Una de las últimas tortugas de caparazón blando Swinhoe, de las que quedaban tres ejemplares vivos conocidos, ha muerto en Hanói, donde este animal es reverenciado por otro ejemplar que habitó durante décadas su lago más famoso y que murió en 2016.
Según confirmó este martes a EFE la organización Indo Myanmar Conservation, la tortuga apareció muerta el domingo en el lago de Dong Mo, al oeste de la capital vietnamita, y las autoridades investigan la causa de su muerte.
La tortuga encontrada, cuyo nombre científico es Rafetus Swinhoei, medía 156 centímetros de largo y pesaba 93 kilos, lejos de los 150 kilos que pueden llegar a alcanzar estos reptiles que pasan mucho tiempo sumergidos en busca de alimento y que son difíciles de localizar.
Hasta el momento solo se tiene constancia de la existencia de tres ejemplares de esta especie en el mundo: una en un zoo de China, otra en el lago vietnamita de Xuan Khanh y una hembra en el lago de Dong Mo, donde ha aparecido el cadáver sin que se sepa aún si se trata de la misma que ha aparecido muerta.
“Era una especia muy extendida, pero la caza para el consumo de su carne y la pérdida de hábitat han hecho que queden muy pocos ejemplares”, explica a EFE por teléfono Tim McCormack, director del programa de conservación de estas tortugas de Indo-Myanmar Conservation.
Aunque las cifras hablen de solo tres ejemplares vivos, el científico explica que ha habido avistamientos que podrían pertenecer a esta especie y cree que existen algunos más en la naturaleza, pero resulta difícil de confirmar.
Esta especie, registrada por primera vez por los científicos en 2007, es reverenciada en Hanói debido al ejemplar que vivió en el lago de Hoan Kiem, en pleno centro de la capital vietnamita, durante décadas, hasta su muerte en 2016.
Su muerte conmocionó a los lugareños, que consideraron como un mal augurio la muerte de este animal apodado Cu Rua (bisabuelo tortuga), y hoy se conserva disecada en un museo de la ciudad.