Los países en desarrollo destinaron en 2022 una cifra récord al pago de su deuda externa pública o con garantía pública, 443 500 millones de dólares, debido al mayor aumento de las tasas de interés en cuatro décadas, señaló el último informe sobre la materia del Banco Mundial.Indermit Gill, economista jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial, dijo que “los niveles de deuda sin precedentes y las altas tasas de interés han llevado a que muchos países hoy se encaminen hacia un escenario de crisis en el futuro”.
“Cada trimestre que las tasas de interés se mantienen altas, más países en desarrollo se ven afectados y se enfrentan a la difícil decisión de elegir entre pagar la deuda pública o invertir en salud pública, educación e infraestructura”, observó Gill.
En su opinión, los gobiernos deudores, los acreedores privados y oficiales, y las instituciones financieras multilaterales requieren “mayor transparencia, mejores herramientas para la sostenibilidad de la deuda y mecanismos de reestructuración más ágiles”, pues “la alternativa es otra década perdida”.
El Informe sobre la Deuda Internacional comienza por señalar que el volumen de la deuda externa de los países de ingresos bajos y medianos alcanzó en 2022 los nueve billones (millones de millones) de dólares, un leve descenso desde los 9,3 billones que adeudaban en 2021.
La disminución se debió a flujos de deuda negativos (desembolsos menos reembolsos de principal o capital de la deuda), y a la apreciación del dólar estadounidense frente a otras monedas importantes en las que está denominada la deuda externa de los países de ingresos bajos y medianos.
Ese volumen de deuda en los países de ingresos bajos y medianos representa 89 % de sus ingresos por exportaciones y 24 % de su producto interno bruto (PIB).
“Cada trimestre que las tasas de interés se mantienen altas, más países en desarrollo se ven afectados y se enfrentan a la difícil decisión de elegir entre pagar la deuda pública o invertir en salud pública, educación e infraestructura”: Indermit Gill.
En el caso de América Latina y el Caribe, el inventario total de su deuda externa suma casi dos billones (1989 000 millones) de dólares, equivalentes a 132 % de sus ingresos por exportaciones y 40 % de su PIB.
En el conjunto mundial de países de ingresos medianos y bajos, el año pasado los pagos del servicio de la deuda –amortización de capital e intereses- aumentaron cinco por ciento respecto de 2021 en todos los países en desarrollo.
En 2022, los 75 países que pueden recibir financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF, institución del Banco Mundial que brinda apoyo a los países más pobres) pagaron un monto sin precedentes de 88 900 millones de dólares en concepto de costos del servicio de la deuda.
En la última década, los pagos de intereses realizados por estos países se cuadruplicaron hasta alcanzar un récord de 23 600 millones de dólares en 2022.
Y según el informe, se espera que en 2023 y 2024 los costos generales del servicio de la deuda de los 24 países más pobres aumenten considerablemente en hasta 39 %.
El banco considera que aumento de las tasas de interés ha intensificado las vulnerabilidades derivadas de la deuda en todos los países en desarrollo.
Tan solo en los últimos tres años se han producido 18 casos de cesación de pago en 10 países en desarrollo, lo que supera la cifra registrada en las dos décadas anteriores.
En la actualidad, alrededor de 60 % de los países de ingreso bajo muestran un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentran en esa situación.
El pago de intereses consume una parte cada vez mayor de las exportaciones de los países de ingreso bajo, y más de un tercio de su deuda externa incluye tasas de interés variables, que podrían subir repentinamente.
Muchos de estos países enfrentan una carga adicional: el capital, los intereses y las comisiones que se acumularon a cambio del privilegio de suspender el servicio de la deuda en el marco de la Iniciativa de Suspensión del Grupo de los 20 (G20, las mayores economías industrializadas y emergentes).
La apreciación del dólar estadounidense agrava las dificultades y hace que a los países les resulte aún más costoso realizar los pagos. En estas circunstancias, un nuevo aumento de las tasas de interés o una fuerte caída en los ingresos de exportación podrían llevarlos al límite, según el análisis del banco
Y a medida que los costos del servicio de la deuda han aumentado, han disminuido las nuevas opciones de financiamiento para los países en desarrollo.
Así, en 2022 los nuevos compromisos de préstamos externos con entidades públicas y con garantía pública de estos países se redujeron 23 %, hasta alcanzar los 371 000 millones de dólares, el nivel más bajo en una década.
Los acreedores privados se abstuvieron en gran medida de otorgar crédito a los países en desarrollo y recibieron 185 000 millones de dólares más en reembolsos de capital que lo que desembolsaron en préstamos.
Esa fue la primera vez desde 2015 que los acreedores privados recibieron más fondos que los que destinaron a los países en desarrollo.
Entre 2021 y 2022, los nuevos bonos emitidos por todos los países en desarrollo en los mercados internacionales se redujeron más de la mitad y las emisiones de los países de ingreso bajo cayeron más de 75 %.
La nueva emisión de bonos que realizaron los países habilitados para recibir fondos de la AIF se redujo más de 75 %, a 3100 millones de dólares.
El informe reivindica que las entidades multilaterales contribuyeron en 2022 a cerrar la brecha, proporcionando 115 000 millones de dólares en nuevo financiamiento de bajo costo para los países en desarrollo, de los cuales casi la mitad provino del Banco Mundial.
A-E/HM