El próximo 1° de septiembre se cumplirán cinco años de aquel ajuste del salario mínimo que supuso un incremento de 5.900%. La administración de Nicolás Maduro lo vendió como parte del “Plan de recuperación y prosperidad económica” en medio de la hiperinflación, pero un lustro después el salario mínimo en Venezuela es de los más bajos del planeta y apenas equivale a sólo 4 dólares.
“Fue un aumento que duró muy pocos meses. En aquel momento, se generó mucha angustia entre las empresas privadas y, en especial, entre pequeños comerciantes y empleadores como las juntas de condominio. Se aplanaron los sueldos”, explicó Ronald Balza, economista y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), en entrevista con Efecto Cocuyo.
El salario mínimo pasó de 30 a 1.800 bolívares soberanos. Tras la reconversión monetaria del 20 de agosto de 2018, este monto equivalía a cerca de 30 dólares, de acuerdo con la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV).
Los trabajadores públicos y los sindicalistas lo valoraron como un paso decisivo para mejorar el poder adquisitivo de los venezolanos en aquellos días. Sin embargo, pasaron apenas dos meses más para que ese aumento volviera a decaer a fuerza de la inflación y dejara al desnudo que hay mucho más por corregir que solo el monto.
Las trabas y las preguntas
La mesa tripartita, conformada por los representantes de la administración de Nicolás Maduro, la Federación Venezolana de Cámaras de Comercio y Producción (Fedecámaras) en representación de las empresas privadas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), todavía no llega a un acuerdo para un aumento del salario mínimo en Venezuela durante este año.
Sin embargo, los economistas argumentan que se necesita mucho más que solo acordar un monto en bolívares, un período de revisión y un mecanismo de indexación en el tiempo.
“Una propuesta tendiente a lograr un aumento salarial sostenible debe tener en cuenta medidas drásticas de política monetaria que puedan preservar los acuerdos salariales”, escribió el economista Manuel Sutherland, en su artículo “Bases para un incremento salarial sostenible en el marco de una recuperación económica” en abril pasado.
Para Sutherland es necesario que se prohíban los préstamos del BCV a cualquier empresa pública, lo que se conoce en el mundo económico como la cobertura del déficit fiscal y que muchos señalan como la causa más importante de la inflación.
Aparte de publicar el presupuesto nacional con detalle sobre los ingresos petroleros anuales y una revisión del tamaño de la nómina estatal, que incluye a los trabajadores activos, los jubilados y los pensionados del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss).
Estas propuestas del economista Sutherland también son secundadas por su colega Balza. Al final, lo que se persigue es que el nuevo salario mínimo se trate de una cifra ajustada a los ingresos del Estado venezolano, al Producto Interno Bruto (PIB) actual y que logre preservar su poder de compra por el mayor tiempo posible.
“Las variaciones de la inflación en los cinco años más recientes son bruscas y grandes. Solo son comparables con el ritmo de la voracidad del financiamiento monetario a Pdvsa (Petróleos de Venezuela). Mucha gente cree que cuando el dólar sube tiene que ver con los salarios o los pagos de las vacaciones, pero lo que no sabemos es en qué gasta el Gobierno, ni tampoco cuánto. Por eso, se necesita que se vuelva a publicar el presupuesto nacional”, explicó el economista Balza.
El debate sobre el salario mínimo en Venezuela, por tanto, va más allá de cuánto cuesta la canasta alimenticia o cuánto dinero necesitan los trabajadores. Para llegar a fijar un monto que sea pagable por el Fisco nacional sin recurrir a la emisión inorgánica de bolívares, primero se necesita responder: cuántos dólares le entran a la administración de Nicolás Maduro por el petróleo y por el oro del Arco Minero del Orinoco y el detalle de cómo se gasta ese dinero.
