Gabriela da clases en el sexto grado de una escuela primaria ubicada en una zona pobre de Caracas. A pesar de no tener título universitario, el año pasado se puso a disposición de la directiva del colegio donde estudiaron sus hijos para suplir a los maestros que faltaban temporalmente, pero esas ausencias se hicieron cada vez más frecuentes.
“Los docentes se están yendo de Venezuela y las escuelas están quedando vacías, sin docentes, y nosotras como madres hemos asumido ese rol porque nos preocupan nuestros niños”, dice Gabriela Carmona, quien es una de las llamadas, madre/docente.
Padres y madres han tenido que asumir labores de docentes, debido al aumento en la deserción de maestros que se registra desde hace al menos dos años en el país, causada por los bajos salarios y la crisis económica en general.
Nélida Riverol, otra madre que ha tenido que asumir el rol de maestra, comenzó como sustituta ocasional, pero hoy cubre la vacante de maestra de primer grado a tiempo completo. “Decidí quedarme dentro del aula y ahorita estamos estudiando la docencia”, dice Nélida a la Voz de América.
En el colegio donde hoy Gabriela y Nélida son madres docentes, mensualmente entre 1 y 2 maestros renuncian a sus cargos para emigrar o dedicarse a otros oficios que les permitan ganar más dinero.
Belkys Alemán, directora de la institución, dice que las necesidades económicas han afectado la permanencia de los maestros. “Por mucha ética profesional, por mucho que les guste (la docencia), están abandonando”, dice Alemán.
Pero la necesidad no solo se da en las secciones primarias, también en grados más avanzados se necesitan maestros, y es por eso que otros padres, profesionales en algún área, también están supliendo esta necesidad.
“Vemos muchos padres que son profesionales, no docentes, pero que son ingenieros químicos que tienen preparación para dar química”, dice a la VOA, Fausto Romeo, Presidente de la Asociación de Institutos Privados.
Por hacer este trabajo, los padres reciben el mismo pago que le corresponde a un educador, que en una institución pública no supera los 10 dólares mensuales. Sin embargo, los colegios privados intentan evitar la fuga de docentes pagando sueldos de entre 50 y 170 dólares y, aún así, advierten que no es suficiente para evitar la deserción.
En medio de esta crisis, el gobierno en disputa de Nicolás Maduro ha iniciado un registro de lo que él ha llamado “Maestros emergentes” para certificar a quienes deseen suplir los espacios que los profesores están dejando vacíos.
Por Adriana Núñez Rabascall / Voz de América