En Mitare, pueblo costero del estado Falcón, aunque todos sus pobladores son pescadores, lo menos que consumen es pescado. La razón: no tienen gasolina desde hace meses para mover sus embarcaciones.
Aunque su dieta estuvo durante décadas centrada en el consumo de carnes rojas y blancas, gracias a la actividad pesquera y caprina – cría de cabras y chivos-, en la actualidad es lo menos que sirven en sus mesas.
«Falcón es uno de los estados más golpeados en el tema de alimentación, lo vemos en la calle, en el día a día, sino es por la remesas que reciben algunos es muy difícil para el falconiamo sobrevivir», reseña Vanessa Flores, integrante del equipo técnico del Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición (OVSAN).
Narra que en la referida parroquia, donde fue aplicada la encuesta sobre alimentación y nutrición, sus residentes se quedaron sin las herramientas necesarias para poder criar chivos y pescar.
De hecho, los resultados del estudio son reveladores. Pese a vivir a orilla del mar Caribe, el 82 % de los falconianos asegura que no consume pescado.
Flores agrega que la diferencia entre los que viven en la zona rural y urbana de ese estado es muy marcada. «En la zona rural los problemas son cotidianos, se basan en cómo vivir el día a día, mientras en la zona urbana la preocupación es que ocurrirá mañana o la semana que viene».
«En la zona urbana preocupa el tema de la económia y educación y en la rural el transporte, gasolina; de hecho es la falta de combustible que los tiene sin poder salir al mar a pescar o mover los rebaños de cabra», destaca.
OVSAN revela igualmente que el 69 % de las familias consultadas tampoco consume frutas y el 90 % hortalizas verdes. «Todo esto a pesar de ser un estado que prácticamente limita con entidades cuya actividad principal es la siembra, como Mérida, Trujillo y Zulia».
Flores destaca igualmente la gran cantidad de adultos mayores que viven solos en las zonas rurales. «Sus familiares están fuera del país y los ayudan con remesas»
El Observatorio cifra en 46 % el grupo de hogares donde, al menos un miembro, ha emigrado a otro país en los últimos 5 años huyendo de la crisis humanitaria.
En orden de frecuencia los falconianos se han ido a Colombia (29%), Perú (23%) o Argentina (19%). El 97 % de las familias en las que algún miembro ha emigrado, reciben remesas que califican como «vitales» para alimentarse.