Amanda Ferrante dejó de ir a conciertos de música electrónica a principios del año pasado, su primera pausa en más de una década de asistencia perfecta. Amanda trabaja en un bar de Palm Beach Gardens, Florida, y desde que terminó la secundaria cree haber asistido a más 100 conciertos. Lo único que ama más que la música, dice, es al grupete de amigos que la acompaña a los conciertos. A algunos los conoce desde hace años, y a otros los conoció por su trabajo.
Los eventos EDM —por “electronic dance music”, música electrónica bailable— son la pesadilla del germofóbico: son aglomeraciones de personas sudorosas que saltan al ritmo de los bajos, exhalando profusamente eso que últimamente conocemos como “microgotas respiratorias” que quedan flotando en el ambiente. Así que Amanda y su grupo de amigos sabían perfectamente lo que tenían que hacer para poder volver a salir sin miedo al contagio: tenían que vacunarse. “Iría aunque tenga que ponerme traje de nieve”, dijo Amanda.
Pero uno de sus amigos, ¡ay!, todavía no se vacunó, y el tema es motivo de conflicto.
El asunto es que los festivales como Coachella y Stagecoach empezaron a anunciar que exigirán constancia de vacunación, y que el espectáculo al que piensan asistir próximamente en Colorado planea hacer lo mismo. “Sacamos los pasajes en avión, alquilamos el auto, y conseguimos un Airbnb que está buenísimo”, dice Amanda.
“Así que fui y le dije a mi amiga que ya habíamos pagado todas esas cosas, y que ella tenía que ir decidiendo qué iba a hacer”.
Pero el dilema no es solamente logístico. “El tema instaló cierta tensión”, dice Amanda. “Creo que ella se siente juzgada.”
Ahora que la pandemia que fugazmente pareció haber terminado está de vuelta, el estatus de vacunación de cada persona conserva su deprimente relevancia, sobre todo cuando tenemos que encontrarnos con todo un grupo en un bar, un evento, en la casa de alguien, o en cualquier otro lugar medio apretado. Algunos grupos donde uno de los miembros no está vacunado ya están desarrollando estrategias para poder juntarse sin miedo, mientras que otros se preguntan internamente cómo se verá afectada su amistad con todo esto. ¿Cómo es posible seguir juntándose con esa persona? En serio, literalmente: ¿Cómo se hace?
“La verdad que la extraño”
Suzanne Lamminen tiene 74 años y el año pasado se mudó a una comunidad para adultos mayores en Sierra Vista, Arizona. Para marzo de este año, Suzanne ya se había sumado a un grupo de viudas de su comunidad. Se apegó sobre todo a ocho de ellas, con las que se reúnen para jugar al bridge y practicar natación, y a principios de este mes Suzanne las invitó a todas a cenar a su casa un sábado por la noche.
Un par de días antes del convite, sin embargo, una de sus amigas la llamó para avisarle que otra de las invitadas no estaba vacunada. “Me quedé pasmada”, dice Suzanne. “Yo incluso le había contado que rechacé a un candidato que me invitó a salir porque no estaba vacunado. Tengo 74 y me tengo que cuidar”, subraya Suzanne, y agrega que con la edad también desarrolló artritis reumatoidea, que debilita el sistema inmunológico.
Su amiga le confirmó que no estaba vacunada. Con toda la amabilidad que pudo, Suzanne le retiró la invitación. “A principios del año pasado una simple gripe casi me manda del otro lado, así que no me puedo arriesgar”, dice Suzanne. “El médico me dijo que en mi caso el covid probablemente sería fatal.”
Ese sábado a la noche, cuando las ocho amigas restantes se juntaron a compartir unos martinis y probar el curry que había preparado Suzanne, evitaron respetuosamente volver sobre los detalles de la situación. “Pero todas sabían lo que había pasado”, dice Suzanne. Desde entonces, la amiga en cuestión no ha vuelto a participar de las reuniones del grupo de viudas de la comunidad.
Suzanne espera que tarde o temprano su amiga entre en razones, pero por ahora decidió conformarse con hablarse desde dos metros de distancia. “Nos reíamos mucho y tenemos un montón de cosas en común”, dice Suzanne. “La verdad que la extraño.”
Una amenaza para la amistad
El tema de las vacunas puede pasar de ser un mero desacuerdo y convertirse en una verdadera amenaza para una amistad. “En cuestiones de religión y de política, uno puede excusarse de hablar del tema”, dice Irene S. Levine, psicóloga y autora de un libro sobre cómo superar la ruptura con un mejor amigo. “Pero con el tema de la vacuna contra el coronavirus no podemos darnos ese lujo”, dice Levine, porque la persona no vacunada no solo se expone a sí misma, sino a los que la rodean. “Hermanos, padres y abuelos, y a sus cónyuges e hijos.”
Levine sugiere mantener una conversación grupal honesta sobre los límites y planear los encuentros y reuniones de acuerdo a eso. “Quienes están vacunados y solo se sienten cómodos entre vacunados, puede reunirse entre ellos, y también puede haber encuentros personas entre alguien no vacunado y alguien vacunado que igual se siente cómodo.”
Pero encontrar la forma de reunirse es la parte fácil de la historia. El verdadero problema es lidiar con esa diferencia de valores y criterios que de pronto quedan en flagrante evidencia. Y puede ser difícil, dice Levine, “transmitirle a un amigo que no lo rechazamos, pero que estamos en desacuerdo con su decisión.”
Sin excepción, los vacunados de esta historia dicen que los preocupa sobre todo la salud de sus amigos no vacunados: al fin y al cabo, son ellos quienes corren mayor riesgo de enfermar gravemente de covid. Amanda, la fanática de la música electrónica, dice que hace poco fue a un show donde no pedían hisopado ni constancia de vacunación, y se estremeció de solo pensar el riesgo que corrían los que estaban ahí sin estar vacunados.
“Ahí adentro estábamos todos apiñados y recuerdo que en un momento pensé: ¡Qué loco es todo esto!”, dice. “Ahora la cabeza ya está programada para hacer sonar la alarma y te empezás a preguntar, ¿estará bien lo que estoy haciendo?”.