La Guardia Nacional estadounidense retiene a migrantes venezolanos que cruzaron el fronterizo río Bravo en el norte de México, dejándolos con raciones de agua limitada y sin comida por casi un día, denunciaron este lunes migrantes y activistas en la ciudad mexicana de Matamoros, estado de Tamaulipas.
Un migrante, que regresó por comida al lado mexicano, relató que ese fue el caso de un grupo de 15 migrantes venezolanos, 7 adultos y 8 niños, quienes cruzaron el río Bravo por Matamoros, Tamaulipas.
Al llegar a territorio estadounidense fueron interceptados por la Guardia Nacional de ese país, quienes les impidieron seguir más allá de la alambrada de púas, a unos metros de río, frontera natural entre ambos países.
Además, dijo, los dejaron a la intemperie, sin alimento y con dotaciones reducidas de agua por casi un día completo.
Las familias llegaron a Estados Unidos, pasando el caudal del río Bravo el domingo a las 19:00 horas local.
Desde esa hora y hasta el lunes por tarde seguían en el sitio, soportando las altas temperaturas de la región y obligados a improvisar una casa de campaña con lonas y plásticos regados por el lugar, sin que las autoridades norteamericanas aceleraran el proceso para retirarlos de esa área, indicó a EFE el venezolano José Márquez.
Los solicitantes de asilo pedían a sus compatriotas y habitantes del campamento, habilitado en la orilla del río Bravo del lado mexicano, que les dieran alimento y líquidos porque no tenían provisiones.
Tras casi un día, agentes de las fuerzas de EE UU les proporcionaron algunas manzanas y botellas con agua, pero en una cantidad mínima, mientras que del lado de Tamaulipas unas personas les dejaron panes dulces y un galón de agua para que lo consumieran, mientras esperaban a que se les condujera hacia las instancias correspondientes.
Los migrantes venezolanos denunciaron violación de sus derechos humanos, mientras que una integrante de la Guardia Nacional estadounidense les explicó a los extranjeros que no les dejarían avanzar e incluso enfatizó que podían estar en ese sitio el tiempo que quisieran, pero no había forma de recibirlos y los estarían custodiando.
“Se nos hace una violación de sus derechos humanos debido a que no llevan comida, no llevan agua para seguir esperando tanto tiempo”, denunció la presidenta de la organización Ayudándoles a Triunfar, Gladys Cañas.
La activista reconoció que ingresar a EE UU de esa forma no es lo correcto; sin embargo, a las personas se les debe otorgar la asistencia y evitar este tipo de abusos que los perjudican por el riesgo al que los exponen.
Cañas señaló que, a pesar de la implementación del CBP One, aplicación para recibir una cita con autoridades migratorias estadounidenses, hay migrantes que optan por alcanzar el “sueño americano” nadando por el río.
Esto porque, a su criterio, hay casos en los que oficiales les permiten quedarse en ese país después de valorar sus circunstancias.
La activista estimó que en el municipio fronterizo de Matamoros hay alrededor de 4.000 aspirantes de asilo, mas la cifra podría aumentar en las próximas semanas porque en el sur de México hay una cantidad mayor de personas que se dirigen a esta región.
Cindy Granado, habitante del campamento en el límite de México y EE UU, atestiguó lo que estaban sufriendo sus compatriotas, ya que ella vive frente al punto donde ocurrió el hecho, y constató cómo desde la noche del domingo mantenían a sus connacionales en circunstancias poco óptimas.
“Esto es lo que conlleva, pues la desesperación de no tener qué comer, el calor de aquí, los niños llorando, nos desesperamos y lo que queremos es cruzar”, señaló.
Mencionó que ella lleva más de un mes esperando obtener una cita para comenzar su proceso, pero al igual que una gran parte de los solicitantes, no lo ha logrado, lo que la mantiene en incertidumbre y desesperación.
EFE