Cinco días de camino, la mayoría del trayecto a pie y a ratos en la parte trasera de camiones, cuyos conductores le ofrecen acortarles el camino. Mary salió de Los Teques, estado Miranda, acompañada de sus 5 hijos de 5, 6, 8, 10 y 12 años de edad, inspirada en la promesa de su padre, que vive en el sector de Villa del Rosario, Departamento Norte de Santander-Colombia, de que al llegar allá la ayudará a buscar trabajo.
Mary relató a El Pitazo, este martes 13 de octubre, que con dinero que tenía reunido pagó un autobús hasta la localidad de Acarigua, estado Portuguesa. Al llegar allá no encontró otro transporte público que la trasladara hacia el estado Táchira. Un efectivo de la Guardia Nacional (GN) se ofreció a conseguirle quien la llevara, pero si le daba 20 dólares a cambio, dinero con el que no contaba, por lo que tuvo que continuar caminando, uniéndose a ratos a quienes, como ella, decidieron salir de Venezuela, emprendiendo un camino desconocido, sólo usando sus piernas y viviendo de la caridad de quienes los apoyan en el camino.
“Vengo de Los Teques, tenía algo de dinero y me vine hasta Acarigua, me llegó hasta ahí el autobús y de ahí se desaparecieron los autobuses, un guardia me estaba quitando 20 dólares para conseguirme una cola, de ahí pa`ca caminar y cola. Los niños se me han enfermado, no han comido bien y no nos dan mucha cola, es duro. Tengo los pies rotos, con ampollas, yo ya quiero llegar”, expresó.
Al momento de conversar con El Pitazo, Mary se encontraba sentada junto a sus pequeños en un lateral de la avenida Antonio José de Sucre, a la altura de la pescadería de Madre Juana, en la ciudad de San Cristóbal. Acababa de llegar a ese punto, después de pasar una alcabala de la Guardia Nacional en donde le preguntaron cada detalle.
A su hija de cinco años se la ayudó a llevar en hombros un muchacho, caminante también, pues tenía ya dos días con fiebre, presuntamente por una amibiasis generada por el agua tomada en el camino, y no podía caminar más.
En donde se sentaron, estaban tres personas regalándoles arepas y un jugo con proteínas. El único alimento que había recibido en al menos 24 horas. A los seis se les veía el agotamiento y Mary no pudo controlar el llanto, del sentimiento que tenía por lo que estaba viviendo. “Si me pongo a llorar los pongo débiles a ellos”, dijo.
“Allá (en Los Teques) todo está muy caro, imagínate tengo 5 niños, la harina está en 700, la pasta está en 800 mil bolívares, el kilo de carne está en 2 mil, y lo que te pagan en la semana son 5 dólares, ¿qué hago yo con eso para 5 niños? La comida que dan de la caja de Clap llega cada 5 o cada 8 meses, eso no nos alcanza y a mí no me ayuda el gobierno, no me da nada, si yo no trabajo no como”, relató.
Es madre soltera, sus hijos son de dos padres distintos, uno está en Brasil, otro en Colombia y tienen cinco años que no les envían nada. No veía la hora de llegar a Cúcuta, a encontrarse con su padre, pero todavía le faltaba camino por recorrer. Un trayecto en el que además deben buscar la manera de no pasar al frente de las alcabalas, porque a algunos los detienen y a otros les han quitado las pocas pertenencias que llevan, según le han relatado otros compañeros.
Mariana Duque – El Pitazo