Un grupo de privados de libetar de la cárcel Rodeo II en Miranda denunció que en las últimas 48 horas han trasladado 216 presos comunes «sin ningún tipo de clasificación». Aseguraron que el director del recinto «viola los derechos humanos».
En representación de sus compañeros, uno de los detenidos se comunicó con Noticiero Digital vía telefónica para alertar al país sobre lo que ocurre en el centro penitenciario y que están llevando a cabo una huelga pacífica para exigir la destitución del director.
«Nos han dejado sin celulares, sin cocinas, sin ventiladores, se han llevado nuestra ropa y alimentos. Todo porque el antiguo director se robó el dinero que le pagamos cada uno de nosotros semanalmente y dejó a los custodios sin vacuna»
«Ahora, este nuevo director irrespeta la palabra de paz que hay desde hace un año, donde se acordó que no habría derramamiento de sangre. Ahora, estan trasladando a nuestros compañeros. Están haciendo los traslados sin clasificar a nadie: presos políticos con presos comunes», condenó.
«Tememos por nuestra vida y el paradero de quienes están siendo trasladados, son humillados y maltratados por los efectivos. Lo que quieren es que los privados se maten entre ellos mismos porque presos políticos no pueden estar junto a presos comunes, que son asesinos, violadores y extorsionadores».
Además, aseveró que este jueves fue asesinado un privado de libertad, pero no ofreció detalles al respecto.
«Estamos cansados del irrespeto, la falta de palabra y extorsión de los directivos. Tenemos miedo de lo que nos pueda pasar. Queremos un nuevo director que nos garantice la paz. No queremos este nuevo director porque es un violador de DDHH, extorsionador y ladrón».
Destacó que con el anterior director todo era diferente, no había violencia en el penal y los privados estaban «tranquilos» porque tenían comunicación con sus familiares a través de sus teléfonos celulares y no les cobraban por pasar alimentos, como está sucediendo actualmente.
«Hace más de un año, aquí había demasiada violencia, todos los días salían cortados por armas blancas, muchas riñas porque la falta de visita los estaba volviendo locos. Pero todo eso cambió, cuando el antiguo director permitió que se dejaran pasar los teléfonos por los que cobraba, pero así cada uno podía mantener comunicación con sus familiares, avisar si necesitamos algo, sobre todo, los que viven en estados del interior del país. Todo estaba en calma, hasta que llegó este señor y volvió todo un caos: nos quitó los teléfonos, nos quitó la tranquilidad de comunicarnos con nuestros familiares, nuestras esposas, hacerle saber a nuestras madres que estamos bien. Ahora, por eso estamos molestos, no lo queremos aquí».
Por cada hora de visita conyugal el nuevo director cobra $20, y por pasar alimentos al penal, le cobran a sus familiares: «si nos traen una harina, tienen que darle una más a los custodios y así es con todo».
