.

El acoso no es solo para los ilegales. «La crisis ha generado miedo entre los colombianos que viven en Estados Unidos y algunos, pendientes de viajar, han recibido notificaciones de que sus visas han sido suspendidas«, comentaba un residente en Miami. Y esta semana se multiplicaron las quejas de colombianos que son sometidos a largos y exhaustivos interrogatorios en los aeropuertos de las ciudades de destino en Estados Unidos por parte de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

El propio Luis Gilberto Murillo, que fue embajador en Washington y ocupó la cartera de Exteriores hasta horas antes de su vuelo del martes pasado, debió recurrir a altos funcionarios de la Casa Blanca para obtener un permiso de ingreso especial. Solo así pudo sortear los obstáculos de las autoridades aeroportuarias y cumplir una agenda oficial que tenían como propósito restablecer las relaciones entre ambas naciones.

De ahí que el Banco Mundial y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), así como distintas instituciones, hayan recomendado a sus empleados colombianos postergar los viajes tanto de entrada como de salida de Estados Unidos hasta que amaine la tormenta.

Y no parece que se vaya a disipar pronto. En el acto de toma de posesión de Laura Sarabia, polémica nueva ministra de Exteriores, el mandatario del socialista Pacto Histórico volvió a desenterrar el hacha de guerra. Aseguró que su Gobierno no será un apéndice de la Casa Blanca y que estamos como en 1933, deslizando que Donald Trump se parece a Adolfo Hitler y su movimiento nazi.

«Una gran parte del país piensa que Gustavo Petro seguirá cayendo (en apoyo popular). Piensan que tuvo una muy mala salida que afectó a la economía, la migración legal de colombianos y la tranquilidad de las personas que de una u otra manera, por razones económicas o familiares, tienen vínculos con esa nación», cuenta a EL MUNDO Carlos Suárez, director de la firma Estrategia y Poder. «Pero Petro mantiene una importante base popular, sin ninguna relación con Estados Unidos, y para su pensamiento radical puede resultar positiva la confrontación con Trump, es subir el perfil a quien pelea con el imperio. Y es parte de la polarización que genera Petro».

En cuanto a Sarabia, un centenar de académicos, investigadores y antiguos diplomáticos dirigieron a Petro una carta protestando por su nombramiento. «Esa designación transgrede principios fundamentales de transparencia, el mérito y el profesionalismo que suponen el ejercicio y liderazgo de la política exterior del país», reza un párrafo de la misiva. Politóloga de 30 años y sin experiencia internacional alguna, ha estado envuelta en varios escándalos que salpican al presidente, lo que no ha impedido que ocupe altos cargos y haya sido una ficha más importante en el Ejecutivo que la mayoría de los ministros.

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