Tantos años dedicado a niñas y niños le permiten al pediatra Huniades Urbina hablar con propiedad sobre los problemas de la infancia venezolana y las mejores soluciones.
A Urbina, vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina, le dedicaron el congreso 69 de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, celebrado la semana pasada en Valencia.
Y él decidió convertir ese reconocimiento en un nuevo repertorio de exigencias al Estado venezolano.
La primera política pública por la que aboga, en conversación con contrapunto.com, es la prevención en salud, centrada especialmente en las vacunas: «Cumplir con el Programa Ampliado de Inmunizaciones» y aumentar la cobertura de vacunación.
En este momento, subraya, todas las vacunas del PAI son donadas.
«Lastimosamente sigue poniendo Venezuela la salud de la población en manos de donaciones; lo agradecemos a los entes internacionales. Pero uno dona el excedente, y el país necesita una dotación constante.
El Estado venezolano debe y tiene que comprar las vacunas para los niños venezolanos».
Cada año se requieren unas ocho o nueve millones de dosis, y se debe sumar la deuda social, los pequeños que también han sido dejados atrás por la salud pública.
Según el esquema nacional cada niña o niño necesita cinco dosis de antipolio: a los dos, cuatro y seis meses, un refuerzo al año y otro en edad preescolar. «Son unas cuatro o cinco millones de dosis», calcula Urbina. Esta vacuna «debe ser priorizada para evitar un desastre nacional, que puede suceder si reaparece la polio en Venezuela».
La cobertura actual es de 50,2%; es decir, solo un niño de cada dos está protegido contra esta enfermedad.
La segunda es mejorar las condiciones nutricionales de la población infantil, porque «tenemos más de 10% de niños menores de cinco años de edad con desnutrición aguda severa». Lo que ratifica que el país sigue en emergencia humanitaria compleja.
«Eso debe ir de la mano de mejores ingresos para la familia, porque el problema es que los niños no están comiendo. Porque las familias no tienen el ingreso suficiente para adquirir los productos de la canasta básica».
La tercera, la educación. «Un pueblo desnutrido, un pueblo enfermo, un pueblo no educado es un pueblo fácil de manipular» que «solo va a tener la mano para estirar para que le venga una dádiva gubernamental».
Con información de: Contrapunto