Los desafíos de negociar el retorno a la democracia en Venezuela

Redaccion El Tequeno

Colette Capriles, politóloga y profesora de Filosofía Política de la Universidad Simón Bolívar, y Roberto Patiño, fundador y director de Alimenta la Solidaridad, participaron este martes en un debate sobre los desafíos de negociar el retorno a la democracia en Venezuela, organizado por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos.

Discutieron sobre el informe Negociando un retorno a la democracia en Venezuela, perspectivas de participantes en las negociaciones de Oslo-Barbados de 2019, elaborado por Geoff Ramsey, Keith Mines, David Smilde y Steve Hege. En el texto, se presentó una serie de recomendaciones para el proceso que podría comenzar en el incierto escenario político venezolano.

El conflicto no es intratable

Capriles dijo que el conflicto en Venezuela no es intratable. Explicó que las partes recurren en ultima instancia a un mecanismo que, aunque no ha logrado los objetivos explícitos, sí ha construido progresivamente algunos fundamentos, frágiles aún, para avanzar a una solución política en Venezuela.

Dijo que tanto el chavismo como la oposición coinciden en el objetivo de alcanzar elecciones justas y competitivas como método para distribuir el poder. Sin embargo, el significado no es el mismo para ambos factores.

“Para la oposición significa elecciones con garantías institucionales y políticas para participar y hacer respetar los resultados. Pero para el chavismo competir significa llegar a unas elecciones habiendo desarrollado su gestión de gobierno sin las restricciones que le imponen las sanciones, que presuntamente serían la causa de su mala gestión y de su impopularidad. Esa ecuación resume el nudo de la zona del posible acuerdo en cualquier proceso futuro”, expuso.

Las debilidades de la negociación

La politóloga señaló que parte de las debilidades que ha tenido el proceso de negociación es que su agenda, al estar centrada estrictamente en la política, en la demanda de cambio político y las resistencias, deja por fuera otras exigencias de gobernanza o de restitución del Estado de derecho.

Por lo tanto, agregó, esos aspectos tendrían un significado directo en la población y producirían confianza hacia la idea de una solución negociada al conflicto y, al crear un acompañamiento colectivo al proceso, se pudiera disminuir el impacto del spoiler o de los sectores que a cada lado se esforzaban por impedir o hacer fracasar la negociación.

“La inclusión de otros actores en el campo de la negociación es la que resulta más complicada. La experiencia muestra que muchos procesos de democratización negociada han logrado tener éxito gracias a la participación de la sociedad civil organizada, que puede cumplir varios roles”, expresó.

Capriles aseguró que las organizaciones han emprendido una labor de intermediación y de puente entre actores políticos del régimen y la oposición, asumiendo el costo político de adelantar iniciativas negociadas que los actores no pueden asumir.

Señaló la conformación del nuevo Consejo Nacional Electoral, la participación en la mesa para el acceso al mecanismo Covax, el diseño para la acción humanitaria que facilite el trabajo de las organizaciones humanitarias, la conformación de un grupo de trabajo en el campo de la justicia transicional y las iniciativas sectoriales como el diálogo tripartito.

“Este conjunto de iniciativas y capacidades de intermediación que se han construido son un capital para la negociación política y esa es la principal razón para abogar por una ampliación de la mesa de la negociación o de las bases de sustentación de las mesas de negociación”, expresó.

“La sociedad civil no es un ente que pretende ocupar un puesto en la mesa de la negociación, sino que quiere ser su sustento. No solo como intermediario, sino un espacio autónomo que puede dirigirse a ambas delegaciones y convocar además a los movimientos sociales del chavismo y a la sociedad en general”, añadió.

La profesora indicó asimismo que es necesario construir un proceso de prenegociación que se centraría en los distintos tipos de coordinaciones.

“Habría, por lo menos, tres: al interior de la oposición, que se establezcan mecanismos confiables de consultas y de precisión; entre actores internacionales, que se defina un campo de incidencia; y la generación de los enlaces con la sociedad civil para asegurar el fortalecimiento de los vínculos con la sociedad en general y el aprovechamiento de las capacidades ya desarrolladas”, puntualizó.

“Borrón y cuenta nueva”

El dirigente social Roberto Patiño dijo durante su intervención que parte del drama que ha habido en algunos procesos de negociación es que pareciera que se entra en una especie de “borrón y cuenta nueva”, cuando en realidad hay gran cantidad de aprendizajes y de procesos que se han sumado.

“Es evidente que en Venezuela no hay una solución que no pase por el reconocimiento mutuo como movimientos políticos, en cuanto a lo que significan la oposición, los sectores democráticos y el chavismo”, manifestó.

La perspectiva debe incluir una visión de la negociación como el elemento estratégico para la solución del conflicto y no como un elemento táctico que, a consideración de Patiño, ha sido utilizado por ambas partes en distintos momentos para tratar de dividir al contrario, conseguir tiempo y desviar la atención.

“Eso apunta a un conflicto que lo que hace es extenderse en el tiempo y mientras la negociación no tenga éxito vamos a tener un país cada vez más disminuido en sus capacidades económicas, sociales y de salir adelante por sus propios medios”, afirmó.

El tiempo, una paradoja

Patiño resaltó que los venezolanos están interesados en que los distintos sectores políticos asuman la negociación como el elemento central y estratégico para salir de la crisis. Pero está también la paradoja del tiempo con respecto a la negociación.

“Por una parte sabemos la urgencia que requiere una salida en Venezuela política a lo que estamos viviendo. Pero por otra parte está el querer hacer una negociación exprés, que dure cuatro u ocho semanas. Es algo que también hemos visto en el pasado que ha fracasado porque hay gran desconfianza de parte y parte”, manifestó.

Aseguró que no es realista acordar simplemente unas condiciones electorales y que eso va a ser suficiente para resolver el conflicto político. Agregó que se requieren garantías para que, independientemente del resultado electoral, se pueda tener un país donde haya una sana competencia en lo político y que se atienda a las víctimas del conflicto.

“Sobre la zona del posible acuerdo es importante incluir el concepto de la escalera de oro, que la negociación pueda ayudar como proceso a que se descubra esa zona. Que se empiecen a desarrollar relaciones de confianza, dentro y fuera de la mesa, y que puedan proponerse soluciones creativas”, planteó.

El dirigente lamentó también cómo la situación en Venezuela comenzó a formar parte de la política interna de Estados Unidos y cómo este escenario puede generar también obstáculos para una solución negociada a la crisis.

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