El 2019 será recordado como uno de los mejores para el campeón olímpico Rubén Limardo, quien a pesar de haber sufrido algunas lesiones, resurgió de las cenizas como el ave Fénix, para seguir escribiendo su nombre en los libros dorados de la historia de la esgrima mundial.
“Fue un año en el que mejoré muchísimo. Pude llevarme varios triunfos, pero uno de los más significativos fue el que obtuve en el Campeonato Panamericano de Canadá, que era clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Allí disputé la final con mi hermano Jesús”, rememoró el espadista.
Otro de los momentos memorables que vivió Limardo este año fue en los Juegos Panamericanos de Lima, donde a pesar de estar “remendado”, tal como él lo dijo, logró conquistar lo más alto del podio.
“En Lima volví a enfrentar a mi hermano y nos adueñamos de las preseas de oro y plata. Además nos llevamos el bronce en la competencia por equipos. Ahora seguimos enfocados en prepararnos con más ahínco para lo que será los Juegos Olímpicos de Tokio 2020”, precisó durante la Gala Olímpica que organizó el Comité Olímpico Venezolano esta semana en el Hotel Eurobuilding.
El esgrimista dorado quien se encuentra en el país cumpliendo con algunos compromisos personales, aseguró que a pesar de la época navideña, los entrenamientos no pararán dado que tienen previsto viajar el próximo 2 de enero para Rusia, para luego ir a Heidenheim (Alemania) a seguir buscando los puntos necesarios para lograr la clasificación olímpica.
“Ojalá podamos meter al equipo, sabemos que no es una tarea fácil porque los americanos han sumado bastante puntos. Vamos a seguir trabajando porque queremos que el equipo completo y los hermanos digan presente en los Juegos Olímpicos”, manifestó.
Aunque este es uno de los mayores propósitos de Rubén Limardo, lo que realmente le quita el sueño es poder colgarse una nueva medalla de oro olímpica. “Mi meta personal es ganar en Tokio”, asegura sin reparo y con mucha convicción.
Confesó que al tratarse del evento más importante del año, su meta es adueñarse de lo más alto del podio y así poder convertirse en el primer esgrimista en ser acreedor de dos preseas doradas. “No quiero ganar cualquier medalla, la quiero de oro. Puede sonar descabellado, pero para eso estamos trabajando muy duro”, recalcó.
De la misma manera indicó que tiene una motivación extra, dado que le ofrecerá esa medalla a su segundo hijo Alex. “Ya tiene nombre, se lo puso mi hija Gaby y como ya ella tiene bastante medallas, esta se la ofreceré a él y Dios mediante la tendrá colgada el próximo año”, dijo.