Este martes, la Comisión Europea anunció sus planes para reducir en dos tercios el consumo de gas ruso este año, y eliminarlo para 2030. Es un plan muy ambicioso, que requerirá de esfuerzo y ayuda extranjera y el presidente de EEUU, Joe Biden, ya ha dejado claro que su país va a hacer todo lo posible por ayudar a Europa a lograr sus objetivos.
El primero de los puntos es reemplazar las exportaciones de petróleo ruso que va a dejar de comprar EEUU y el Reino Unido, y que también va a recortar la UE.
Washington tiene una reserva estratégica de crudo, que se ha usado dos veces, y está debatiendo que llegue la tercera en los próximos meses si es necesario. Su uso es temporal, pero serviría para poder buscar nuevos proveedores.
Y aquí es donde entra el que hasta hace poco era un enemigo jurado de EEUU. Venezuela dio el lunes un giro sorprendente a su política exterior, y anunció reuniones con la administración Biden para recomponer su relación.
Donald Trump dejó de reconocer a Maduro como presidente legítimo del país e impuso una serie de sanciones que han estrangulado a la industria petrolera del país, y que aceleraron la enorme crisis económica que arrastra Venezuela.
Maduro que se ha apoyado en Rusia y China, de forma inesperada anunció reuniones con altos cargos del Gobierno estadounidense y un programa de diálogo con la oposición, que quiere una hoja de ruta para llegar a elecciones «libres y transparentes».
En otras palabras, EEUU parece estar dispuesto a rehabilitar a Maduro si este reemplaza a Rusia en el mercado petrolero internacional, indica una nota de ElEconomista.es.
Un ‘Plan Marshall’ industrial
Según fuentes del Washington Post, la Casa Blanca está estudiando imitar la Ley de Préstamo y Arriendo, aprobada en 1941, la cual permitía «suministrar cualquier tipo de material» necesario para ayudar a Europa y otros países aliados a ganar la guerra.
En este caso, sin embargo, las armas que necesita la UE no son metralletas ni tanques, sino bombas de calor, para sustituir las calderas de gas tan comunes por todo el continente.
El plan de Washington supondría poner en marcha a la industria estadounidense, invocando la Ley de Producción para la Defensa, a producir bombas de calor para su exportación a Europa al precio más barato posible.
Estos mecanismos, además, van de la mano con otro de los deseos de Biden: acelerar la electrificación de la economía estadounidense para reducir el impacto de los altos precios del crudo y frenar el cambio climático, reseña.