Durmió 18 días continuos en el piso de su celda, en los sótanos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, en Venezuela. Sus custodios le robaron libros, comida. No pudo ver la luz solar durante mes y medio. Teme que, en el cautiverio, se contagió de COVID-19.
Por Gustavo Ocando Alex / voanoticias.com
Nicmer Evans, sociólogo político, director del medio Punto de Corte y vocero del partido Movimiento por la Democracia e Inclusión (MDI) detalló a la Voz de América sus experiencias en los 51 días que estuvo detenido por sus presuntos delitos de odio por un par de tuits publicados en julio pasado, donde deseó “larga vida” a los dirigentes chavistas contagiados del nuevo coronavirus para que pudieran conocer “la justicia del hombre” antes que la divina.
Su nombre estuvo incluido en la lista de 110 indultos por parte del gobierno en disputa de Nicolás Maduro y, el 1 de septiembre, quedó en libertad.
Justo un día luego de la publicación de un robusto informe de las Naciones Unidas que documenta torturas, ejecuciones policiales y delitos de lesa humanidad, Evans reflexionó sobre el devenir político de su nación.
VOA: ¿Puede contarnos detalles de lo que vivió en los calabozos de la DGCIM? ¿En qué condiciones estaba usted detenido?
Evans: En mi caso particular, trataron de cuidar un poco las formas. Imagino que los tiempos me ayudaron un poco a no sufrir totalmente el rigor de lo que había sufrido el resto de las personas que estaban detenidas en el sector donde me encontraba. Estaba en el sector C de la DGCIM. Llegaron a fluctuar entre 35 y 38 personas, la mayoría militares, y la mayoría de ellos de los componentes de la Guardia Nacional. En el sector civil, eran varios casos, desde el caso de PDVSA, presos políticos internos del propio régimen, como también gente que actuó en otros casos distintos. Estos casos de PDVSA me parecen muy particulares, porque fueron señalados como corresponsables de procesos administrativos de corrupción, cuando en verdad la mayoría difícilmente tenía algún tipo de responsabilidad, pero también fueron sometidos a tortura.
No hay miramientos ni distinción. No es solamente la aplicación de tortura en contra de la disidencia política hacia la oposición. Es que también hacia lo interno del gobierno son capaces de infligir tortura a quienes están vinculados, así sea administrativamente, con espacios de trabajo de la administración pública. Es una política sistemática, continua, premeditada, y con responsabilidades directas de quienes en la jerarquía de mando han tenido que ver con la aplicación de este tipo de métodos.
VOA: ¿Sufrió usted algún tipo de tortura?
Evans: No sufrí tortura física, pero mis condiciones tampoco fueron las mejores… 18 días en el piso. Sufrí una afección respiratoria en el marco de la posibilidad de que haya habido una crisis de COVID-19 a lo interno. No puedo afirmarlo, aunque nos hicieron dos veces las pruebas, no tengo el resultado. Pero allá todos asumimos que pasamos por el COVID-19. Mi situación fue un poco delicada. Tuve que utilizar algunos broncodilatadores que me pudieron facilitar mis familiares en el momento en que tuve acceso a una llamada después de 15 días.
VOA: ¿Cómo era su celda, el espacio donde compartía con otros detenidos?
Evans: Las condiciones generales del espacio solamente se deben al gran mantenimiento que hacen quienes están recluidos, en cuanto a la limpieza, pero, estar dependiendo de un aire acondicionado de manera permanente en un sótano sin luz… mi detención fue de 51 días, pero, después de haberme presentado en el tribunal, pasaron 45 días continuos sin que pudiera tener acceso a la luz del sol. Eso, sin duda, no podemos naturalizarlo. Es violatorio de cualquier derecho, igual que tener una restricción permanente de la posibilidad de comunicación con tus familiares. Teníamos una llamada una vez a la semana. Dependía del estado de ánimo o la voluntad de los custodios. Podían pasar hasta 10 días (sin llamadas) y la preocupación de la familia de no tener comunicación regular también es parte de una tortura.
Otro aspecto es la violación permanente a la correspondencia. No podíamos enviar cartas, pero los familiares que hacen llegar cosas por escrito, esas son filtradas de manera flagrante, premeditada e intencional. Hay un filtro de los libros. Dependía de poder estar leyendo en el cautiverio. Tuve la oportunidad de leerme 20 libros, entre los que ya circulaban dentro del recinto, más los que mi esposa me hizo llegar, pero en el camino se perdieron muchos. En el acceso a la comida, los familiares la envían con lista y hay momentos en que no llegan las cosas. En el camino se sienten con atribución de agarrar el mercado de la gente. Además, mucha gente vive en las regiones (del interior) y los familiares no pueden trasladarse todo el tiempo para poder enviar alimentos. Es una cosa delicada.
