Los cirineos y Jesús apresuran el paso, voltean a ver hacia atrás, y se echan a correr… Los policías del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo los persiguen muy de cerca. Las cruces que cargan y las túnicas que visten los fieles van quedando tiradas en las calles de Nindirí, una pequeña ciudad del departamento de Masaya, situada a 26 kilómetros de Managua. Es Lunes Santo y los uniformados ejecutan la orden de la pareja presidencial: prohibir a los católicos del país realizar procesiones y tradiciones de Semana Santa.
Un policía logró interceptar a uno de los jóvenes vestidos de cirineos cerca de la iglesia Santa Ana, en Nindirí, y le dijo que la actividad religiosa estaba prohibida. “Sólo te lo digo, nada más”, le advierte el policía, de acuerdo con un video que circuló en redes sociales. Esta tradición de Semana Santa es una de las más llamativas en el departamento de Masaya. Participan hombres, mujeres, jóvenes y niños vestidos con túnicas, cordones y mantos con cruces al hombro que simulan a Simón de Cirene quien, según el relato bíblico, ayudó a Jesucristo a llevar la cruz al Calvario.
En otras ciudades de Nicaragua la policía ha ejercido asedio y vigilancia policial. Después que la policía prohibiera los viacrucis de cuaresma, alegando “razones de seguridad”, la orden se reforzó desde el Sábado de Ramos. Las procesiones de Semana Santa pueden realizarse a intramuros de las iglesias o a lo sumo en los alrededores. La investigadora Martha Patricia Molina, quien lleva un registro de los ataques a la iglesia católica en el contexto de persecución religiosa, calcula que más de 30 procesiones han sido canceladas en lo que va del año. Sin embargo, dice que “es un número conservador”, ya que bajo tutela de la Arquidiócesis de Managua están 118 parroquias.
Dictadura de Nicaragua expulsa a sacerdote panameño
Donaciano Alarcón Valdés, sacerdote panameño, de 49 años, quien cumplía una misión en Cusmapa, Nicaragua, fue expulsado en horas de la noche del lunes por orden de la dictadura de Daniel Ortega, reseñó Estrella de Panamá.
La acción de Nicaragua contra el sacerdote panameño fue calificada por arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, como “absurdo”. Y agregó: “a la gente el poder les hace ver otra realidad y creó que hay que esperar. Tarde o temprano todos estos dictadores caen”.
El sacerdote panameño fue deportado a través del puesto fronterizo El Espino, y según los medios de ese país, la policía no le permitió ni sacar sus pertenencias de la casa cural. Además, fue despojado de su computadora personal y celular.