María Corina Machado cree que el Gobierno de Nicolás Maduro sometió a Edmundo González a un proceso de psicoterror que lo llevó a exiliarse. El hombre de 75 años que se presentó a las elecciones en nombre de Machado y que según las actas publicadas por la oposición ganó a Maduro en las urnas ―salvo que el chavismo demuestre lo contrario― aguantó casi 40 días de presión después de la votación, en un periodo en el que la Fiscalía lo investigó y lo procesó y los dirigentes chavistas lo acusaron, sin ninguna prueba, de fascista y golpista. Edmundo González, quien recibió de manera inesperada esta encomienda de acabar con 25 años continuados de revolución bolivariana, decidió buscar asilo en Madrid. La líder de la oposición dice, en entrevista con EL PAÍS, que Edmundo González fue el que tuvo la última palabra, pero que se vio en una situación de acorralamiento, físico y mental, que lo empujó a tomar esa decisión, que rompe la estrategia opositora que tenía como fin recibir el apoyo de la comunidad internacional, abrir un proceso de negociación con Maduro para que reconociese su derrota y colocarle la banda presidencial al opositor el 10 de enero de 2025.
El País | Juan Quesada
Edmundo González, días antes de subirse a un avión de las Fuerzas Armadas españolas en compañía de su esposa, le comunicó su decisión a Machado. “Hablamos con la misma franqueza con la que hablamos todo este proceso que hemos recorrido juntos. Con total conciencia de las implicaciones. El régimen ha ejercido una presión muy cruel, no tienen escrúpulos, son capaces de sobrepasar cualquier límite. Utilizan métodos para sembrar el pánico en esta sociedad. Orquestaron múltiples acciones para hacer sentir a Edmundo que su vida corría peligro”, dice Machado al otro lado de la pantalla, desde el lugar secreto en el que se encuentra a resguardo.
El exilio se concretó en un acuerdo a tres bandas entre la oposición, el Gobierno chavista y España. El peso de la mediación española lo llevó José Luis Rodríguez Zapatero, el expresidente socialista. Zapatero mantiene vías de comunicación abiertas con Maduro y su entorno más cercano, lo que en el pasado le ha ayudado para liberar a presos políticos, entre otros asuntos. “Todo el mundo sabe que los hermanos Rodríguez [Delcy y Jorge, principales operadores políticos del presidente de Venezuela] estuvieron en la negociación. El régimen quería que se fuera, lo obligaron; él no quería irse”. Refiriéndose a las labores diplomáticas de Zapatero, Machado agrega: “Fue una operación que incluye además otros actores que se disfrazan de oposición. Gente de buenos oficios que vienen a ofrecer salvoconductos, pero en el fondo son operadores del propio régimen. Todo el mundo sabe de quién estoy hablando”.
Pese a que Maduro ha sido ratificado como presidente por el Tribunal Supremo de Justicia ―una medida que no ha sorprendido a nadie, puesto que lo controla una burócrata chavista de segundo orden―, Machado ve a Maduro y a su Gobierno más debilitado, sin credibilidad nacional ni internacional: “¿Cuántos apoyos internos ha ganado Maduro en estos 60 días? ¿Cuántos ha perdido? ¿Cuántos respaldos internacionales? ¿Cuántos apoyos adicionales hemos recibido Edmundo y yo? Para mí, es un punto fundamental. No tengo duda que el régimen llevó adelante esta operación con la operación de debilitarnos, desembocar y debilitar nuestra estrategia. Se equivocaron, Edmundo de manera indebida fue presionado a irse, no quería irse. Lo que hizo fue unirnos y alinearnos aún más, va a ser un trabajo cada vez mayor”.
Se muestra emocionada por la aprobación en el Congreso de España de una propuesta no de ley para reconocer a González como presidente, que va a pasar también por el Senado, y la votación que se llevará a cabo en el Parlamento Europeo con el mismo propósito. Asegura que en el seno del chavismo también reconocen el resultado real, resulta muy evidente y no pueden taparse los ojos con las manos. “La herramienta más dañina que tiene el régimen no es la mentira y el terror, es la desmoralización. Eso hay que combatirlo. Nos decían que lo extraordinario era imposible, que era imposible que Edmundo ganara y lo logramos. Ahora toca rematar y que Maduro reconozca su derrota. Y venga una transición”, añade.
