Zoe Bailey, una mujer de 29 años, se sometió a una cirugía de ovarios en un hospital local. Sin embargo, para sorpresa y horror de la mujer, cuando despertó de la operación encontró que su útero había sido extirpado sin su consentimiento.
Bailey, que había sido diagnosticada con endometriosis años antes, había planeado someterse a fertilización in vitro en un intento de concebir a pesar de los desafíos que presenta la enfermedad. Pero despertar del quirófano con su sueño de convertirse en madre hecho pedazos fue devastador.
En una entrevista con The New York Post, Bailey compartió los detalles de su trauma, incluyendo la reacción de los médicos y enfermeras del hospital, que argumentaron que la extirpación del útero era “médicamente necesaria”. Sin embargo, Bailey sostiene que nunca se le consultó la decisión, y que no hubo discusión previa, ademas dijo: “Me extirparon el deseo de ser madre”.
Mala praxis
La historia de Bailey es tristemente común entre las mujeres que han sufrido negligencias médicas y violaciones de sus derechos reproductivos. La medida en que los pacientes tienen control sobre sus propios cuerpos y su atención médica es un tema candente en el campo de la salud pública.
La experiencia de Bailey se suma a la creciente evidencia de que el sistema de salud de Estados Unidos a menudo deja a los pacientes vulnerables a cirugías y tratamientos innecesarios que nunca solicitaron. Bailey espera que al compartir su historia, pueda ayudar a crear conciencia sobre los derechos de las mujeres y prevenir futuros casos similares.