En enero, Kevin McCarthy llegó a un acuerdo para convertirse en presidente de la Cámara de Representantes, a cambio de que cualquier miembro del Congreso tuviera el poder de presentar una moción de vacancia.
Este martes, el republicano Matt Gaetz hizo exactamente eso. Logró expulsar a McCarthy de su cargo con la ayuda de los demócratas.
Ahora la mayoría de los republicanos se agarran la cabeza y se preguntan cuál será su próximo paso.
Todos, menos un puñado de ellos, votaron por mantener a McCarthy en su puesto. Solo fueron necesarios unos pocos rebeldes para sembrar el caos en la Cámara baja.
Trabajo perdido
Durante meses, McCarthy había trabajado para mantener a raya su flanco de derecha.
Había aceptado abrir una investigación para un juicio político contra el presidente Joe Biden.
Se había retractado de un acuerdo de gasto que alcanzó con los demócratas a principios de año para aumentar el límite de la deuda.
Había dejado, también, que los conservadores adjuntaran disposiciones derechistas a los proyectos de ley de gastos y otras leyes.
Pero todos esos esfuerzos fueron en vano.
Cuando McCarthy confió en el apoyo demócrata para mantener financiado al gobierno federal temporalmente, la suerte estaba echada.
McCarthy podía haber intentado recuperar el poder, engatusando o coaccionando a los republicanos que lo hundieron esta semana para que cambiaran de opinión, como lo hizo en enero.
Pero al parecer le quedaban pocas opciones y este martes en la noche indicó que no volvería a postularse para liderar la Cámara baja.
Ese cargo, que buscó durante gran parte de su carrera política, terminó siendo un cáliz envenenado.
Después de que acabó la votación para destituirlo y sus colegas republicanos se acercaron para estrecharle la mano y darle abrazos, McCarthy casi que se veía aliviado.
Lo cierto es que no importa cuál republicano lo reemplace, las divisiones dentro del partido permanecerán y los desafíos para administrar eficazmente la Cámara baja seguirán siendo los mismos.
Esto se debe a que, si bien el momento fue histórico (el primer presidente destituido por votación de la Cámara), también fue la culminación de una lucha intrarepublicana entre el establishment político del partido y su base en ebullición, que se ha estado gestando al menos desde el movimiento Tea Party de 2010.
Es una lucha entre pragmatismo y pureza, entre cambiar el sistema o trabajar dentro de él.
Espectáculo de un solo hombre
McCarthy logró ser presidente de la Cámara baja en enero gracias a que un puñado de rebeldes republicanos finalmente se unieron al resto del partido para apoyarlo.
Fueron esos últimos disidentes los que hundieron al congresista de California este martes.
Aunque Matt Gaetz, quien presentó la propuesta de destitución, tenía aliados que apoyaron su “moción para dejar la presidencia”, lo que se vio fue un espectáculo de un solo hombre.
Mientras los defensores republicanos de McCarthy se turnaban para ponerse de pie durante una hora de debate antes de la votación final, fue Gaetz, ubicado en el lado demócrata de la Cámara pero hablando con sus compañeros republicanos, quien se tomó la mayor parte del tiempo para exponer el caso contra el entonces presidente.
Lo que quedó claro fue que ambos lados de la división republicana dentro de la Cámara piensan que Washington está quebrado.
Para Gaetz, la mayor parte de culpa la tiene el proceso mediante el cual se aprueba el gasto federal. Criticó cómo el Congreso aprueba enormes proyectos de ley de gasto para diferentes partes del gobierno federal, que a menudo se negocian a puerta cerrada y luego se votan en un gran paquete.
Criticó a McCarthy por hacer concesiones a los demócratas -que controlan el Senado y la Casa Blanca- durante las negociaciones sobre el presupuesto y el límite de la deuda, dijo que si su partido no adoptaba una línea más dura, nada en Washington cambiaría jamás.
Los defensores de McCarthy, por otro lado, dijeron que el compromiso era parte del proceso y que él había logrado hacer avanzar la agenda conservadora.
El congresista Kelly Armstrong, de Dakota del Norte, también señaló directamente a políticos como Gaetz, a quien acusó de anteponer la grandilocuencia y la recaudación de fondos por encima de la gobernabilidad.
“La estructura de incentivos en esta ciudad está completamente rota”, afirmó. “Hemos descendido a un lugar donde los clics, los éxitos televisivos y la búsqueda interminable del gusto más mediocre de las celebridades impulsan las decisiones y fomentan el comportamiento juvenil”.
Futuro incierto
Por el momento, la Cámara baja es una institución rota: sin presidente y sin un camino claro para reemplazarlo.
Con un estridente golpe de mazo finalizó el proceso de expulsión el martes por la tarde. Los republicanos, luciendo conmocionados, se retiraron a puertas cerradas para decidir qué hacer a continuación. Mientras tanto, los demócratas se rieron y charlaron, aparentemente con la creencia de que este caos sólo redundará en su beneficio político.
Lo cierto es que son aguas inexploradas. Y con el reloj corriendo hacia el cierre del gobierno a mediados de noviembre, las aguas podrían ponerse muy turbulentas.