El amanecer del día 29 de julio amaneceremos con la certeza sobre el rumbo que tomará la nación para los próximos 5 años, o más.
El 28 de julio de 2024 es una fecha crucial para el destino de Venezuela y no es una exageración, los venezolanos tendrán que tomar una decisión que significaría elegir entre el continuismo o el cambio. El día 29 amaneceremos con la certeza sobre el rumbo que tomará la nación para los próximos 5 años, o más.
El continuismo significaría la permanencia de una política internacional agitada y convulsionada por el acercamiento de Venezuela a Cuba, Irán, China y Rusia, con los que mantiene relaciones comerciales, y políticas, desde hace varios años; además del riesgo de permanencia de sanciones económicas; y una situación política, económica y social interna compleja, que ha ocasionado una ola de migración sin precedentes históricos en nuestra República.
Por otra parte, el cambio significaría una transformación absoluta, seguramente gradual, de los actores políticos y la reinstitucionalización o rescate de las instituciones con la autonomía necesaria y sin la preponderancia de ningún poder sobre otro.
Una reciente encuesta realizada por la firma Datanálisis en nuestro país, reveló que seis de cada diez ciudadanos están “muy dispuestos” a participar en las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio.
Así también la empresa Datincorp ofrece como dato de participación política que 75% está totalmente dispuesto a votar en las presidenciales y un 14% quizás lo haría.
Existe un tema que sigue presente en la situación actual, que no se puede obviar en el contexto electoral, y es la migración.
Este fenómeno se debe analizar con profundidad hay que tener cuidado con generar una expectativa social que, por condiciones que aún no se tienen claras, no puedan ejecutarse ni a corto, ni a mediano plazo, por diferentes razones, una de ellas el desarraigo en algunos círculos de migrantes que han cosechado una vida laboral estable en otros países, se han casado, han echado raíces y quizás no les resulta atractivo regresar a su patria.
En tal sentido, también está el venezolano migrante que ya no se siente parte de Venezuela, y que su aspiración no es el regreso, sino el establecimiento formal con su debida nacionalidad en el país que reside.
Según cifras de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), más de 7,7 millones de personas han salido de Venezuela buscando protección y una vida mejor; la mayoría, ha sido acogida por países de América Latina y el Caribe, y se proyecta que cerca de otros 9 millones abandonen la nación si no se genera un cambio de gobierno.
Es cierto que ante una posible transición, las demandas sociales y políticas están tan acumuladas que seguramente estallarán, como sucedió con la muerte del general Juan Vicente Gómez y cuando se dio la salida del país del general Marcos Pérez Jiménez; en ambos momentos los gobiernos tuvieron la necesidad de solventar, el primero permitiendo la proliferación de las organizaciones políticas, lo que condujo poco tiempo después al control de la calle a través de los organismos de seguridad; en el caso de la salida Pérez Jiménez, las demandas sociales se intentaron aplacar mediante un plan de emergencia que presidió la junta de gobierno.
La pregunta que se debe hacer en este momento es cómo abordar a corto plazo estas demandas sociales acumuladas durante los últimos años en todos los sectores de la sociedad; para eso se proponen algunos elementos:
Primero, decretar una emergencia de seguridad alimentaria, salud y educación que permita combatir la crisis mientras se va desarrollando un plan estratégico de funcionamiento para mediano y largo plazo.
En otro sentido, se debe convocar la participación de todas las instancias políticas y sociales, entre ellos partidos y organizaciones de cualquier índole ideológica, que permee el diálogo y el entendimiento, siendo el semillero de un gran acuerdo nacional que no debería tardar más de un año. Acuerdo que involucre también a las FANB.
En cuanto a la política internacional, se debe realizar un análisis exhaustivo y minucioso sobre las relaciones y acuerdos comerciales que Venezuela tiene con datos reales y fidedignos, para que la misma evaluación arroje la conveniencia del mantenimiento o no de esas relaciones y acuerdos.
Todo esto con el ánimo de una reconciliación nacional, quizás vista lejanamente, pero recordando que países que pasaron por procesos complejos como España, Alemania y Rusia, pudieron lograrlo; Venezuela también lo puede hacer, se puede asumir el liderazgo de un gobierno diferente, sin revanchismos y retaliaciones políticas, sin hacer cacerías de brujas, ya que de ser así se agravaría la crisis, inconveniente social y culturalmente, y pone el riesgo la futura estabilidad política.
Se debe tener en cuenta que luego del 28J todos los actores políticos seguirán haciendo vida dentro del país, tanto los derrotados como los ganadores, de ahí la vigencia de la propuesta del presidente Lula, en Brasil, de firmar un acuerdo preelectoral que garantice la sobrevivencia política y de respeto al resultado electoral, no obstante, hay que considerar que en el escenario de un cambio de gobierno aún faltarían seis meses para la toma de posesión, lo que implica que el gobierno nacional actual gobernará mínimo medio año más, de ahí la importancia de que en el acuerdo estén todos los actores beligerantes de la sociedad venezolana.
El ánimo de este artículo es promover la paz y el acuerdo, dos valores necesarios e inaplazables dentro de cualquier orden democrático.
Así que, más que desear que ocurra como aquel recordado 28 de mayo del año 2000, cuando todo indicaba que el proceso electoral de megaelecciones, sería suspendido, y el entonces vicepresidente del CNE, Eduardo Semtei, aseveraba a la prensa que serían el “28, el 28, el 28”, terminó convirtiéndose en realidad la suspensión, sea cual sea el resultado del 28 de julio, o de cualquier fecha electoral, los que debe impregnar en la voluntad de los actores políticos, es el ánimo de concretar un acuerdo nacional, entre el gobierno actual y la oposición, que contemple la permanencia política y luchadora de todos los partidos, independientemente del resultado electoral y que todos tengan su espacio el amanecer del 29 de julio.
Publicado originalmente para PolitikaUcab, reproducido con autorización de su autor.