Una rutina física bien diseñada, junto a la ingesta de los antirretrovirales y una alimentación balanceada se convierten en aliados de la salud de las personas que viven con el VIH.
Los entrenadores deben diseñar la rutina de ejercicios de acuerdo a los requerimientos o necesidades del practicante, pero deben tener en cuenta que, antes de iniciar cualquier actividad que requiera cierto esfuerzo físico, es necesario conocer las condiciones de salud de la persona, pues es común que se encuentre en un estado inminosuprimido y con las defensas bajas, por lo que pueden sufrir con mayor facilidad una recaída. Es recomendable que la rutina se realice de forma regular pero en intensidad moderada, sea de fuerza o cardiovascular.
La práctica de ejercicios genera efectos o beneficios psicológicos y fisiológicos que traen como consecuencia calidad de vida, con mejor salud e incluso aumento de la autoestima. Ejercitarse le brinda una sensación de bienestar, de mayor coordinación y atención, un estado de ánimo más elevado y mayor capacidad de trabajo. Por otro lado, el ejercicio ayuda a controlar un poco la inmunosupresión, haciendo que la persona no esté tan susceptible a las infecciones.
Los especialistas insisten en que es vital dejar el sedentarismo y activarse con una rutina que sea diseñada para las personas que viven con el virus, previa realización de estudios para conocer los niveles de CD4/Carga Viral, de tal manera de no generar alteraciones y malestares.
“Si bien es recomendable tomar en cuenta estas sugerencias, lo es aún más, protegerse del contagio con el Covid-19, por lo que se deben evitar espacios concurridos como gimnasios, más bien adecuar las rutinas a elementos que se puedan tener en casa y que sirvan de herramientas para realizar los ejercicios, insistimos en estos tiempos de pandemia, mantenerse en casa”, manifestó Silvimar Campos, directora de la Organización StopVIH.