La depreciación de la moneda revertirá años de inflación decreciente en Venezuela, un país económicamente asediado, según fuentes del sector público y privado, ya que las ventas de divisas no satisfacen la demanda y el gobierno socialista mantiene el silencio sobre su estrategia.
Después de años de hiperinflación y en medio de amplias sanciones estadounidenses, en 2022 la administración del presidente Nicolás Maduro comenzó a aplicar políticas ortodoxas que incluyen restricciones crediticias, menor gasto público, un tipo de cambio fijo entre el dólar y el bolívar y ventas de miles de millones de dólares en moneda extranjera por parte del banco central para reducir los precios al consumidor.
Maduro, que comenzará su tercer mandato en enero tras unas elecciones disputadas que la oposición y los observadores internacionales dicen que perdió, ha dicho que su gobierno derrotó a una inflación de más del 100.000% y que los precios en 2024 son similares a los de 2014.
Pero la política del gobierno ha cambiado ahora.
Después de más de nueve meses de mantener el tipo de cambio en 36,5 bolívares por dólar, a mediados de octubre el gobierno permitió que la moneda flotara, iniciando una depreciación que ha hecho que el bolívar caiga a unos 45 frente al dólar, según cifras del Banco Central.
Los analistas dicen que la sobrevaluación de la moneda hizo que las importaciones fueran más baratas que los bienes producidos localmente, lo que afectó al sector privado de Venezuela y ayudó a impulsar los precios un 12% en nueve meses.
La desvinculación del tipo de cambio también ejercerá presión al alza sobre los precios en el último trimestre de 2024, dijeron fuentes financieras y comerciales, y los analistas predicen en una encuesta de LatinFocus que la tasa terminará el año en 50 bolívares por dólar.
La inflación interanual se ubicó en 25% hasta septiembre. Las cifras oficiales de octubre aún no se han divulgado.
«Durante nueve meses la depreciación de la moneda fue nula mientras la inflación subía, lo que expuso problemas en el esquema cambiario», dijo el profesor de economía y consultor Daniel Cadenas, quien agregó que el mercado depende de los ingresos petroleros. «Para que el sistema funcione, se necesita que haya una fuente creciente de divisas y eso no es posible».
El gobierno había pronosticado internamente que la inflación cerraría el año en 30%, dijeron dos fuentes con conocimiento de la proyección, pero la depreciación podría aumentar la cifra y los analistas locales han estimado la inflación entre 35% y 40%.
«Ha habido un ajuste necesario en el tipo de cambio que tendrá un impacto en la inflación», dijo Asdrúbal Oliveros, director del centro de estudios local Ecoanalítica. «El gobierno ha entendido que necesita devaluar».
REDUCEN LAS VENTAS DEL BANCO CENTRAL
La vicepresidenta Delcy Rodríguez, quien hasta hace poco también se desempeñaba como ministra de Finanzas, dijo en un evento con empresarios el mes pasado que debe haber «reflexión» sobre el uso de las divisas.
«Todos debemos preocuparnos por cómo se utilizan las divisas en las importaciones. Es un tema que está revisando el Ministerio de Finanzas», dijo. «Tenemos que cuidar las divisas porque este es un país bloqueado y no puede haber divisas baratas para el tinte de pelo».
Los comentarios de Rodríguez son los únicos hechos sobre el tema por el gobierno desde que comenzó la devaluación. Ni el banco central ni los ministerios de Comunicaciones o Finanzas respondieron a las solicitudes de comentarios.
La demanda del sector privado de divisas baratas aumentó durante los nueve meses en que se mantuvo la tasa, incluso cuando se redujo la cantidad de dólares que el banco central inyectaba al mercado, dijeron las fuentes.
En julio, el banco ofrecía unos 800 millones de dólares, pero en octubre esa cifra había caído a 400 millones, según cálculos de la consultora local Síntesis Financiera. El Banco Central no respondió a una pregunta sobre la reducción.
«La estrategia en materia de política cambiaria no sigue adelante», dijo una fuente del gobierno, sin dar más detalles.
Las empresas de alimentos y medicamentos de Venezuela pueden pagar algunos de sus productos con moneda extranjera, mientras que a otras empresas se les entregan pagarés del banco central indexados a un tipo de cambio específico.
Dos fuentes del sector privado dijeron que muchas empresas están agotando sus inventarios ante las dificultades de importación.