El hostigamiento contra varios de los integrantes de la Asamblea Nacional de Venezuela que obligó a media docena de diputados a refugiarse en embajadas y mantiene desaparecido al primer vicepresidente del parlamento Edgar Zambrano, ha hecho aún más patente para otros países la cacería emprendida por el régimen en contra de quienes pensamos distinto.
Zambrano fue acusado por la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, violando la Constitución Nacional al no respetar su inmunidad parlamentaria, de “traición a la patria, conspiración, rebelión civil, usurpación de funciones, instigación pública a desobediencia de las leyes y odio continuado por los hechos del 30 de abril” por lo que tras llevárselo en una grúa, por negarse a bajarse de su vehículo, permanece secuestrado.
Pero no solo Zambrano continua raptado, millones de venezolanos son rehenes de un régimen que, en su afán de mantenerse a toda costa en el poder, los mantiene privados de alimentos y medicinas, además de sobreviviendo al colapso de prácticamente todos los servicios públicos al reducir al mínimo, por falta de mantenimiento e inversión, el suministro de agua, electricidad y gas doméstico.
Mientras que sobre muchos otros, quienes por ejemplo hemos alzado la voz para denunciar los atropellos que vienen cometiendo desde hace varios años, pende como una Espada de Damocles amenazas y sentencias con las que pretenden neutralizarnos en nuestra incansable lucha por recobrar la democracia que por muchas décadas, previas al chavismo, caracterizó a Venezuela.
Tras los sucesos del 30 de abril, cuando legítimamente un grupo de militares y ciudadanos se pronunciaron nuevamente contra el régimen desde una transitada autopista que atraviesa Caracas, Maduro aceleró la represión contra el pueblo que protesta y clama por su salida democrática y especialmente contra los diputados, representantes del único poder legítimamente constituido por la mayoría del pueblo venezolano.
Tristemente han utilizado la Asamblea Nacional Constituyente, contemplada en nuestra Constitución para refundar, reformar y crear una nueva carta magna, para perseguir, amedrentar, encarcelar, para exiliar venezolanos y políticos que de alguna manera han luchado en estos últimos 20 años por la libertad de la nación.
Podría citar decenas de casos como el del diputado Julio Borges, que se encuentra en el exilio, nuestro hermano Juan Requesens que permanece secuestrado en una celda del Sebin o José Manuel Olivares que también se encuentra en el exilio. Ahora sumamos esta nueva arremetida contra dos jóvenes luchadores como es el caso de Miguel Pizarro y Carlos Paparoni, ambos parlamentarios que forman parte de esa larga y siniestra lista a los que le han quitado la inmunidad.
Lo he dicho una y mil veces y no me cansaré de repetirlo, nuestra lucha es democrática. Anhelamos poder elegir nuevamente, con un árbitro imparcial tal como lo establece la Constitución, un nuevo Presidente que enrumbe nuestra nación hacia el bienestar y el progreso. Un líder que finalmente nos ayude a despertar de estar larga y agónica pesadilla que tantas vidas se ha cobrado en dos décadas.
José Fernández / Alcalde de Los Salias – Venezuela