Tras el triunfo de Tiburones de La Guaira en la gran final de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), el mánager Oswaldo Guillén dedicó esta hazaña a su familia.
A la derecha del mánager está su hijo mayor, Ozzie Jr., con quien conversa sobre béisbol. Alrededor del clubhouse también se encuentran sus vástagos Ozney y Oney; además de su nieto, “El Oso”, quien daba algunos saltos muy similares a los que dio el sentir guarista poco más de tres horas después, publica la LVBP en su página web.
Guillén y su familia son campeones de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. No se puede separar al estratega de sus seres queridos. Es necesario entenderlo como un ente. Desde hace más de cuatro décadas, cuando conoció a Ibis, su señora esposa, el mirandino dejó de ser una isla para convertirse en un archipiélago en el que Tiburones encontró su camino de regreso al título.
“Yo no sería lo que soy sin Ibis (…) Ella ha estado conmigo desde que yo tenía 16 años de edad, en las altas y en las bajas. Eso ha sido muy importante para mí. Hay mucha gente que dice que detrás de un buen hombre hay una gran mujer, pero yo creo que es al lado. No sólo para mí, sino para nuestros hijos, y ahora con nuestro nieto”, comentó.
Guillén se convirtió en apenas el cuarto mandamás que queda campeón de Serie Mundial y de una liga del Caribe, uniéndose a Earl Weaver (Puerto Rico), Tom LaSorda (República Dominicana) y Terry Francona (República Dominicana), de acuerdo con el periodista e historiador Tony Flores. No obstante, la historia no se pudo haber escrito sin la autorización de su compañera de vida.
“Le di permiso porque era un reto para nosotros. Quedaban sólo 18 juegos de la ronda eliminatoria, y como familia, lo afrontamos porque pensábamos que se podía conseguir. Casi dos meses después, lo logramos”, mencionó Ibis. “Lo más difícil era que ya venían las navidades, el tema logístico. Pero le agradezco a la organización de Tiburones de La Guaira, que puso todo en nuestras manos para lograr esta meta”.
Desde que Guillén fue contratado para tomar el lugar de Edgardo Alfonzo, quien se desvinculó de la organización tras dejar récord negativo de 18-20, Tiburones de La Guaira jugó para arrollador registro de 28-11, el mejor del circuito a partir de aquel 7 diciembre cuando dirigió su primer compromiso. Para ponerlo en perspectiva, Cardenales, el equipo subcampeón, consiguió ocho triunfos menos en el lapso.
“Vine porque la llamada llegó especialmente de los peloteros. Este título representa más para mí que una Serie Mundial por esto que llevo en la camisa”, expresó Guillén, mientras se señalaba las imágenes de Pedro Padrón Panza, rodeado de Marco Antonio “Musiú” Lacalaverie, Carlos “Café” Martínez, Gustavo Polidor, Graciano Ravelo y Pompeyo Davalillo impresas en la franela que llevaba puesta. “Él (Padrón) lo es todo para mí, cuando más lo necesitábamos siempre estuvo para nosotros. Me dio la oportunidad de ser pelotero. Este campeonato va para todos esos jugadores que durante casi 40 años vinieron a este equipo y escucharon la palabra más fea en el deporte: eliminados”.
El regreso de Guillén se dio luego de una tumultuosa primera etapa al frente del cardumen, donde no logró trascender durante las tres zafras iniciales que dirigió al conjunto (entre la 2016-2017 y la 2018-2019), combinándose para balance de 82-105, el peor del circuito en el período. Los malos resultados crearon una rencilla con un sector de la afición, que en algún momento convirtió en imposible su retorno a la pelota rentada local de invierno.
“Sólo pocas personas saben el trabajo que tuvimos que hacer Greivis Vásquez (asesor de la Junta Directiva) y yo para que Paio regresara”, escribió Oney en la red social X. “Siempre serás el más grande de la historia de Venezuela, gracias por dejar que te convenciera a ti y a mi mamá. A los aficionados les digo, respeten y valoren la grandeza de mi papá”.
Con información de LVBP