Naciones como EEUU, Brasil, México y Colombia agilizan conversaciones con actores políticos en Venezuela en medio de las dudas sobre el resultado de las elecciones presidenciales, protestas y denuncias de represión. Negociaciones formales y privadas pueden aliviar la crisis, según especialistas.
Hay que negociar siempre, incluso cuando estén sonando los disparos. La frase, atribuida hace dos siglos al influyente diplomático francés Charles Maurice de Talleyrand, podría ser buena consejera en la actual crisis política de Venezuela, según expertos.
El Consejo Nacional Electoral de Venezuela proclamó ganador de la elección presidencial del domingo al aspirante a la reelección Nicolás Maduro, con 7 puntos sobre su contendiente, el opositor y diplomático Edmundo González Urrutia. El antichavismo denunció fraude, afirmando que tiene las actas para comprobar que ganó la votación con cerca de 40 puntos de ventaja.
Al día siguiente, hubo protestas en más de 200 ciudades y poblados del país contra la proclamación de Maduro, mientras varios gobiernos y bloques de país, organismos internacionales, gremios y academias locales comenzaron a demandar la publicación total y verificación de las actas de votación.
Las manifestaciones populares, espontáneas según la oposición, fueron reprimidas por fuerzas de seguridad del Estado, a la vez que las autoridades, entre ellas Maduro, su ministro de defensa y el fiscal general, denunciaron que estaba en marcha un golpe de Estado. Según defensores de derechos humanos, hubo al menos 16 muertos y casi 500 detenciones, hasta el martes.
La verificación total y transparente de las actas es “la única manera” de encauzar la compleja situación nacional, lo que “sólo puede lograrse negociando con el régimen de Maduro”, advierte el especialista en relaciones internacionales, Kenneth Ramírez.
Según Ramírez, presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales, una alternativa puede ser el mecanismo de diálogo facilitado por Noruega y observado por varios países. Otra vía puede ser una mediación de México, Brasil y Colombia, dijo a la Voz de América.
Diplomacia en plena marcha
Los gobiernos de Brasil y Colombia han conversado activamente con las fuerzas políticas en conflicto desde el anuncio de los resultados por parte del CNE, según revelaron públicamente los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro.
Esas diligencias también han involucrado diálogos directos entre gobernantes, como la ocurrida el martes entre los presidente Lula y Joe Biden, de Estados Unidos.
“El canal discreto” de negociación entre Estados Unidos y Venezuela también es otra vía que, aparejada con las alternativas anteriores, “puede jugar un papel clave para alcanzar acuerdos” entre presiones y persuasiones, opina por su parte Ramírez.
El presidente de Colombia invitó al gobierno venezolano a permitir un escrutinio transparente con veeduría internacional profesional y de las fuerzas políticas de su país, un escenario que cree posible a través de un acuerdo dialogado.
“Proponemos respetuosamente llegar a un acuerdo entre gobierno y oposición que permita el respeto máximo a la fuerza que haya perdido las elecciones”, publicó Gustavo Petroen su cuenta en X. Ese pacto puede ser remitido al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a través de una declaración unilateral de Estado por parte de Venezuela, indicó.
Mariano De Alba, abogado especializado en derecho internacional, considera que la diplomacia debe tratar de mantener “abiertos” los canales de comunicación con el gobierno y la oposición en Venezuela.
La diplomacia no sólo existe para que los gobiernos adopten una posición, sino que “debe tratar de contribuir a construir soluciones”, afirmó a la VOA.
Una mediación o negociación, y la efectiva implementación de un eventual acuerdo, depende fundamentalmente de la voluntad de las partes venezolanas, enfatizó.
“En ese sentido, el ámbito de acción de la diplomacia en este momento pareciera ser restringido. Pero la diplomacia debe persistir y mantenerse atenta ante cualquier resquicio para destrabar la crisis político electoral” en Venezuela, insistió.
El inicio de negociaciones con una propuesta pragmática de un escenario “ganar-ganar” para el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición pudiera ser útil en este momento, de acuerdo con el presidente de la firma consultora Datincorp y analista de entorno político en Venezuela, Jesús Seguías. A su juicio, esos pactos no significan capitulaciones ni rendiciones de las partes.
Sin embargo, cree que el gobierno no se abrirá a negociar “con nadie” hasta que “termine exitosamente el nivel de rebelión civil” en la calle por su posible derrota.
Según la oposición, el gobierno contesta con “una escalada cruel y represiva” a las manifestaciones populares contra lo que consideran un fraude.
Maduro sólo podría abrirse a una negociación cuando cesen las protestas, que sorprendieron al gobierno, estima Seguías. A su entender, el oficialismo exigiría la exclusión en esos diálogos de María Corina Machado, dirigente de la oposición a la que acusa de un supuesto hackeo al sistema electoral.
Seguías remarca que la crisis electoral venezolana parece todavía muy “prematura” para sacar conclusiones sobre a dónde deparará.
“Es un momento crítico”, señaló.
Ramírez, del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales, valora que los esfuerzos diplomáticos y de negociación no pueden dejarse a un lado por el precedente del incumplimiento de acuerdos, como el de Barbados, firmado en octubre del año pasado.
Ese pacto suponía un debate sobre las inhabilitaciones, mejores garantías electorales y la invitación de la Unión Europea, entre algunos puntos que nunca se concretaron. “Se requiere una negociación que acompañe a la presión diplomática”, apunta.
El gobierno de Maduro rompió relaciones con un grupo de países que pusieron en duda la veracidad de los resultados, pidieron una verificación total de las actas y convocaron a una reunión extraordinaria de la OEA.
Esa asamblea, realizada este miércoles, culminó sin éxito luego que sólo 17 países apoyaran una resolución conjunta sobre Venezuela, con cinco ausencias y 11 abstenciones, entre ellas las de Brasil, Colombia y México.