El fracaso de la elección Primaria del 22 de octubre de 2023 sería una gran decepción para el país. Un eventual escenario que gravita en nuestras mentes después de la renuncia de la vicepresidente de la Comisión Nacional de Primaria, María Carolina Uzcátegui.
Habría que admitir que el gobierno logró su objetivo. Reconocer nuestras debilidades, las fortalezas del adversario y trabajar sobre el fracaso. Nunca dar marcha atrás.
El mayor error político que pudiéramos cometer, si fuese el caso, sería aislar a alguno de los factores participante de la Primaria.
Y nos referimos muy específicamente, para no expresarnos en términos genéricos, aislar a María Corina Machado de Vente Venezuela o aislar a Henrique Capriles Radonski, ambos candidatos inhabilitados, o cualquier otro, la mayoría de ellos de partidos de la Plataforma Unitaria Democrática.
La posición de María Corina es consistente. Sabemos valorarla. Pudiera resumirse en su consigna “hasta el final”. No es aceptable que sea el gobierno quien decida quien o quienes pueden ser los candidatos de la oposición y quienes no pueden serlo, y que haya que tener un sustituto, forzado por el gobierno, en caso de que se mantengan las inhabilitaciones.
El candidato unitario de la oposición debe escogerlo el pueblo y solamente el pueblo. Una posición similar, desde la comprensión y el entendimiento, la tuvimos cuando los partidos del G4, específicamente AD, Primero Justicia y Voluntad Popular, fueron judicializados.
Se les crítico, desconociendo la realidad, su llamado a la abstención, al igual que lo hiciera Vente Venezuela, cuando era necesario entender que el gobierno, a través del TSJ, les había quitado su instrumento de participación democrática, había encarcelado a varios de sus principales dirigentes, a otros los había obligado al exilio o los había inhabilitado políticamente.
Era necesario, y lo hicimos, “ponerse en los zapatos del otro” y no expresar, fatuamente, que debían llamar al voto cuando se les estaba impidiendo participar con el voto.
La iniciativa de la elección Primaria, siga adelante o no, es positiva. Lograr las condiciones técnicas y logísticas, mínimas necesarias, para su realización, muy particularmente la localización de los 2.500 o 3.500 centros de votación no es una tarea sencilla, cuando el gobierno tiene el control absoluto de los espacios públicos y el sector privado se sabe amenazado de represalias o retaliaciones si pone a disposición algunos espacios privados.
La labor, de operador político, de Omar Barboza, secretario general de la Plataforma Unitaria Democrática, para establecer las bases de la elección primaria y la posterior labor de estructuración de la Comisión Nacional de Primaria, presidida por el Dr. Jesús María Casal, son acciones loables que merecen el reconocimiento del país.
Quizás el gobierno, directa o indirectamente, con sentencia del TSJ o con los obstáculos creados para su efectiva realización, pueda ganar esta batalla, pero, en las guerras, se pierden y se ganan batallas y ganar la batalla final, las elecciones presidenciales del 2024, seguirá siendo muy factible, si tenemos la capacidad, la madurez y la inteligencia de mantenernos unidos.
La unidad sólo es posible lograrla desde el reconocimiento mutuo, desde el entendimiento y la comprensión del otro, y requiere de mucha paciencia, perseverancia y calma. Muy particularmente requiere pasar la página de confrontaciones y divergencias pasadas. Vernos las caras, en reuniones privadas de los partidos, es el punto de partida de cualquier estrategia capaz de lograr el éxito.
El primer escalón. Es el empeño invariable, hasta la terquedad incluso, que tenemos y tendremos al respecto. Los intereses superiores del país y de su población por delante. Preservar la unidad, de los factores susceptibles de ser unidos, es un imperativo ético. Sigamos adelante con o sin primaria.
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Reinaldo Quijada es Coordinador Nacional del partido político venezolano UPP89
