Miles de migrantes se aventuran cada día a llegar hasta la frontera sur de Estados Unidos pese a estar conscientes de que su situación migratoria les impedirá entrar de manera legal. Algunos, deciden probar suerte y “lanzarse” de manera irregular al país norteamericano donde son detenidos por autoridades migratorias y regresados a México.
Lejos de desistir después de intentos fallidos, algunos, como Luis Durán, deciden hacerlo una y otra vez, con la esperanza de evadir en algún momento a la patrulla fronteriza o poder por fin acceder a una cita con autoridades migratorias de EEUU a través de la aplicación CBP One.
Durán duerme hace dos meses en un campamento improvisado en Matamoros, México. Explica que en ese periodo de tiempo ha cruzado siete veces a EEUU de manera ilegal. En la totalidad de sus intentos, el hombre habría pasado 22 días en el país. “Aquí estamos a un paso, a 10 minutos de América”, dijo.
“Me agarraron en San Antonio, en Colorado (…) y me han traído para acá otra vez con mi uniforme. Una (camisa) polo y un pantaloncito negro y dele para atrás”, agregó Durán, al describir la ropa que les proveen en los centros de detención para migrantes. Dice que se siente “casi, casi americano” por el tiempo que ha permanecido en EEUU.
Durán lo ha intentado una y otra vez a pesar de que el Departamento de Seguridad Nacional ha señalado que serán inelegibles para recibir parole humanitario aquellos que ingresen “sin autorización después del anuncio” del programa destinado a nacionales de Venezuela, Haití, Nicaragua y Cuba, que busquen protección mientras sigue vigente el Título 42, una medida que alega razones sanitarias para expulsar de forma rápida a migrantes y que data del gobierno de Donald Trump.
Tal es el caso de la hondureña María Fernanda Rodríguez, quien ha intentado dos veces cruzar a EEUU. “La primera vez me detuvieron a dos horas para llegar a Houston (Texas), y en la misma semana en McAllen (Texas)”.
Rodríguez aseguró que luego de sus cruces y de permanecer dos meses durmiendo en el refugio, logró a través de CBP One obtener su cita para entrevistarse con autoridades migratorias. “Estuve retenida cinco días en inmigración y luego me dejaron aquí en la Casa del Migrante”, dijo en referencia a un refugio ubicado en la ciudad fronteriza de Reynosa, México. De acuerdo a su testimonio, en este sitio ha recibido comida, agua y ropa.
Wilfredo Allen, abogado de inmigración, destaca que en casos como el de esta migrante hondureña, al solicitar la entrevista por CBP One “es importante poner toda la verdad en la aplicación. Explicar que fue devuelto a México, que tiene un miedo creíble, y si te aceptan, probablemente vas a entrar sin ningún problema con la aplicación”.
El abogado destacó un caso de un cliente haitiano que fue deportado de EEUU hace casi una década, y aunque no detalló el registro delictivo, señaló que recientemente llenó su solicitud por CBP One, consiguió la cita y autoridades fronterizas lo dejaron ingresar al país.
“Aunque él no califica para asilo por la deportación previa y por los delitos que tuvo en los Estados Unidos hace una década, califica para protección de ser devuelto […] lo más importante es decir la verdad”.
Datos de la Patrulla Fronteriza registraron en 2022 que 2.7 millones de personas fueron detenidas mientras cruzaban de manera ilegal a Estados Unidos a través de la frontera sur.
“Solamente con saber que estamos a un paso en la gloria y en el objetivo. Que uno pueda mirar allá y ver la bandera (de EEUU), tan solo a un paso de cruzar. Pero no podemos por falta de documentos porque somos ilegales, no tenemos visa, no tenemos pasaportes, no tenemos nada», dijo entre lágrimas Rosario, una inmigrante venezolana de 24 años, quien horas antes había llegado a Matamoros junto a su esposo e hijo.
La realidad del cruce no es secreto ni siquiera para los migrantes más pequeños que saben que llegar a EEUU conlleva altos riesgos.
“Algunas personas se tiran al río y no regresan. Las personas dicen que los van a regresar al campamento, ¡y no! Los van a mandar para allá para atrás (a México)”, expresó, una menor de siete años, quien duerme en una carpa en Matamoros, México y cuya identidad protegemos por encontrarse en situación de vulnerabilidad.