“Nuestro ejército es muy consciente de que Estados Unidos, Reino Unido y la OTAN en su conjunto transmiten constantemente información a las Fuerzas Armadas ucranias. Esto es bien conocido, y junto con el flujo constante de armas de la alianza, no contribuye a una finalización rápida de la operación”, ha declarado el portavoz de Vladímir Putin, Dmitri Peskov, a la prensa.
Sus palabras responden a la reciente revelación del diario estadounidense The New York Times de que algunos comandantes y generales rusos murieron por fuego ucranio tras haber recibido datos de la inteligencia estadounidense sobre sus puestos de mando. Según el artículo, las fuerzas ucranias combinaron esta información con su propio espionaje, como por ejemplo el uso de las redes de telefonía por los mandos rusos, para localizarlos. No obstante, las fuentes del diario aseguran que Washington no proporcionó la ubicación del jefe del Estado Mayor ruso, Valeri Gerásimov, durante un supuesto ataque contra él que anunció Kiev y no ha sido confirmado por Moscú.
Además de los datos de inteligencia, al Kremlin le preocupan sobre todo los refuerzos que llegan a Ucrania. Ayer, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, reiteró que los convoyes de suministros y armamento occidentales serán “un objetivo legítimo” una vez entren en Ucrania.
El portavoz de Putin ha asegurado que pese a esta ayuda, en Occidente “no son capaces de obstaculizar la consecución de los objetivos establecidos en la operación militar especial”.