Las elecciones municipales dejaron inesperadas sorpresas en Portugal. Los socialistas son todavía la fuerza más votada tras una amarga noche en la que perdieron Lisboa, su bastión estratégico, frente al tecnócrata Carlos Moedas por menos de un punto.
Ninguna encuesta previa a las elecciones apuntaba la derrota socialista en Lisboa y el empate técnico anunciado tras el cierre de las urnas abrió una larga noche de tensión en el Partido Socialista y de euforia en el conservador Partido Socialdemócrata (PSD), líder de la oposición.
Avanzada la madrugada se confirmaba el triunfo del excomisario europeo por poco más de 2.000 votos —34,25% de los votos frente a 33,3%— tras una jornada marcada por la abstención, que superó 46%.
Un duro e inesperado golpe para el PS, que ganó las municipales en 2013 y 2017 —con un récord de 38% de votos— y que se mantiene como la fuerza más votada, aunque pierde Lisboa tras 14 años de gobierno y cae en otra plaza clave, Coimbra.
La derecha avanza y se consolida —sobre todo en centros urbanos— mientras el ultraderechista Chega se desploma.
De un total de 308 municipios, los socialistas gobernarán en 149 —12 menos que en 2017—; el PSD se queda con 114, tras ganar 16 nuevas plazas; la coalición de izquierdas CDU —liderada por el Partido Comunista— retrocede y los independientes lideran 20 cámaras, entre ellas la de Oporto, donde Rui Moreira revalida su victoria pero sin mayoría absoluta.
Un tecnócrata para cambiar Lisboa
Llegó a ser conocido como el «ministro de la troika» o el «señor troika» en Portugal. Carlos Moedas, hombre de confianza del exprimer ministro conservador Pedro Passos Coelho, fue uno de los negociadores del rescate durante el crack de la economía lusa, entre 2011 y 2014.
Hijo de un histórico periodista comunista del Alentejo, Carlos Moedas (Beja, 1970), ingeniero de formación, trabajó para Goldman Sachs antes de saltar a la política.
Del gobierno de Passos salió para instalarse en Bruselas como comisario de Investigación, Ciencia e Innovación.
A su vuelta, en 2019, encontró refugio en la Fundación Gulbenkian, desde donde volvió a la arena política en una campaña seguida de cerca por su mentor.
Su sorprendente triunfo cambia el tablero político en Portugal, fortalece a la derecha y le convierte en una figura fundamental en el juego partidista.
«Hoy empieza un nuevo ciclo en Lisboa», dijo esta madrugada tras conocer su victoria. Un ciclo, agregó, «que no acaba aquí».
Si, como prometió durante la campaña, quiere cambiar Lisboa, tiene por delante un gran desafío.
La burbuja inmobiliaria expulsa a los lisboetas del centro; los jóvenes exigen alquileres razonables; los barrios marginales crecen; la capital necesita modernizarse y mejorar su transporte y sus infraestructuras. La lista es muy larga.
Balón de oxígeno para la derecha
El triunfo de Moedas es un balón de oxígeno para la derecha y muy especialmente para el líder del PSD, Rui Rio, que apostó desde el principio el excomisario pese a que tenía las encuestas en contra.
Duramente cuestionado entre las bases del PSD, la victoria en Lisboa y el avance en otros centros urbanos permite a Rio presumir de una victoria inesperada y disipa las tensiones internas en el partido.
«Conseguimos un PSD más fuerte», celebra Rio. «Estamos en mejores condiciones de ganar las elecciones de 2023. Este resultado es un impulso importante para el futuro del PSD».
Su principal aliado, el CDS le tendió la mano para cerrar acuerdos de gobierno, celebrando lo que interpretan como una «tarjeta amarilla» para el primer ministro socialista, António Costa.
El avance de la derecha tradicional contrasta con el castigo al ultraderechista Chega. Su líder, Andre Ventura, que se apuntó 12% de votos en las presidenciales de enero, apostaba por repetir en esta convocatoria.
Pretendía consolidarse como fuerza nacional y llegar a ser la tercera más votada, pero se ha quedado apenas con 4,2% de los votos, en sexto lugar y sin alcaldías.
Luz roja para los socialistas
«El Partido Socialista fue el más votado y consigue su tercera victoria consecutiva. Pese a los tiempos difíciles, los portugueses renovaron su confianza en el partido socialista». António Costa trataba de limitar el golpe de Lisboa.
Desde la oposición, señalan a Costa como responsable directo de la caída en Lisboa tras una campaña en la que el líder socialista y primer ministro ha sido blanco de críticas y denuncias por sus frecuentes alusiones a la gestión gubernamental de los fondos europeos que recibirá Portugal para salir de la crisis.
En las filas socialistas, sin embargo, se intenta limitar el golpe ámbito municipal. Fernando Medina, el gran perdedor de la noche, insiste en que se trata de una derrota personal.
Desde hoy, Medina, a quien muchos apuntaban como posible delfín de Costa, busca empleo.
«No puedo hablar de mi futuro político. En mis planes estaba mantenerme en la alcaldía de Lisboa».