La escasez de combustible en Venezuela también asfixia a los pescadores. En Margarita, en aguas del mar Caribe, las embarcaciones quedan paralizadas semanas por falta de gasolina, lo que golpea una de las principales actividades económicas de esa isla.
Felipe Rojas aprovecha los días sin gasolina para hacerle algunos arreglos a su bote. Completa círculos con una esponja para darle brillo a la pintura blanca. Viene de una familia de pescadores, pero teme ser el primero de ellos en abandonar los anzuelos que ha lanzado desde niño, pues ese oficio, para él, ya no es rentable.
Desde diciembre, los pescadores de las islas de Margarita y Coche, al norte de Venezuela, no tienen acceso al combustible subsidiado por el Estado, que cuesta menos de un centavo de dólar por litro.
Ahora deben comprarla a medio dólar, una cifra que les resulta impagable. Por eso, Rojas ha pensado trabajar en construcción, donde tampoco sobran oportunidades de empleo.
«Me siento presionado, porque no es como antes que uno salía y uno traía algo. Ahorita uno llega y viene sin nada. Ya uno viene derrotado, preocupado», cuenta Rojas a la Voz de América.
A unos cuantos metros, en la misma playa, José Jesús Jiménez mira con nostalgia sus cuatro embarcaciones. Esas con las que pudo levantar económicamente a su familia. Hoy tres de ellas están varadas por la falta de gasolina, lo que sacude el bienestar de su hogar.
“No podemos comer pollo ahorita… carne, menos. Somos 14 personas, ¿qué podemos hacer? comer pescado, más nada», lamenta Jiménez de 55 años.
A Jiménez no le dan las cuentas. “Para el único bote mío que podemos mover ahorita necesitamos un aproximado de 280 litros de combustible. Eso son 140 dólares, más el aceite, que son 6 potes, son 30 dólares adicionales”. Según sus cálculos, los gastos para adentrarse al mar pueden alcanzar los 300 dólares.
“A veces capturamos bastante pesca, como a veces vamos y no capturamos nada; pero también el problema es el precio de lo que uno captura, por lo menos. Ve el gasto que hacemos y nos pagan el pescado por debajo del precio. Tendría que aumentar los precios, pero no nadie me los compra», advierte.
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