La medicina es de dedicación exclusiva y preparación permanente, así lo entendieron médicos que tienen el doble rol, el de formar como docentes y el de aportar su experiencia al servicio asistencial. Son profesionales que con varias décadas enseñan dentro y fuera del salón de clases, insisten en la capacitación desde el centro de salud. No se detienen frente a los embates de la migración, bajos salarios, intrusismo y faltas de insumos, conscientes de la necesidad de seguir aportando para el desarrollo del país.
La docencia y lo asistencial no se pueden separar. Es la apreciación del doctor Ruy Medina a 50 años de experiencia como profesor, quien prefería aprovechar el mayor tiempo de aprendizaje en los cubículos del área de Emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda, por tratarse del lugar donde ingresan diversos casos que trascienden a la explicación en clases.
Confiesa que siempre fue estricto con los principios de todo profesional de la medicina. “Se aprende en vivo y se adquiere la seguridad para distinguir la clínica de la enfermedad”, precisa al recordar que entre las principales indicaciones está la revisión física del paciente y ser lo más explorativo posible de sus órganos.
La experiencia lo lleva a determinar que 90% del diagnóstico depende del buen interrogatorio y la capacidad de interpretación, 8% de la revisión física y 2% de los exámenes. Reprocha que se desestime ese abordaje previo del paciente, con el riesgo de ordenar exámenes que sean innecesarios, generando más costos.
Lamenta que la migración del personal sanitario está marcada por la necesidad de buscar calidad de vida en otros países y que el intrusismo empiece con el aval de autoridades, cuando se aprueba la medicina paralela basada en el origen cubano y termina generalizada como integral comunitaria. Además de la falta de perfil para ejercer determinados cargos, como el caso de la abogada, Magaly Gutiérrez, como titular de la cartera de Salud.
Marcial Daza es jefe de cirugía del Hospital Central y coordinador de posgrado de cirugía de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), quien desde 2010 es profesor agregado, confiesa que se complace de seguir formando médicos y especialistas para que se queden en el país. “Acá se necesitan profesionales y la academia nunca se detiene, estando presente en hospitales”, recalca e insiste en el valor de la disciplina y dedicación.
También les inculca el valor de la ética para advertir la gravedad del ejercicio ilegal y no extralimitarse de los conocimientos. No se juega con la salud, ni siquiera desde la medicina general.
“La verdadera vocación se evidencia en esta situación país”, resalta Carlos Angulo, jefe de neurocirugía del hospital, con 21 años entre la formación de residentes, figurando en las cátedras de microcirugía y semiología neurológica, entre otras. Exige una concentración a quienes se especializan en lesiones tan complejas, como tumores cerebrales y aneurismas.
Jaime Lorenzo, presidente de la organización Médicos Unidos de Venezuela, se siente complacido porque desde 1996 se encuentra formando a especialistas en cirugía. “Es admirable seguir trabajando sin el apoyo del Estado y con personal sanitario con sueldo insuficiente”, lamenta del registro de la Federación Médica Venezolana que estima que al menos 50.000 médicos han migrado desde 2015 hasta 2022.
Es una batalla que los mantiene en pie, con orgullo para seguir acompañando desde la academia a nuevos héroes de bata blanca del país.