Más del 50% de los venezolanos radicados en México quedaron cesantes por la pandemia

Redaccion El Tequeno

Cuando María Antonieta Santivañez había alcanzado cierta estabilidad económica con un trabajo fijo que le permitía mantenerse en México, la pandemia revirtió esa realidad. Actualmente ella engrosa las estadísticas de desempleados en territorio azteca, producto del virus que no solo ha propiciado una crisis sanitaria sin precedentes en el mundo, sino que además ha noqueado la economía global. 

Vía espalante.com

Hasta hace pocos meses, ella era la asistente de una cantante venezolana.

Pero el aumento vertiginoso de los casos de coronavirus en la Ciudad de México y en el resto del mundo condujo a la prohibición de presentaciones y espectáculos públicos. Su jefa que además era su amiga le dijo: «ya no puedo seguir contigo, porque los pocos recursos que tengo solo me alcanzan para cubrir mis gastos¨. María no sabía qué hacer, el mercado laboral estaba y aún está paralizado por la cuarentena. A ello se le suma su edad: tiene 62 años y eso es una limitante para buscar trabajo en cualquier área.

Todas las noches  se preguntaba cómo iba a reunir el dinero de la renta de la casa donde vive alquilada con su hermana en la colonia Peralvillo de la ciudad. ¿Cómo iba a sostenerse en los meses venideros, qué iba a pasar con su madre, una mujer de 96 años que tiene a cargo y un hijo que vive en Venezuela con serias limitaciones porque tampoco tiene trabajo estable?

En paralelo, su hermana Linda, quien la apoyaba en gastos de la casa, también quedó cesante. Ella trabajaba en una tienda de ropa infantil, era la empleada más reciente. Días antes de haberse decretado la cuarentena la encargada le informó: «No sé cómo decirte esto, pero ya no puedes estar más acá». Linda lo veía venir, antes del torbellino de la pandemia, el negocio no estaba dando las ganancias esperadas. «Las ventas iban en picada y era lógico que ante una tragedia de esta magnitud, se tomaran decisiones drásticas», dice Linda.

Ambas quedaron en el aire, con lo justo para sobrevivir un mes. Pero gracias a la ayuda de unos familiares que viven en México y un programa de alimentación que tiene la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado, han podido comprar alimentos. Recientemente las hermanas Santivañez fueron contratadas como tutoras de una niña, pero no hay garantías de estabilidad.

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