El presidente ruso, Vladímir Putin, ha estimado que más de 26.000 soldados del Ejército ucraniano han perdido la vida desde el comienzo de la contraofensiva el pasado 4 de junio.
Putin precisó que “son más” cuando su colega bielorruso, Alexandr Lukashenko, aseguró que, según fuentes estadounidenses, Kiev había perdido ese número de soldados en el último mes y medio.
Durante su reunión en el Palacio de Constantino de San Petersburgo, Putin y Lukashenko destacaron que sólo en las últimas 24 horas el ejército ruso había destruido una cifra récord de 15 tanques Leopard y 20 blindados Bradley.
El jefe del Kremlin también consideró muy grandes las bajas en las filas de los mercenarios extranjeros, a los que acusó de estupidez, y de lo que culpó a los Gobiernos de sus países.
Por todo ello, Putin proclamó que la contraofensiva ucraniana “había fracasado”, alegando que los arsenales occidentales se están agotando.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, admitió en los últimos días que la contraofensiva va más lento de lo esperado, ya que Kiev quiere proteger tanto sus tropas como sus equipos.
También reconoció que la contraofensiva empezó demasiado tarde debido a la escasez de armamento pesado occidental, lo que dio tiempo al ejército ruso para fortificar sus posiciones y las líneas de defensa.
Ucrania ha advertido que si Kiev no recibe el armamento necesario, especialmente misiles de largo alcance y aviones de guerra, la contienda se prolongará durante varios años.