La Universidad Central de Venezuela (UCV) al igual que todas las universidades mutatis mutandi, han sufrido una verdadera debacle en las últimas décadas, que las ha transformado en instituciones con graves deficiencias en sus funciones esenciales, en virtud de las graves insuficiencias que hoy exhiben de manera ostensible. La Universidades, sobre todo las públicas que fueron el hardcore del sistema, su núcleo duro, hoy están en un franco proceso de debilidad extrema.
La prestigiosa Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA) por sus siglas en inglés, ha publicado un estudio distribuido por la ONG PROVEA; donde examina la situación de los universitarios venezolanos, expresa con toda calidad que, “la falta de una remuneración adecuada afecta la libertad académica, el derecho a la educación de estudiantes universitarios, comprometiendo el desarrollo científico y social del país”. Y, además, recuerda que, “la distribución de recursos no puede convertirse en una herramienta de ataque contra instituciones y grupos académicos, ni de amenaza al pensamiento crítico”. Con lo que hace referencia directa al hecho ominoso de que la UCV como el resto de las Universidades Autónomas, carecen de presupuesto con lo que se viola abiertamente un principio de que el: “El presupuesto público (en el caso de que se otorgara como legalmente lo exige la Constitución y la Ley) debe observar la proporcionalidad necesaria para que todas las instituciones de educación superior puedan desarrollar sus actividades con igual autonomía. La transparencia es un requisito indispensable para los Estados en sus gestiones presupuestarias”.
Con lo que, la inexistencia presupuestaria, un salario mínimo de $5 (incluida la pensión de jubilados), son absolutamente la confiscación a los profesores de la posibilidad de poder satisfacer unas condiciones de vida dignas, con lo que se puede concluir que, “tan dramática situación explica el éxodo de investigadores a otros países o a otros sectores de la economía, la drástica disminución de la matrícula estudiantil y la incapacidad de las universidades de generar el necesario relevo generacional dentro del profesorado”.
A la última frase del informe es la que hace referencia el título de este artículo. La generación X, es la desaparición de la generación de relevo. La UCV, cuando se calcula la edad promedio de sus profesores, está en los 65 años, de acuerdo a un estudio de APUCV (2022). Y, de acuerdo, a la misma medición cuando vamos a examinar cuales son los escalafones predominantes, observamos con profunda consternación que la mayoría son profesores en condición de instructores el 54% (es necesario aclarar que en la Ley de Universidades vigente, son profesores aquellos en categoría de asistente agregados, asociados y titulares; los instructores formalmente quedan fuera de este rango). situación está que deja clara una extensa franja de profesores -muy disminuidos de agregados, asociados y titulares- que se fueron a menos, la Generación X, que desaparecieron en el agujero negro conformado por la emigración, los salarios inexistentes y la indiferencia del estado y de las autoridades universitarias.
Es por ello fundamental que, en esta nueva elección de mayo, donde aparece la oportunidad de romper con el continuismo. El nuevo equipo rectoral que asuma, debe tener como primerísima prioridad crear la generación de relevo con las nuevas capacidades académicas, para responder a los nuevos retos de la educación superior que el país reclama como un proceso fundamental para su recuperación cultural, social, económica con vista a una nación que pueda crear una sociedad democrática.