“Abril que sabemos pertenece a los triunfos de la paz y el bien. Abril en paz y bien. Abril como el pueblo merece. Abril en alabanza… Gloria a Dios en abril, al Dios de todas las victorias, de todos los triunfos, al Dios verdadero. No al Dios que han inventado quienes llenos de maldad sembraron tanto sufrimiento y tanto dolor entre las familias nicaragüenses hace algunos años”, dijo Murillo, quien se dirige cada mediodía al país combinando propaganda, escasa información y misticismo en sus alocuciones.
Sin mencionar a los objetivos de sus ataques verbales, Murillo agregó que ven al Dios de sus adversarios como una “manipulación” de quienes no viven el cristianismo, solo saben de codicia, y hablan de Dios jurando su nombre en vano, un discurso con poca credibilidad tanto a lo interno como a nivel internacional, que muestra una realidad paralela construida desde el poder.
Por su parte, Ortega y Murillo han denunciado sin evidencias que fueron objetos de un intento de golpe de Estado en abril de 2018, lo que ha sido refutado en informes de la Organización de Estados Americanos y recientemente por Naciones Unidas, instituciones que más bien documentaron la comisión de parte de las autoridades de crímenes de lesa humanidad.
La persecución religiosa
El 6 de abril de 2023, La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) pidió a las autoridades de Nicaragua que se permitiera el desarrollo normal de las procesiones y explicó que la prohibición de estas viola los principios de libertad religiosa.
Para Max Jerez, de 29 años, expreso político y miembro de la Alianza Universitaria Nicaragüense, el mensaje de Murillo se corresponde con un intento de borrar de la memoria la insurrección cívica de abril de 2018, “un fantasma” que persigue al orteguismo que respondió con una brutal represión a las masivas protestas de ese año. Los organismos internacionales de derechos humanos reportaron entonces 355 asesinados y más de 2000 heridos.
Jerez estuvo preso durante 584 días, hasta su destierro el 9 de febrero pasado, con otros 221 reos de conciencia a Estados Unidos. El líder estudiantil afirmó que Murillo apela a un cristianismo falso, “a su medida”, con el que ataca a la Iglesia católica, calla las voces que le resultan incómodas y justifica sus crímenes.
El exreo de conciencia supo en carne propia la crueldad del Estado, cuando ni siquiera le informaron del fallecimiento de su madre el 17 de febrero de 2021. La noticia la supo hasta un mes después, durante una visita familiar, cuando lloró amargamente la pérdida de su progenitora.
En la represión de 2018, Murillo tuvo una participación activa, profiriendo a nivel público los peores insultos a los manifestantes durante el proceso de creación de un “enemigo interno”. A nivel partidario, ella dio también las órdenes de responder con violencia a las protestas ciudadanas, lo que le ha valido sanciones de la comunidad internacional.
De acuerdo con el testimonio ante el Congreso de Estados Unidos en septiembre de ese año de la exsecretaria política del Banco Central, Ligia Gómez, Murillo les orientó a todos: “Vamos con todo”.
“El espíritu rebelde de abril del pueblo nicaragüense es un fantasma terrorífico que recorre El Carmen (residencia de Ortega y Murillo) para la dictadura. El discurso de falsa paz y tranquilidad responde a esa estrategia, pero lleva 5 años sin conseguirlo porque la resistencia de los nicaragüenses es inquebrantable”, destacó el líder estudiantil.
La abogada Martha Patricia Molina, autora de un minucioso estudio sobre la persecución a la Iglesia católica bajo la actual dictadura, dijo que el comportamiento de los líderes políticos del orteguismo es característico de aquellos representantes que utilizan métodos criminales para silenciar a ciudadanos que reclaman por sus derechos.
«Quieren una Iglesia compinche»
Molina sostiene que el régimen Ortega-Murillo quiere una “Iglesia compinche”, como se comporta parte del liderazgo evangélico en el país, pero con el catolicismo han encontrado una institución en la cual hay miembros comprometidos contra la corrupción y la denuncia de los delitos que se cometen desde el Estado.
“La dictadura quiere una Iglesia aliada, compinche, socia, y que se haga de la vista gorda ante la injusticia. Ese es el conflicto sencillamente”, agregó la investigadora. En noviembre de 2022, Molina denunció que llevaba contabilizado 396 ataques contra la institución religiosa desde 2018.
Según los datos oficiales de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, en el país existen 397 parroquias, lo que significa, según los cálculos de Molina, que se han prohibido 3176 procesiones, tomando como base un mínimo de ocho actividades por cada templo durante la Semana Santa.
La saña contra la Iglesia católica es evidente. En febrero pasado, después que 222 fueron desterrados de Nicaragua—entre ellos el líder estudiantil Max Jerez—el sistema de justicia condenó a 26 años y cuatro meses de prisión al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, por negarse a abordar el avión que condujo a Estados Unidos a los reos de conciencia.
Álvarez es un defensor de los derechos humanos de los nicaragüenses, igual que el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, quien se encuentra exiliado en Estados Unidos a petición del papa Francisco desde 2019, luego de recibir amenazas de fanáticos orteguistas.
Ortega expulsó en marzo de 2022 al nuncio apostólico en Nicaragua, monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag, y en julio siguiente a 18 monjas de la orden de la Madre Teresa quienes se quedaron en Costa Rica. También profanaron templos en el norte de Nicaragua, cerraron radios, forzaron al exilio a sacerdotes críticos y mantienen bajo vigilancia política a las parroquias, mientras Ortega y Murillo en sus discursos han calificado como “mafia” a El Vaticano.
Al papa Francisco lo de Nicaragua le suena a una “dictadura grosera”. Así lo dijo en una entrevista con Infobae, en ocasión de su décimo aniversario como pontífice. “Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura (rusa) comunista de 1917 o la hitleriana (nazi) del 35”, añadió, lo que provocó que Ortega suspendiera las relaciones diplomáticas con El Vaticano, lo cual fue ejecutado a mediados de marzo de 2023.
El jueves 6 de abril, Murillo insistió en la “unidad” desde la “fe”, mientras sus fuerzas represivas cazaban a sospechosos en barrios de los departamentos de Masaya y Granada. “Podemos pensar distinto, tener ópticas diferentes sobre la vida, pero desde el cristianismo genuino, profundo verdadero y potente nos unimos todos alrededor de la fe”, afirmó.