VOA: ¿Cómo notó la entereza emocional de las personas con quienes compartió? Supimos que su vecino de celda fue Demóstenes Quijada, asesor estratégico de Juan Guaidó.
Evans: Ya que comentamos nombres, no debe haber ningún tipo de inconvenientes, porque no entro en detalles de sus casos, pero sí estuve efectivamente con Demóstenes, con Alfredo Chirinos, el del caso de PDVSA, a quien acusan de pasar información a la CIA. Su esposa está (encarcelada) al lado. En general, la gente que está adentro, en verdad que sorprende, no solamente la entereza, sino la comprensión y la claridad con las que se generan debates sobre la situación del país.
VOA: ¿Sabían lo que ocurría en la política fuera de la DGCIM?
Evans: Donde estuve tuvimos un privilegio de tener acceso a una televisión y ver los noticieros de Televén al mediodía y de Venevisión en la noche. La poca información que llega en esos noticieros servía como alimento para el debate político. Se daban interesantes debates, pero creo que había un consenso absoluto en la necesidad del restablecimiento de la democracia en el país y del Estado de derecho, además de la claridad de que lo que estamos viviendo no puede ser de ninguna manera recuperado.
Llegué a compartir con gente del partido Tupamaro (del ala radical del chavismo), que planteaban el hecho de que no queda ninguna duda de que para esto no era para lo que algunos, al apoyar al presidente Chávez, soñaron poder desarrollar. La sistematicidad (de torturas y ataques) a partir de Nicolás Maduro es una cosa abrupta.
VOA: ¿Cuándo supo que quedaría libre? ¿Cómo fue ese momento?
Evans: El día antes de que se anunciara la lista, allá nosotros acostumbramos a darnos mucha fuerza y energía positiva. Quizá era entre broma y gran deseo decir casi todos los días: “al día siguiente me voy”. El domingo, agarré mi tapabocas, lo lavé y dije: “aquí lo estoy guindando, porque me voy ya, me voy pronto, ya esto es lo último que lavo”. Afortunadamente, las palabras que dije el día anterior con mucha casualidad terminaron siendo reales. Ese es el ánimo permanente dentro, la expectativa de poder acceder a la libertad por cosas sobrevenidas y me sucedió. Ese mismo día correspondía la introducción de la solicitud de cargos por parte de la Fiscalía. De hecho, llegó a ser introducida. Me iban a pasar a juicio ese mismo día, pues se cumplían 45 días del procedimiento para la imputación por parte de la Fiscalía.
VOA: ¿Qué opina sobre el documento de la Misión de Investigación de la ONU sobre las torturas y ejecuciones extrajudiciales en Venezuela?
Evans: No he terminado de leer todo el documento, pero, por lo que he observado, el reflejo y la sensibilidad con la cual fue redactado el documento, en especial en los elementos descriptivos, en la calificación, en la cualificación, incluso en la magnitud, creo que queda bastante reflejado. Podemos decir que uno se ve en el espejo de una realidad cruda. Lo clave del documento es la existencia de un proceso sistemático, continuo, premeditado de violaciones de los derechos humanos y, fundamentalmente, de delitos de lesa humanidad en contra de quienes tienen posturas críticas ante quienes ejercen el poder. Hay una clara responsabilidad de los distintos niveles jerárquicos y las cadenas que conducen a infligir cualquier tipo de violación de derechos humanos. Creo que hay un trabajo minucioso, hay un método bastante específico y, aun a pesar de que no tuvieron en campo, creo que tuvo que haber sido alimentado por el levantamiento de información de quienes están en campo acá, aunque son dos comisiones distintas. Es evidente la calidad de la recolección de la información.
VOA: ¿Cómo valora los pormenores del informe en cuanto a lo que ocurre en los calabozos del Sebin, las FAES, la DGCIM? ¿Se vio reflejado?
Evans: Sí, me vi reflejado. Una cosa es que lo diga la ONU y otra cosa es que lo diga uno a nivel público. Donde estuve, el 85% de las personas fue torturado y tuve la oportunidad de hacer mi propio estudio, recogiendo los testimonios de todos los que fueron afectados de manera directa. En mi caso, no puedo entrar en los magníficos detalles que están reflejados en el informe, porque me encuentro todavía en Venezuela, no ha cambiado el régimen de poder y ya pasé por esos sectores. Lo que hace el informe es reivindicar una situación que muchos conocemos, que hemos señalado, pero que no podemos entrar en detalles y los detalles están perfectamente reflejados en el informe.
VOA: ¿Qué opina sobre la situación política con que se topó al salir de la DGCIM, las diatribas entre Guaidó y dirigentes como María Corina Machado y Henrique Capriles Radonski?
Evans: Con la poca información que llegaba, pudimos ver la diatriba entre los distintos actores de la oposición. Ya estando afuera, sigo insistiendo en la necesidad de que debemos ser críticos de esa voluntad autodestructiva de la oposición, de flagelación y de permanente conflicto por la figuración de posiciones de poder dentro de una caja de cartón y la insistencia de métodos reales de unidad. Porque, entonces, también se llama a la unidad conmigo y no a la unidad entre todos.
