El populismo radical que impuso Hugo Chávez y ha profundizado Nicolás Maduro está llevando al proyecto socialista a un callejón sin salida, en un momento en que los tres factores que lo sostienen están presentando una inevitable quiebra ética, institucional y política.
Francisco Olivares // EL ESTÍMULO
La primera de ellas ha sido la pérdida de la base electoral que los llevó al poder en 1999. En segundo término, el poder militar y policial sufren la peor crisis ética e institucional de los últimos 60 años; y en tercer lugar, los grupos colectivos de base, auspiciados desde el poder para sostener a la revolución, han devenido en bandas delictuales que comienzan a independizarse y a controlar territorios y a convivir con los negocios ilícitos del crimen organizado.
Este último elemento se agrega al avance de las bandas criminales y los grupos armados irregulares en el país.
La ideología ya no es un mecanismo suficientemente persuasivo para cohesionar las bases de apoyo y en cada área -militar, gubernamental y política- el tema económico y el lucro personal tienen prioridad sobre su alineación al régimen. Esto sucede en un país llevado a la quiebra económica, la desaparición del salario y las conquistas laborales y sociales labradas en 60 años.
Violencia criminal
Los poderes públicos que perdieron su independencia para convertirse en instrumentos políticos para soportar el poder deben coexistir con las estructuras delictivas, al igual que la institución militar y las policías, en donde algunos de sus miembros terminan formando parte de esa coexistencia.
Sucesos como los ataques en Apure, el avance del “Coqui” que gobierna en la barriada Cota 905 en Caracas; y hechos como el registrado la noche del pasado 1 de junio en Altagracia de Orituco, estado Guárico, son síntomas de que la seguridad del país escapa del control de las autoridades y de las instituciones.
En el estado llanero de Guárico un contingente armado, presuntamente de la banda que dirige “El Malony” en esa región, según reportes de los medios locales, atacó la sede del Comando Antiextorsión y Secuestros (CONAS) de la Guardia Nacional Bolivariana.
Un factor que ha profundizado la ruptura estructural de la base social es la consolidación de una nueva “élite social”, que junto a las cúpulas del poder no escatima a la hora de exponer sus lujos y privilegios, los vehículos blindados y la toma de las zonas residenciales lujosas de la capital. Sus privilegios visibles contrastan con el deterioro económico y social reflejado en múltiples rostros de personas detrás de camiones de agua, hurgando en la basura o implorando atención médica.
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