Rescatar el valor de la lectura

Jueves en la tarde, el Parque del Retiro estaba repleto. Más de 500 casetas abiertas al público, muchísima gente en plan de buscar libros, hojeándolos, comprándolos. Así era el cuadro en la reciente Feria del Libro madrileña. Era la imagen de un país lector, de una comunidad de lectores, de personas interesadas por el conocimiento y la cultura. Era el campanazo para avivar la conciencia sobre la importancia de la lectura en el desarrollo de las personas y de las sociedades.

Una primera aproximación al valor de la lectura conduce al reconocimiento de su capacidad para enriquecer el espíritu, para estimular la reflexión, para fomentar la imaginación y promover el desarrollo cultural. Después del idioma, el libro se ha constituido en el gran factor de encuentro con nosotros mismos y con los otros, de organización de nuestro propio pensamiento, de diálogo, de construcción de civilización. Su función es promover la comprensión de la historia y las costumbres, preservar sus valores y ajustarnos a los que se generan. Es uno de los más valiosos instrumentos para entender y producir saber.

Para la filóloga española Irene Vallejo, ampliamente conocida y reconocida por sus libros, “cultivar la lectura significa cuidar nuestras sociedades y nuestras democracias” Entre las funciones que atribuye a la lectura están dos tan importantes como la democratización del saber y su condición de fuerza sanadora que nos permite reconocernos en el otro. “La literatura nos da unas herramientas para adentrarnos en la mente y en los resortes de personas muy distintas de nosotros. Nos permite tejer redes, construir memoria y sanar heridas colectivas”, afirma. Añade, sin embargo, que “nada garantiza que una lectura nos haga automáticamente buenas personas”. 

Entre los actores claves para rescatar y mantener la cultura de la lectura están, sin duda, la escuela y el hogar. Habría que añadir el mundo editorial, el de las librerías, de las bibliotecas, de los escritores, de los encuentros para el diálogo. En sus manos está el sostenimiento del legado cultural. Les corresponde motivar, estimular, facilitar los instrumentos, educar para la lectura, tanto en cuanto actividad personal, íntima, como en la promoción de la lectura compartida, del intercambio, la discusión, la divulgación. Su función es generar optimismo sobre el futuro del libro como un objeto fundamental para la cultura humana y rescatar el valor de la lectura como una de nuestras urgencias, individuales y colectivas, a pesar de las presiones y exigencias de la convulsionada vida diaria.

El mundo del libro no ha escapado de los avances de la tecnología, desde el libro digital a la facilidad de producir ediciones de tiraje muy limitado. La misma comunicación digital y la información y opinión instantánea puesta en boga a través de las redes sociales han puesto en tela de juicio la vigencia del libro y de la lectura. De hecho, la lectura ha dejado de tener para muchos la importancia que tenía. Se ha llegado a poner en duda el rol del libro como un objeto capaz de sobrevivir a los cambios tecnológicos. Sobre lo que no cabe duda, sin embargo, es sobre el valor mismo de la lectura, de la relación libro-lector, del libro como generador y alimentador de pensamiento y de contenido. 

El entusiasmo por el libro percibido en la Feria del Libro, en Madrid, se hace vivo en tantos otros encuentros en todo el mundo en los que el libro es el protagonista. En Venezuela, pese al largo momento de silencio que vivimos, el mundo editorial y de las librerías se mantiene presente, ciertamente con dificultades, limitado en todos los sentidos. No ha muerto, sin embargo, el afán por producir cultura. La cultura del libro en Venezuela, caracterizada por una rica tradición literaria, enfrenta desafíos en el contexto actual, especialmente debido a la crisis económica y la falta de políticas culturales. El empeño, sin embargo, persiste, con escritores que producen dentro o fuera de Venezuela, con iniciativas que promueven el libro y la lectura. Se mantiene la memoria de momentos mejores, los de la Venezuela de la Biblioteca Nacional, del Banco del Libro, de Fundarte, de las numerosas editoriales privadas. 

Se impone rescatar para los venezolanos la cultura del libro y el valor de la lectura. Es parte de la urgencia de preservar un medio que nos acerca a pensar, a crear, a compartir, a generar cultura.

nesoor10@gmail.com

Por Gustavo Roosen

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