Hay dos problemas fundamentales. Primero, el protagonismo y la incomprensión de la necesidad de la unidad, y quienes convocan a la unidad tienen un problema de método. Hemos hecho un debate en nuestro movimiento para poder generar herramientas y generar comunicación con diferentes actores políticos y de la sociedad civil, en donde creo que hay mayor fortaleza en ese sentido, para poder generar un método democrático que permita un ejercicio de unión de la oposición venezolana.
VOA: ¿Qué piensa de quienes proponen una intervención extranjera?
Evans: Nadie va a venir a resolvernos el problema. Incluso, dándose el caso de algún tipo de intervención o injerencia extranjera para el restablecimiento del orden democrático en Venezuela -escenario que veo muy distante- tenemos un grave problema: que no hay condiciones para mantener la gobernabilidad, dado el caso de que la oposición tenga que asumirla. La única manera de garantizar gobernabilidad y gobernanza es teniendo unificación de criterios. Por eso estamos luchando.
Me planteé dos retos al salir de la DGCIM. Uno es hacer cada día más visible y luchar por la liberación de todos los presos políticos civiles y militares. Lo segundo es tratar de generar el mayor aporte posible por la unión de la oposición y al establecimiento de métodos reales que puedan confrontar al régimen que hace ejercicio del poder.
VOA: Elecciones parlamentarias, consulta popular, referendo presidencial para 2021, ¿cuál es la vía para cumplir los objetivos de la oposición, a su entender?
Evans: Hice un ejercicio de escenarios con base en el informe de la ONU. Pongo tres escenarios favorables y uno desfavorable, el que radicaliza la posición de ellos. El primero es que, con base en el apoyo internacional y bajo la situación interna que se genera producto de este informe, podríamos pensar en que podría acelerarse la presión para lograr unas elecciones presidenciales y parlamentarias en 2021, después de la postergación de las elecciones parlamentarias de este diciembre. Aunque dicen que no se van a postergar, la situación está bastante complicada para ellos en relación con la ejecución de esas elecciones.
VOA: ¿Cree que podrían postergarse las parlamentarias?
Evans: Este sería un escenario relativamente ideal, pero no le permite a ellos ganar tiempo y, además, es una lucha por unas condiciones que todavía serían muy difíciles de superar en cuanto a elegir. Siempre la elección entra en un proceso con nombre y apellido. Incluso, en el análisis de las condiciones electorales para la oposición es desventajoso porque la convocatoria de las elecciones del 6 de diciembre tiene una gran ventaja para ellos. Primero, pone a discutir a la oposición entre si ir o no a las elecciones, ya fracturas a la oposición en un número importante. Después, los que van, van con tarjetas distintas, nombres distintos, porque no hay unidad y ahí vuelves a fraccionar. No hay condiciones para generar unas elecciones democráticas. Lo que sí puede haber es unas condiciones para lograr unas elecciones decisionales, que es distinto.
Me inclino mucho más a la tesis del referendo revocatorio. Es un “sí o no”, es con partidos, sin personalismos políticos. Es la instalación de un comando de campaña sobre una estrategia de campaña para la unificación, nos permite unificar en torno a ello y sería aplastante el hecho de tener un elemento vinculante. Pondría contra la espada y la pared a la Fuerza Armada y a muchos sectores institucionales que terminan protegiendo y alimentando el ejercicio del poder. Sería la estrategia más inteligente.
VOA: ¿Cómo evalúa la idea de un gobierno de emergencia nacional?
Evans: La tesis de que se constituya un gobierno de emergencia nacional, que es el tercer planteamiento, el de Guaidó y de Estados Unidos, tiene la dificultad de ver quién de ellos forma parte. ¿Qué los va a motivar y cómo se implementa? Es una propuesta que ya en meses pasados ha demostrado que tiene inviabilidad para su aplicación. Es ideal para una transición, pero no tiene condiciones para poderse desarrollar en este momento.
El último escenario, que es el cuarto, es que esta gente termine radicalizándose, que hagan las elecciones del 6D, a trocha y mocha, que no acepten ningún tipo de búsqueda de alivianar la situación política del país y ya busque, como un kamikaze, tratar de generar una intervención en el territorio, producto de la resistencia a las exigencias de cambio, que incluso ya determina las naciones a través de su informe y lo que podría venir después a través de la Corte Penal Internacional.
Favorezco el hecho de que el referendo revocatorio tiene mucha más viabilidad. No es reconocer a Maduro como presidente. Es reconocerlo como quien tiene el poder y tenemos antecedentes históricos importantes, como el plebiscito que se hizo en Chile, que terminó sacando paulatinamente a un dictador, que tenía mucho más poder que el que puede tener Maduro.
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