La diáspora venezolana, que ya alcanzó los seis millones de personas, supone un reto importante para los países de acogida en la región que, lejos de ser primermundistas o potencias mundiales, afrontan sus propios problemas internos. Aun así, han hecho un gran esfuerzo por generar políticas de inserción laboral e integración social para los connacionales, puesto que significan un aporte monetario y de capital humano importante.
Por María de los Ángeles Graterol / talcualdigital.com
Para noviembre de 2019, cuando la población de venezolanos en América Latina y el Caribe rondaba los 3,8 millones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimaba que entre 2017 y 2030, gracias a la contribución de la migración venezolana, el Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones receptoras aumentaría entre 0,1% y 0,3%, siendo Colombia la más beneficiada por ser la que más criollos alberga. Para el 5 de septiembre de 2021, según la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela de Naciones Unidas (R4V) , la cifra de connacionales en la región aumentó a 4,9 millones, lo cual supondría un impacto mayor.
De acuerdo con la Cámara Empresarial Venezolana Peruana (Cavenpe), en Perú, por ejemplo, el segundo país con más venezolanos, durante 2020, a pesar de la pandemia, el saldo fiscal neto que dejó la migración venezolana fue de 138 millones de soles, equivalentes a 39.944.394 dólares, con los que se podría haber comprado 3.328 ventiladores mecánicos para hospitales o 308 kits de una camilla, un ventilador y tres bombonas de oxígeno para unidades de cuidados intensivo; o construido 70 escuelas públicas.
Tomás Páez, coordinador del Observatorio de la Diáspora Venezolana, dijo a TalCual que la capacidad emprendedora de los migrantes venezolanos es bastante amplia y que no solo aportan por consumo de bienes y servicios sino que también crean nuevos negocios. Dice que si Perú llegase a registrar una salida masiva de la diáspora venezolana, podría haber una caída del PIB «muy gruesa», porque implicaría una fuga de capital productivo.
Migración, fuente de empleo y productividad
Hasta final de 2020, en la nación andina ya había alrededor de 3.000 empresas registradas en la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat) con accionistas venezolanos, las cuales generaban fuentes de empleo directos e indirectos para la población peruana.
En 2018, 7.000 residentes venezolanos en Colombia con edad de trabajar se identificaron como empleadores en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH). Dieron trabajo a poco más de 18.000 personas que vivían en ese territorio, lo que se traduce en que el 1% de esa población generó 2,7 de trabajos por empleador, una proporción cercana a los 3,9 puestos generados por el 2% de los colombianos empleadores.
Karina González es parte del 16% de la fuerza laboral de venezolanos en Colombia que trabaja en servicios de comida (122.730 según Proyecto Migración Venezuela). Montó un emprendimiento gastronómico de comida venezolana en Bogotá tras perder su trabajo en un restaurante por la llegada de la pandemia.
Al menos cinco personas se benefician de forma directa en términos de empleo a partir de su cocina oculta. Además, sus proveedores son colombianos y también propios venezolanos, que le distribuyen productos como el queso de mano y demás materiales que necesita para hacer las arepas, tequeños y empanadas que ofrece en su menú.
«Hay planes de expandirnos así que vamos ahorrando para poder hacerlo. Con el apoyo de mi esposo y de unos amigos con experiencia en el marketing digital nos han ayudado con el manejo en la redes sociales de la marca, y gracias a esto nos contactó Rappi Colombia. A partir de ahí crecimos más debido a que es la principal plataforma de pedidos en Bogotá», comenta.
El Banco de la República de Colombia proyectó en octubre de 2020 que la migración venezolana en Colombia sumaría hasta 0,33 puntos al PIB de 2021.
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