―¿Qué opina de la mediación que están llevando a cabo los presidentes de Colombia, México y Brasil?
―Hoy no veo esa mediación. Hubo buena disposición porque son países con canales de interlocución con Maduro. Y sobre todo Colombia y Brasil son los países más impactados, no solo por el efecto terrible de la migración, sino por la desestabilización intrínseca del régimen. Afecta desde El Tren de Aragua (una banda criminal), al narcotráfico, el contrabando de minerales y de seres humanos, toda la estructura criminal de Venezuela tiene una prisión muy peligrosa. Lo de Maduro ha sido cruel, el informe de la ONU es desgarrador, señala que hay terrorismo de Estado. Es tan brutal que ya no es solamente un tema de un dictador que se queda en el poder porque le da la gana, son crímenes de lesa humanidad.
―Esos presidentes acordaron en un encuentro entre ellos que lo mejor era que negociasen directamente Edmundo González y Maduro y usted quedara al margen.
—Eso lo publicó usted, pero nunca me dijeron nada directamente. Cualquier acuerdo como el nuestro tiene que ser avalado por la sociedad venezolana, no puede ser impuesto por actores externos. Si Maduro es inteligente, podrá tener mejor salida del poder en una negociación.
El entorno de Gustavo Petro, el presidente de Colombia, sostiene que ahora mismo, después del exilio de González, la negociación ha entrado en un valle, pero esperan recuperar la iniciativa. No ven que la mediación española pueda resultar, ya que la propia Machado y González no confían plenamente en ella. Machado se muestra muy parca y esquiva cuando se le pregunta por ese papel de España, en el que Zapatero juega un rol importante: ”No voy a especular sobre ninguno de estos procesos. Me remito a los hechos. Nosotros necesitamos a España, pero no me estoy refiriendo al Gobierno, sino al país de España, sino a los ciudadanos, a todas sus fuerzas políticas”.
Incluso, este deja de ser un asunto político para convertirse en uno de negocios y estabilidad económica. “Las multinacionales necesitan apoyar una transición democrática, por sus propios intereses. Stakeholders, acreedores y empresas petroleras de Europa y Asia lo necesitan. Al final la situación con Maduro no es estabilizante, hemos visto mucho dinero invertido en lobby, en minimizar sus crímenes, pero no funciona. Venezuela está en el último lugar en rule of law, no trae seguridad a los inversores”. En una intervención con corresponsales extranjeros hace una semana, la opositora pidió mayor implicación al presidente de Estados Unidos, Joe Biden. ¿De cuáles otros se siente decepcionada? “Tenemos excelentes apoyos internacionales. Unos más prudentes que otros, pero todos suman”.
Los expertos afirman que parte del éxito para llevar a cabo una transición depende de convencer a sectores blandos del chavismo y al estamento militar, que históricamente ha estado a favor de la democracia y ha facilitado reconocimientos de candidatos a los que se les negaba la victoria. “Tengo contactos dentro del chavismo”, reconoce Machado, desde antes de las elecciones y más ahora. “Se presentó un documento al país donde hay personas del chavismo favorables a otras posiciones ideológicas y deseosos de consensos republicanos para lo que viene, mucho más allá del desconocimiento y rechazo al régimen. Nos une recuperar no solo la libertad, sino también la República y la nación”.
Machado, que en dos años ha generado un movimiento que ha movilizado a millones de personas en todo el país agotadas de revolución bolivariana después de un cuarto de siglo de poder continuado, muestra una convicción absoluta en el cambio en Venezuela, pese a que el chavismo, por ahora, no se ha movido ni un centímetro. En su discurso no hay ni una grieta, ni una sola frase por la que se cuele el desánimo. En Machado vive el fuego de los convencidos, de los que se creen llamados a una causa mayor incluso que ellos mismos.
―Si se viera acorralada, en un punto incluso en el que se jugase la vida, ¿se plantearía un exilio como el de Edmundo González?
―Nunca he pensado en el exilio y trabajo para que no ocurra. No quiero que me hablen de exilio, ni ayuda humanitaria, ni que me hablen de persecución. La comunidad internacional debe darnos apoyo para liberar el país y que Edmundo sea reconocido sea presidente.