Al menos 73 personas han muerto y otras 20 han sido rescatadas con vida después de que una barcaza con más de un centenar de inmigrantes a bordo se hundiera el jueves frente a las costas de Tartús, en Siria, informó el Ministerio de Salud sirio.
En un comunicado reproducido por la agencia de noticias oficial siria SANA, el departamento indicó que el recuento de víctimas es todavía preliminar y que los rescatados están recibiendo tratamiento en el hospital Al Basel de Tartús.
Por su parte, el ministro de Transporte libanés, Ali Hamie, dijo a Efe que «de acuerdo con algunos de los supervivientes, la barcaza llevaba a más de cien personas, y muchas de las víctimas no llevaban ningún tipo de documentación encima».
Asimismo, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos dijo que la mayoría de las víctimas eran de nacionalidad siria, libanesa y palestina, y estimó que el número de personas que siguen desaparecidas es de al menos 70, según un comunicado.
Algunos de los supervivientes confirmaron a la ONG que la barcaza, que zarpó de la localidad libanesa de Trípoli, transportaba a más de 150 personas que tenían la intención de llegar a Italia, Chipre u otros países europeos.
La ONG, con sede en el Reino Unido pero con una amplia red de colaboradores sobre el terreno, dijo que «muchos de los sirios que murieron en el mar vendieron todas sus propiedades en Siria con el sueño de llegar a Europa, puesto que estaban muy afectados por la crisis en el Líbano».
El pasado 23 de abril se hundió otra embarcación cargada de migrantes desesperados por dejar atrás la grave crisis económica del Líbano, y los equipos de rescate pudieron salvar con vida a unas 45 personas y recuperar al menos una decena de cadáveres.
Casi el 80 % de los libaneses viven por debajo del umbral de la pobreza, mientras que cerca del 90 % de la comunidad refugiada siria en el país sufren pobreza extrema y buena parte de ellos están afectados además por la inseguridad alimentaria, de acuerdo con datos de la ONU.
Desde 2020, cuando se agravó la crisis económica desatada en el Líbano un año antes, se ha disparado la salida de embarcaciones ilegales que tratan de llegar a Chipre con el objetivo de alcanzar posteriormente otros países europeos.
Según la ONU, aquel año partieron al menos 38 barcos con más de 1.500 pasajeros, más del 75 % de los cuales fueron interceptados por las autoridades o devueltos a tierra.